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“Las piedras de sacrificio” de Víctor Acevedo, un libro de poesía para leerse. Por Luis Chávez

“Las piedras de sacrificio” de Víctor Acevedo

un libro de poesía para leerse

 

Luis Antonio Chávez

Escritor y periodista

Mayo de 2024

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Originario de Jiquilisco, Usulután, Víctor Manuel Morales Acevedo migra hacia el departamento de La Libertad en busca de mejores derroteros, afincándose en la ciudad de Las Colinas, Santa Tecla, luego estudia profesorado en Lenguaje y Literatura en la Universidad de El Salvador, además posee una licenciatura en mercadeo.

La lectura acuciosa y la crítica literaria despierta en Víctor Acevedo la sensibilidad y como todo joven inquieto por la época convulsa e incendiaria en que vivíamos en la década de los 80, se integra al Movimiento de Estudiantes Revolucionarios de Secundaria (MERS-BPR-FPL), para luego recalar en otra de las cinco agrupaciones existentes del FMLN, la Resistencia Nacional (RN), donde colabora en diferentes tareas, sin descuidar su carrera universitaria.

Ser estudiante del profesorado en Letras le demanda poner la mirada hacia los desprotegidos, sumado a la toma de conciencia social impregnada de sensibilidad y solidaridad en su diario vivir, ello le lleva a descubrir la facilidad con que narra historias y pronto comienza a escribir poesía.

Lo académico permite a Víctor Acevedo observar que la metáfora no es lo mismo que la imagen poética, y aquellos primeros escritos comienzan a verter luz para dar un poco del pan que se ha consumido, adornando sus versos con cierta sazón de compromiso social, además descubre que, el brillo de las estrellas sobre el agua, simulaban la herida de un rayo en el río.

El periplo lleva a Víctor Acevedo a formar parte de la Asociación de Estudiantes de Letras, después funda el Círculo Literario Patria Exacta, título retomado de un verso del poeta santaneco Osvaldo Escobar Velado, integrándolo este último junto a otros jóvenes inquietos por la literatura, entre ellos Manuel Saravia, Marcos Alvarenga, Vladimir Cárcamo, Hever Eduardo Carranza, Roberto Gutiérrez (Orestes Figueroa), Mirna Benavidez, Luis Antonio Chávez, Edgar Iván Hernández, Francisco Alfredo Ramírez Gómez, Carlos Roberto y Mauricio Paz Manzano, entre otros, quienes crean su propio órgano de difusión cultural: la revista Germinaciones, donde se imprimen sesudos análisis literarios y muestras de poesía.

Las discusiones literarias al interior de Patria Exacta legan hermosos análisis, asimismo muestran aquellos versos de Víctor Acevedo que ya despunta abriéndose camino en el horno para ver la luz en el Suplemento Cultural 3000, fundado a principio de la década del 90 por Gabriel Otero y César Ramírez (Caralvá) del diario Co Latino.

Dejé de ver a Víctor Acevedo durante dos décadas, hasta que un tal Facebook nos reencontró y hoy me llevo la sorpresa de la publicación de su primer libro de poesía Piedra de Sacrificio, texto que devoré en un santiamén, dejándome la sensación de que dicha obra sería el preámbulo de otros textos de su autoría que están a la cola para ser impresos.

 

Al pan pan y al vino…

Atraído por el comentario hecho por el académico y ex miembro del Círculo literario Patria exacta, Dr. Carlos Roberto Paz Manzano sobre el opúsculo de Víctor Acevedo, quien sostiene que el trabajo poético de Víctor Acevedo “proclama una temática con el sentir de los salvadoreños más golpeados por la guerra… expresa, además, los efectos trágicos de la injusticia y esa visión optimista y necesaria para el progreso”, me interné en la lectura de dicho libro, tratando de indagar qué tan cierta era esa aseveración y dar mi opinión al respecto.

El poemario inicia con un homenaje póstumo a su compañero de afanes literarios Alfonso Hernández (San Vicente 1948), conocido entre las filas de la Resistencia Nacional como el comandante Gonzalo, y en los corrillos literarios como Chiquitón, quien cayera en combate en las faldas del volcán de San Salvador el 11 de noviembre de 1988.

“Comandante de la primavera/ jamás podremos revelar/ que en cada hueco de Guazapa hirviendo/ quedaron tus milímetros de presencia/ en cada hoja/ un espacio de tu sonrisa transparente/ en cada compañero/ una flor gritando tu silencio eterno”.

Ovidio Villafuerte, poeta sonsonateco de grata recordación, decía que en el país hay poetas y versificadores, por lo que al leer los escritos de Víctor Acevedo nos damos cuenta de que sus versos tienen fuerza, líneas que apuntalan el canto con un lenguaje poético de compromiso, pero obvia caer en el panfleto.

