Licenciada Norma Guevara de Ramirios
Las declaraciones de diputados oficialistas de Nuevas Ideas (NI) y de GANA, sobre el sistema de pensiones, indican que estamos próximos a vivir un cambio promovido desde la presidencia de la República, pero no de los trabajadores y pensionados.
Desde 1997, año en que se privatizó el sistema de pensiones con mayoría arenera en la Asamblea Legislativa y de sus aliados de entonces, quedó sentado el problema de las bajas pensiones que ahora padecen los jubilados y las personas a punto de jubilarse bajo el sistema privatizado.
Las promesas de que existirían mejores pensiones, y el énfasis de la propiedad de los ahorros, para desacreditar un sistema solidario y de renta fija, fue una manera de provocar la aceptación de la mayoría, que mantuvo silencio frente a las advertencias de los problemas que se crearían con ese cambio.
En esta ocasión, la creencia de que lo que el presidente ordene es siempre “bueno”, creencia que todavía es importante en la población, unido al control absoluto de los tres poderes estatales por parte del Ejecutivo, nos anuncian el aparecimiento de un nuevo problema, para las presentes y futuras generaciones.
Los intentos de mejora que se realizaron bajo la administración del presidente Salvador Sánchez Cerén fueron descalificados por las administradoras de fondos de pensiones, por la prensa e incluso por directivos sindicalistas.
Esa oportunidad de mejora con un sistema mixto diseñado para mejorar las pensiones fue desperdiciada, los sindicatos que presentaron una opción parecida también sufrieron el mismo efecto, descrédito y, en consecuencia, falta de votos para aprobar una reforma que enmiende los problemas de origen del sistema privatizado.
La Sala de lo Constitucional impuso aumento a las tasas que debía tributar el Estado, impuso medidas presupuestarias que en el pasado eran inexistentes, lo que ejerció presión a las finanzas públicas del gobierno central.
Además, bajo las dos administraciones del FMLN, de Mauricio Funes y de Salvador Sánchez Cerén, se redujeron las comisiones que cobraban las AFP, y se aumentaron los montos de la pensión mínima, lo que representa un beneficio importante, considerando que con la primera medida mejora el exiguo ahorro del cotizante, y se mejoró sensiblemente la pensión de la mayor parte de jubilados que reciben la pensión mínima. No se puede desconocer que la pensión esta en intima relación a los montos salariales que paga el sector privado y el sector público.
¿Qué se puede esperar del gobierno actual, que vive la peor crisis fiscal, el mayor endeudamiento?
Ya sabemos que no le caracteriza la responsabilidad, ya sabemos que tiene una crisis fiscal que le lleva a mentir sobre la inversión publica aprobada por ellos mismos en los presupuestos, ya es conocido el despilfarro y la corrupción, la opacidad en la información de los gastos de cada institución, de los peligros de impago sobre los cuales advierten las entidades especializadas.
Por eso domina entre los estudiosos que la reforma de pensiones por la que se decantarán es la nacionalización, que en condiciones de un gobierno responsable podría ser visto como retorno al sistema vigente antes de la privatización, del cual existe la idea y el recuerdo que daba mejores pensiones.
Será un nuevo engaño.
Se requiere voluntad de conocer la lógica de los sistemas de pensiones, la situación real de las finanzas públicas, de la inversión realizada por las AFP de los ahorros de los cotizantes, el costo mensual para pagar los certificados de traspaso a quienes van a jubilarse y el pago de las pensiones mínimas cuando se ha terminado el ahorro del pensionado.
Por la conducta del gobierno para favorecer a unos empresarios y causar daño a otros, es de esperar que al actual gobierno no le faltará decisión para hacer desaparecer a las AFP, que ya obtuvieron obscenas ventajas de manejar el ahorro y cobrar comisiones.
El daño será aplaudido por la fanaticada del presidente, será visto como esperanza por otros y, como pasa con tantos otros problemas, despertar y darse cuenta que lo que este gobierno hace es malo para la gente, llegará cuando ya no haya remedio.
Así pasa con el agua, con la agricultura, con los problemas de las mujeres, los jóvenes, las personas con discapacidad, las víctimas inocentes del régimen de excepción, con los jóvenes, con los veteranos de guerra. Cada promesa hecha, a distintos sectores, ha resultado un engaño. Y no será distinto con las pensiones.