César Ramírez Caralvá,
Escritor y fundador suplemento 3000
Hablemos de la realidad: en la ciudad, el campo, el transporte urbano o rural, del mar, las personas, el dinero, la arquitectura, lo visible… cada palabra tiene un universo de significados diferentes, no obstante, en este momento la reducción de estos conceptos no son los mismos para cada persona, pero a nadie parece preocuparle, ni siquiera se preguntan si existe alguna diferencia entre ellos, simplemente fatigan en el acontecer diario, bajo el símbolo del dinero omnipresente. Es evidente que tampoco a los contemporáneos les interesa la Historia ni los potenciales resultados sociales de sus pasos en los siguientes años, es una sociedad que tiene fe en la democracia por el momento electoral y lo demás lo resolverán sus delegados en la gobernación. Importante entonces es el ingreso económico sobre todas las cosas.
Pobre es una palabra extraña, rico no escapa a la emotividad de adjetivos, sustantivos o verbos de todo tipo.
No en pocos casos las palabras de libros considerados sagrados, encierran universos de posibilidades por sus diversas traducciones como por las diferencias de los tiempos de la humanidad, así las religiones o sus sectas aparecen en cada esquina de la ciudad y cada una afirma poseer la verdad, aún más se incrementa la intolerancia entre ellas, los paganos son cristianos, los terceros son ateos, los hermanos son idólatras del dinero etc… bajo la interpretación de la gramática religiosa.
Las referencias de las palabras son más mas viscerales si las consideramos políticas, ello constituye un lenguaje categórico, construido en fórmulas sociales que incendia los períodos históricos.
La comunicación de la humanidad no se limita a las palabras, existen mensajes simbólicos considerados verdaderas acciones de lenguajes de nación a nación, el acontecimiento de instalar armas nucleares en las fronteras entre pueblos al borde del conflicto es un artefacto literario que transmite los conceptos de: vida, muerte, destrucción, paz, guerra, en la delicadeza de los saludos militares.
El falso abismo creado por palabras nos conduce a buscar mediadores entre naciones que parecen destinadas a la autodestrucción ¿necesitamos un mediador? o simplemente repetiremos el canto de las espadas que cobran con sangre la defensa de sus argumentos… nada nuevo en la historia de la humanidad.
En la antigüedad existían mediadores entre los dioses y los hombres, el caso de Tiresias a quién se le otorgaron facultades proféticas, la condición andrógina y larga vida; en nuestro caso sería un referente para interpretar las antípodas de las palabras (comunicaciones hostiles) que separan a la humanidad de un destino en paz; así del mito a la realidad si las comunicaciones nos separan por interpretaciones fanáticas, la imagen de Tiresias nos puede ayudar; era mediador entre los dioses y los hombres, su condición andrógina también facilita su trabajo entre hombres y mujeres, « y por su facultad de larga vida: entre vivos y muertos» -Wikipedia…
¡Es posible! cambiar la gramática del odio, de las diferencias religiosas, del código militar fatalista, para no repetir el aforismo de Emil Cioran: «creo en la salvación de la humanidad, en el porvenir del cianuro».