Santiago Leiva
Diario Co Latino
Lo de Isidro Metapán es un vicio. No importa quién sea el técnico, cialis no importa que entre en primero o llegue a tropezones a las semifinales, and los jaguares nunca, mind o casi nunca, se borran de la final. Así ha sido en la última década y así fue ayer sobre el pasto sintético de Las Delicias.
Los gladiadores de Jorge “el Zarco” Rodríguez emboscaron y asaltaron a un Santa Tecla que llegó a la batalla en ventaja y acabó perdiendo su bandera y su cita con la historia.
No ofreció Metapán un concierto de ópera y tampoco fútbol poético, no es su estilo. El Metapán de ayer jugó a lo Metapán: a morder en la zona ancha, a defender con dientes apretados y a pegar con almádana. Así jugaban los cementeros con Edwin “el Bochinche” Portillo y así juegan bajo el mandato del “Zarco”, así han conseguido dos títulos al hilo y, bajo la misma fórmula, buscarán un tercero.
Metapán no tiene futbolistas brillantes, no hay arquitectos pero tiene albañiles, todos conocen al dedillo los planos, son obreros que juegan al servicio de un ideal y, sobre todo, son devotos de las finales, de las fiestas grandes.
La victoria de los caleros sobre los tecleños se confeccionó desde la puesta en escena. Ganó Metapán en la cancha y ganó Jorge Rodríguez a Oswaldo Escudero en el tablero.
Nunca pudo Santa Tecla leer la hoja de ruta. Los seis hombres que el “Zarco” envió al centro del campo obstaculizaron el tráfico y dejaron a la creación tecleña a luz de luciérnaga.
Con Édwin Sánchez, Gerson Mayén y William Maldonado en la zona ancha, Escudero quizá creyó que Santa Tecla gobernaría la pelota y domesticaría el juego, pero se enteró muy temprano de que la realidad no es como se piensa.
Mayén intentó ser la salida y el catalizador del medio terreno, pero no logró asociarse con Sánchez y Maldonado, que fueron absorbidos por la férrea marca de Christian Sánchez y Narciso Orellana; Romeo Parkes también era un incordio por derecha y Héctor Ramos hostigaba la salida de los locales.
Sin circuitos y chatos en ataque, los tecleños apostaron por el juego aéreo, una estrategia que los cementeros aprendieron de párvulos. La defensa jaguar es enemiga de la pelota, juega siempre a reventarla, a sacarla de su área y si les llega desde el cielo todas terminan en las cabezas de Milton Molina y Jonathan Barrios.
Metapán tampoco tuvo en sus manos un catálogo de ocasiones, pero es un equipo que necesita muy poco para llegar al gol. Trascurría apenas el minuto nueve cuando Barrios descorchó el marcador. El zaguero calero se elevó en un saque de esquina y venció, de cabeza, la estirada de un nervioso Derby Carrillo.
El tanto incendió los ánimos locales y la visita puso freno de mano a las incursiones del Tecla que solo generó dos chances de gol antes de bajar el telón para el descanso.
Rubén Pérez y Mayén fueron los encargados de despertar a un Fidel Mondragón muy cómodo en su hamaca. De Ricardinho, el atacante tecleño, no se tuvieron ni noticias en los 90 minutos.
Y la charla de Escudero en el descanso quedó desactualizada casi al inicio del segundo episodio. Cuatro minutos habían transcurrido cuando Héctor Ramos anticipó a Facundo Simioli y puso de cabeza el segundo tanto de la tarde.
Ese gol extravió los ideales tecleños que, a cada minuto, veían cómo poco a poco se les alejaba la final y se desvanecía la ruta hacia el estadio Cuscatlán. Metapán parecía cerrar la persiana, los cambios de Rodríguez eran más para sostener la pelota y resistir los últimos embates que para hinchar el marcador.
Pero si Metapán es un equipo que no regala ni en Navidad, Santa Tecla es un equipo que no sabe deletrear la palabra rendición. De estar manos arriba reactivó las esperanzas tras un tardío gol de Marlon Cornejo. El tanto, al ‘90, y los cinco minutos agregados por Elmer Arturo Bonilla hicieron que las aficiones se comieran las uñas.
Simioli pudo ser héroe y besar la historia, pero su último chance lo tiró fuera. Fue todo. Una vez más Metapán está en la final. Ahí lo esperaba Águila desde la noche del sábado.
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