“…tomaremos tu cuerpo en el hueco del alma/ porque existes para la vida/ porque siempre fuiste la posibilidad de sortear la noche”, escribe Acevedo en homenaje al comandante Gonzalo, a quien admira, primero por su entrega en la lucha armada con arrojo e hidalguía, segundo, por sus escritos.

Escribir poesía, desde mi óptica, no es sólo tener la habilidad para encontrar la metáfora, sino que debe reunir ciertos requisitos, como métrica (en el ínterin de que busquemos la rima); ritmo, musicalidad… en caso de que escribamos en verso libre.

Así es como nos introdujimos a la lectura de los poemas impresos en Piedra de Sacrificio para aseverar que sus versos no son cualquier bazofia, pues el autor conoce a perfección qué es una metáfora y una imagen literaria, de allí que me atrevo a decir que cuidó cada verso a publicar con el fin de dar un producto más acabado.

Paz Manzano sostiene que el poemario de Víctor Acevedo “redime el sentimiento que crepita en la piedra de sacrificio. Se identifica entonces, con la vida dolorosa acompañada por una guitarra guerrera que hace presencia con su música en el acontecer histórico”.

“Tu estrella recorrió los montes sagrados/ el roblar/ el caballito/ el Tempisque/ derrotando emboscadas a la muerte/ donde nacen los claveles abiertos/ los rayos de sol y luna/ donde la huella de la bota/ dejó un espacio para plantar geranios”, continúa el poeta para celebrar la vida, lo mismo que para homenajear al poeta y comandante Alfonso Hernández.

El dolor y la injusticia se clavan en el pecho del poeta y no se anda por las ramas para cantarle a quienes ofrendaron la vida en la irredenta Guazapa, sangre que caló fuerte en las sienes de Víctor Acevedo, quien, acongojado por la injusticia, lo plasma en el poema:

“…río de guaces rebeldes/ caracol solar incrustado en la patria/ dónde dejó tu simiente/ los sueños gigantes del maíz/ qué encontraron en cada hoja” … “cascabel donde nace el sol/ con la mirada distinta cada día/ llevo el rocío en los dedos/ clavado en la frente guerrera/ como si se tratara de un camino/ o de una oscuridad angustiosa”. (Guazapa)

No hay duda que Víctor Acevedo conoce el oficio de escribir, también aprendió a tallerear (limpiar los poemas), por lo que hoy nos entrega un trabajo más depurado, lleno de energía, aunque sabedor está que la poesía debe “venderse” por si sola, pues el oficio de poeta lo trae, por ello se aleja de ser un simple versificador.

Ahora bien, la poesía escrita por Víctor Acevedo desborda sensibilidad, y nos dice: “ven, andemos los senderos/ dejados para los pies juveniles/ digamos una plegaria/ por la nueva sangre que ha de venir/ elevemos desde estas serranías/ un canto enhebrado entre nostalgias”.

Cada línea escrita en Piedra de sacrificio está meticulosamente elaborada, pues el poeta desborda sensibilidad e ingresa, sin proponérselo o no, al área vernácula. Veamos a continuación otra muestra de su canto.

“Milingo/ en el quemado cuchillo del invierno/ que liberó la agonía de los combatientes…/ Allá en el cerro/ quedaron preñados los sueños rebeldes/ impregnados de amor/ en la primavera del siglo por el sol mancillada” … o cuando nos dice: “Cuando escogí sus pasos/ sabía que la muerte o la vida/ rondarían silenciosas… con una rosa en la mano/…” reseña el poeta, como para dejar constancia de su andar en esta tierra pulgar.

No debo olvidar que el dolor impregnado en la sien de aquellos que de una u otra forma colaboraron en los embates que nos legó el conflicto, nos llenamos de rencor y de esperanza al quebrantarnos por la pérdida de algún compañero, solidaridad que nos envolvió y lo cantamos a través de un poema, tal es el caso de Víctor Acevedo, quien lo canta así:

“Ustedes/ héroes de Guazapa hirviendo/ esmeraldas añiles de una tormenta perfecta/ aquí reposa la violenta madrugada/ del sol que se estrelló/ en la tierra del audaz ocelote…/ Ustedes/ depositaron en la sangre joven del planeta/ la bravura de la caña del maíz/ el mineral retorcido del puñal/ en las cuevas de la historia, el angosto pan/ en las mañanas de café silencioso…” plasma el poeta.

Abramos un espacio en nuestra pequeña biblioteca al poemario Piedras de sacrificio de Víctor Acevedo, mientras degustamos sus versos junto al fogón con un pedazo cemita alta y un buen tazón de café.

 

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