Iván Escobar
Colaborador
La Navidad es una época para compartir en familia y amigos, así como recordar los momentos de infancia, entre estos los regalos que recibimos, o esperamos por mucho tiempo; la pólvora que reventamos las noches previas al 24 o el 31 de diciembre, así como la emoción en los hogares al momento de poner el “nacimiento”, aquella representación de la ciudad de Belén, con figuritas de barro, el árbol y otras decoraciones propias de la época.
Pero, también, las familias en esta temporada se apegan a las tradiciones religiosas, es así como la Iglesia Católica, los cuatro domingos previos a la nochebuena los dedica a la oración y la reflexión, a través de la oración de la “corona de adviento”. Es un tiempo de preparación para la llegada del hijo de Dios.
No obstante, el paso de los años ha traído a los países de Latinoamérica, y El Salvador no es la excepción, el uso de excesivos productos que van desde deslumbrantes luces, decoraciones, utilización de símbolos propios de la navidad y provenientes de otras regiones que se adoptan como propios y se ajustan a lo local. Esto se replica tanto en los hogares, como en las principales localidades, colocando impresionantes árboles de navidad y decoraciones extravagantes.
Los hogares salvadoreños, en tanto, a pesar de contar con luminosas guías de luces, en su interior dejan de lado tradiciones propias y que en el pasado eran de gran agrado y motivación para muchos. En este 2024, las decoraciones y los árboles de navidad abundan, no obstante, los “nacimientos” cada vez desaparecen, se limitan a colocar el misterio (José, María, el niño Jesús, la mula y el buey, y los reyes magos, y un ángel en ocasiones), figuras representadas en diversas formas y materiales.
Las figuritas de barro, que representan escenas cotidianas de la campiña salvadoreña, mercaditos, casamientos, granjas o ranchos, lagos o ríos, casitas de cartones entre otras escenas, originales la mayoría de estas de la localidad de Ilobasco, en el departamento de Cabañas.
En la ciudad, cada año los puntos de ventas de estos productos locales, están en extinción, después de ser en el pasado parques o plazas con múltiples puestos donde llegaban las familias a escoger sus figuras favoritas o “novedades”. Hoy en día se les permite vender en una cuadra los pocos puestos autorizados por la municipalidad capitalina. Se les autoriza las semanas previas a la navidad, en las cercanías del parque Bolívar.
“Las ventas están malas, ya no es como antes”, aseguró Juan E., un comerciante que lamenta que hoy ya no es lo mismo, y confirma que la gente solo compra luces o cosas plásticas, “el producto en barro es contado quien lo adquiere”, precisa.
El MUA rescata tradiciones
El Museo de Antropología de la Universidad Tecnológica, ubicado en la esquina de la Calle Arce y la 17 Av. Norte de San Salvador, es decir, a solo dos cuadras de donde están autorizados los vendedores de productos navideños, inauguró a inicios de diciembre del presente año, una exposición dedicada a los nacimientos o “pesebres”, como parte de su agenda de trabajo cultural, y que en la actualidad lo ubica como un punto de expresión artística de la ciudad.
“Este día, el coro y el grupo de danza de la Universidad Tecnológica de El Salvador, recorrieron los diferentes pasillos de esta institución de Educación Superior ofreciendo villancicos navideños…Es ya la Navidad en la Utec. Es en este contexto, que ofrecemos la exposición museográfica, donde mostramos a Jesús, que, siendo divino, eligió nacer en circunstancias humildes, en un pesebre, para acercarse a todos los seres humanos, sin importar su condición social o económica; y con el único propósito de mostrar su amor incondicional y la gracia de Dios hacia la humanidad”, compartió el pasado 7 de diciembre, Ramón Rivas, director de Cultura de esta institución.
Las posadas en solitario
En algunas comunidades o colonias se suelen llevar a cabo aún las tradicionales pastorelas, y posadas, estas últimas que se realizan entre el 16 y el 24 de diciembre, que consiste en visitar los hogares, y dejar las imágenes de José y María, en representación de su peregrinar para encontrar un lugar en el cual naciera el hijo de Dios. Las posadas son de origen mexicano, pero son adaptadas en varias naciones de Latinoamérica.
Las Posadas tienen su origen en las tradiciones españolas traídas a América Latina durante la época colonial. “En El Salvador, se han adaptado y mantenido vivas, siendo un reflejo del sincretismo cultural y religioso del país”, según “todo turismo.sv”.
“Doy gracias a Dios porque él me ha traído y me ha dado fuerzas para llegar hasta este hogar, donde nos reciben con amor, hay otros lugares donde ya no quieren recibirnos”, comenta Gisela Rodríguez, una de las últimas rezadoras de la Parroquia Divina Providencia, en la Colonia Atlacatl, de San Salvador, que año con año recorre la zona en busca de albergue para las imágenes de José y María.
Gisela es una persona adulta mayor, que con dificultad mantiene viva esta tradición en esta comunidad, a pesar de que muchos hogares no le abren las puertas, mostrando su indiferencia a una tradición con la que muchos crecieron, ella no se rinde y continúa su devoción.
Junto a Marina Franco viuda de Ortiz, llegaron el pasado domingo 15, a uno de los hogares de esta comunidad. Entre el silencio de la tarde, cerca de las 7:00 p.m., con un silbato y un par de palillos, llamando la atención, sin faltar los típicos cantos del peregrinar de los padres santos. La imagen de Jesús y María, llega así al hogar, y el siguiente día, Gisela llegó por los peregrinos, para recorrer los pasajes y dejarlos en resguardo en otra casa.
Así continuará su caminar, hasta el 24 de diciembre, cumpliendo la tradición que aprendió junto a sus amigas y compañeras de oración.
“Me da nostalgia recordar que ya no está nuestro grupo, nos llamaban “las palomitas”, porque siempre vestíamos de blanco el jueves”, dice con tristeza, pero fortalecida en la oración y la veneración. El grupo de mujeres rezadoras, eran como 20, pero todas han fallecido a la fecha. Ella, es la última de las rezadoras de la colonia, con ella se preserva la tradición que poco a poco se apaga, las nuevas generaciones esperan que sea retomada por las nuevas generaciones. Su hija y su nieta, siguen sus pasos, y continúan junto a ella, este caminar.
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