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Las posadas de doña Miriam

 

Marlon Chicas – El Tecleño Memorioso

“En el nombre del cielo, os pido posada, pues no puede andar, mi esposa amada”, fragmento de las letanías de los Santos Peregrinos en búsqueda de albergue, previo al nacimiento del Niño Jesús en Belén, que año con año se representa en todo el mundo durante las tradicionales posadas navideñas.

Esta bella tradición, según registros, se remonta a los primeros misioneros venidos de España a México, quienes tenían la misión de evangelizar a los pueblos originarios. De acuerdo con dichos escritos, son los padres agustinos los creadores de esta práctica, con el fin de evangelizar; por lo que transformaron ciertas fiestas prehispánicas a cristianas, para el caso en mención las posadas navideñas.

Uno de estos lugares donde se establecieron los misioneros agustinos fue en San Agustín Acolman; a unos kilómetros al noroeste de Ciudad de México, con dirección a las famosas pirámides de Teotihuacán. En ese lugar se originó la tradición de las posadas navideñas a finales del siglo XVI.

En El Salvador, no se tiene conocimiento de fecha exacta en la que se comenzó a celebrar la navidad y las tradiciones que le rodean; que con el pasar del tiempo, se ha transformado y adoptado nuevas costumbres, sin dejar de lado la influencia de la religión católica, en opinión del historiador salvadoreño Israel Cortez.

En Santa Tecla, esta bella tradición se mantiene vigente a lo largo de treinta años, gracias al empeño y dedicación de Ana Miriam Burgos de López, quien lo heredó de las señoras pertenecientes a la Legión de María, que eran las encargadas de promover esta manifestación de fe, en una conocida urbanización al norte de la ciudad.

Ana Miriam Burgos, nació un 07 de marzo de 1948 en Santa Tecla, hija de Jesús Burgos (+) y Miguel Ángel Pineda (+). Su formación escolar la desarrolló en las escuelas María Mazarello, Pilar Velásquez y Centroamérica de esta localidad, desde su infancia fue allegada a las actividades religiosas.

En cuanto a su compromiso de promover y preservar esta bella tradición cristiana, esta su alto grado de responsabilidad, ya que cuando su antecesora se retiró de esta función, doña Miriam lo asume con dedicación hasta el día de hoy, por lo que a inicios del tiempo de adviento se encarga de motivar a los niños de la colonia a participar de esta; por lo que invierte algunos recursos en la elaboración de vestimentas propias de la época.

A través de las posadas doña Miriam, busca llevar un mensaje de amor, esperanza y fe en Nuestro Señor Jesucristo a las familias tecleñas, para que sea él quien habite en sus corazones y les inunde de paz y misericordia. Para nuestro personaje, la algarabía que despierta en los niños esta linda creencia, le estimula a continuar hasta el último día de su vida.

¡Doña Miriam y sus posadas!

 

 

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