Por Abdul Hadi Habtor/Ian Geoffrey Timberlake
Riad/AFP
Las seis monarquías árabes sunitas declararon este miércoles «terrorista» al Hezbolá chiita, sovaldi un actor clave en Líbano y apoyo incondicional del presidente Bashar al Asad en la guerra en Siria.
Esta medida interviene un día después de un violento discurso del jefe del Hezbolá, Hasán Nasralá, que acusó a Arabia Saudita, jefe de fila del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), de actuar para una «sedición entre musulmanes sunitas y chiitas».
«Los Estados miembros del CCG decidieron considerar la milicia (del Hezbolá) como una organización terrorista, incluyendo a sus dirigentes, facciones y asociaciones», anunció Abdelatif Zayani, secretario general de la organización regional, formada por Arabia Saudita, Bahréin, Catar, Emiratos Árabes Unidos, Omán y Kuwait.
Zayani justificó esta decisión debido a «la continuación de las acciones hostiles de las milicias (del Hezbolá), que reclutan a los jóvenes (del Golfo) para cometer actos terroristas».
En un comunicado, acusó al Hezbolá de «tráfico de armas y de explosivos, de sedición e incitación al caos y a la violencia, lo que constituye una flagrante violación de la soberanía y de la seguridad» de las monarquías árabes.
Esta medida, la primera de este tipo tomada colectivamente por los países del CCG, interviene en un contexto de fuerte tensión entre las monarquías sunitas y el Hezbolá, acusado de servir de enclave al Irán chiita y de inmiscuirse en los asuntos de los países árabes.
La tensión se ha cristalizado en torno a la guerra en Siria, donde Irán y el Hezbolá apoyan al régimen del presidente Bashar al Asad, combatido por una rebelión respaldada por las monarquías del Golfo.
Medidas de represalia
Arabia Saudita fue durante mucho tiempo un gran aliado y donante de fondos de Líbano, antes de que el Hezbolá se impusiera en la escena política en 2005.
Sus detractores acusan al Hezbolá de dominar el país y de utilizar su arsenal para controlar las decisiones del gobierno.
«Los abusos de la milicia del Hezbolá en los países del CCG y sus actos terroristas y de incitación en Siria, en Yemen y en Irak (…) constituyen una amenaza para la seguridad nacional árabe», recalcó Zayani en su comunicado.
Anunció al mismo tiempo que tomarían medidas «apropiadas» contra el movimiento, sin precisar cuáles.
Hasta ahora, las monarquías árabes reaccionaron individualmente contra el Hezbolá.
Por su parte, el líder de Hezbolá, Hasán Nasralá, acusa a Arabia Saudita de «crímenes» en Yemen, donde dirige desde hace casi un año una coalición arabo-sunita contra los rebeldes proiraníes.
Los ataques en enero contra la embajada saudita en Teherán tras la ejecución del líder chiita saudita Nimr Al Nimr aceleraron las medidas de represalia.
Relaciones con Irán
Antes de declararlo grupo «terrorista», el reino saudita pidió en febrero a sus nacionales que se fueran de Líbano y desaconsejó los viajes a este país.
Suspendió también los programas de armamento de 4.000 millones de dólares para Beirut y sancionó las empresas relacionadas con el Hezbolá.
Por solidaridad, las otras monarquías del CCG, excepto Omán, pidieron también a sus nacionales que abandonaran Líbano.
Estas ricas monarquías petroleras, donde viven importantes comunidades libanesas de todas confesiones, inclusive chiita, llevaron a cabo a partir de junio de 2013 sanciones contra miembros del Hezbolá en represalia a la intervención armada de la milicia en Siria.