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Las Plumas pagadas de la post guerra…

Mauricio Funes
Expresidente De La República De El Salvador

Monseñor Romero con frecuencia criticaba con dureza, medical en algunas de sus reflexiones dominicales, cialis el fenómeno de lo que él mismo denominaba “las plumas pagadas” o “vendidas” al régimen de turno y que se expresaban en buena parte de los medios de comunicación escritos del país.

En esa época no estaban tan desarrollados los medios televisivos y tampoco existían programas de entrevistas y debates, try como para que hicieran su debut los llamados analistas independientes.

La crítica del obispo mártir quedaba más bien circunscrita a los espacios editoriales e informativos de la prensa escrita y a sus habituales colaboradores.

Lo de “pluma pagada” tenía su origen en el hecho de que los artículos de opinión de estos columnistas no respondían a la búsqueda de la verdad sino a una agenda política comprometida con las atrocidades cometidas por los gobiernos militares de la época.

Más de 30 años después, la situación no ha cambiado mucho.

De estas “plumas pagadas”, o mejor calificadas como “plumas vendidas”, están plagados los medios escritos, y cada vez más los medios digitales y las redes sociales.

Sus escritos no gozan de rigor periodístico y menos, de apego a la realidad.

Se basan en rumores con sabor a calumnia, y lo más que llegan a publicar son “medias verdades” o verdades a medias presentadas como hechos consumados.

Los intereses que defienden son de los más variados, pero todos ellos, movidos por el lucro y el apetito económico.

Lo novedoso de hoy en día es que ya no cuenta la identidad ideológica o política del financista.

En el pasado eran por lo general plumas de derecha indentificadas con la derecha en el poder.

Ahora vemos “plumas de izquierda”, o que se habían presentado hasta hace unos años como identificadas con la izquierda, contratadas o pagadas por “financistas de derecha”.

Son las mismas plumas que han omitido los sonados casos de corrupción destapados el año pasado, como los desvíos de la cooperación taiwanesa bajo el gobierno Flores o la venta fraudulenta de las acciones de La GEO a ENEL, y en cambio, han levantado dudas sobre decisiones o actos gubernamentales, que tienen una explicación amparada en la ley, para tirar una cortina de humo sobre evidentes ilícitos cometidos por ex funcionarios de gobiernos anteriores.

Estas plumas suelen aparecer en época de elecciones y venden sus principios , y en algunos casos, hasta su formación profesional, al mejor postor o al que “mejor pague”.

Uno de las más recientes revelaciones tiene que ver con los medios digitales.

La Revista Factum.com, dirigida por Héctor Silva h., surge al mundo digital patrocinada por un conocido empresario, metido ahora de candidato para las elecciones de este año.

El propósito aparente es desarrollar investigaciones periodísticas sobre temas relacionados con el crimen organizado y la corrupción gubernamental.

Temas a los que el periodista y ex funcionario de gobierno parece estar familiarizado en su paso por los medios escritos como por las esferas gubernamentales.

Al final, la agenda de la revista en mención ha terminado marcada por la actitud irreflexiva y vengativa del empresario que la financia.

Acá el problema no es el financiamiento en sí mismo, puesto que todo medio necesita de un capital inicial para surgir.

Lo complicado del asunto es que el patrocinador de la revista impone su agenda y afán de venganza al enfoque editorial del medio.

Sabemos que la intolerancia de este empresario al crecimiento de uno de sus competidores en el negocio de la harina de trigo y la falta de colaboración recibida, según él, por algunas instituciones del Estado para aplastar y enterrar a este grupo empresarial hasta sacarlo del mercado, le ha llevado a patrocinar este nuevo proyecto periodístico para su capricho personal.

De ahí que la motivación periodística para publicar algunas de sus investigaciones poco o nada tiene que ver con el supuesto propósito de su surgimiento como medio de comunicación vinculado al destape institucional.

El financista de la revista utiliza el medio para despotricar y dañar la imagen de áquellos que no le ayudaron a quedarse con el monopolio de la producción y comercialización de la harina en el país, así como a utilizar los resortes del Estado para desarrollar negocios de dudosa reputación.

Cuando en una investigación periodística predomina la agenda personal del dueño del medio, y el periodista acaba empeñando su pluma para satisfacer el proyecto de su financista, no sólo éste y el medio en cuestión pierden credibilidad, sino que se convierten ambos en una peligrosa arma que atenta contra la democracia y las libertades fundamentales.

Las plumas pagadas tienen que ser desterradas de nuestro país, y los medios que permiten sus escritos, deben dejar de ser leídos o consultados por la población.

Tenemos que hacer algo parecido a lo que respondía el ex presidente Duarte cuando se le preguntaba por las críticas habituales que El Diario de Hoy hacía a su gobierno: “…como buen salvadoreño – decía- yo no leo El Diario de Hoy…”

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