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Las pequeñas empresas cargan la cruz de la crisis argentina

Buenos Aires / AFP

Nina Negrón

En la panadería Las Leñas las cuentas suben y las ventas bajan. Marta Colman teme el cierre y espera ansiosa a que terminen las vacaciones de verano para que los chicos vuelvan a clases y entren a comer algo. Como tantas otras pequeñas y medianas empresas, la suya tiene pocas armas para resistir la recesión de Argentina.

Hija de panadero, Marta Colman no tiene empleados sino que trabaja con sus tres hermanos en Avellaneda, en la periferia sur de Buenos Aires.

«Podríamos tener un panadero, así trabajamos menos. Pero bajó el consumo, aumentaron las tarifas de los servicios y se limita todo. En verano, sin los chicos que van a la escuela, se pone peor», dice.

«Necesitamos una ayuda ya, si no vamos camino a cerrar como otros tantos. Si no nos podemos sostener nosotros que tenemos costos reducidos, mucho menos puede aguantar otro que paga más», añade.

De 37.000 panaderías registradas en Argentina, mil cerraron el año pasado cuando la economía se vino a pique, según la Federación Industrial Panaderil.

El sector genera 120.000 puestos de trabajo y reclama al gobierno medidas para protegerlos, entre éstas un precio diferenciado para el mercado interno del trigo y llevar las tarifas del gas, la electricidad y el agua a los niveles de 2017.

Los servicios públicos, que tenían subsidios estatales, han ido aumentando fuertemente sus tarifas. Según los industriales, las alzas para su sector han sido en promedio de 400% en los dos últimos años.

– Menos producción –

En San Martín, en la periferia norte de Buenos Aires, la fábrica textilera Tikvatex eliminó el trabajo de los fines de semana y las horas extras. Además, ha despedido ya a 20 de sus 140 empleados.

«La producción está reducida. Estamos trabajando a pérdida como la mayoría de las pequeñas y medianas empresas, intentando llegar a fin de año, que es difícil», refiere Mariano Liberman, su gerente general.

«El costo de vida aumenta 50% y los sueldos aumentan 20%, entonces la gente no consume o consume lo mínimo necesario y lo más económico. Y lo más económico se hace en países asiáticos», añade.

Liberman se queja también del costo de los servicios financieros. «Están matando a las pequeñas empresas que no tienen capital propio como para pasar este tipo de crisis».

Argentina atraviesa desde el año pasado por una crisis económica con alta inflación, depreciación de la moneda, caída del consumo y recesión.

La actividad del sector textil, uno de los más golpeados, cayó -13,6% interanual entre enero y noviembre de 2018.

Para enfrentar la crisis, el gobierno del presidente liberal Mauricio Macri pactó un auxilio de 56.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional, a la vez que se comprometió con un duro ajuste que logre el equilibrio fiscal en 2019.

– Los más afectados –

Las pequeñas y medianas empresas representan 44% del Producto Interno Bruto de Argentina y generan 70% de los puestos de trabajo.

Pero son el sector más afectado por la recesión, según el economista Héctor Rubini, de la Universidad del Salvador. «Al tener poca escala y trabajar con una clientela de mercado interno, se ve muy golpeado por la inflación», explica.

«En situaciones como ésta es cuando más se necesita sostener el negocio con crédito, pero los préstamos son inalcanzables», refiere Rubini.

En 2018, la inflación de Argentina alcanzó 47,6%, una de las más elevadas del mundo y la más alta en 27 años para este país. Además, el peso sufrió una depreciación de 51%.

En reacción, el Banco Central elevó las tasas de interés, que llegaron a rozar 80% y actualmente se ubican apenas por debajo de 60%.

La previsión del FMI es que la recesión continúe en 2019, cuando la actividad económica caerá 1,7%.

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