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Lecciones de la jornada

José M. Tojeira
José M. Tojeira

José M. Tojeira

Podemos comenzar preguntándonos por qué en esta elección presidencial fue menos gente a votar. Y la respuesta no es fácil. En primer lugar hay que reconocer la labor del Tribunal Supremo Electoral. El voto residencial multiplicó por tres los lugares de votación, healing salve acercando sensiblemente el hogar al lugar del voto y facilitando el ejercer este derecho básico de la democracia. A pesar de la lentitud con la que operó el último día, sale cialis sábado, prostate cialis el Tribunal fue más equitativo y proactivo en estas elecciones de lo que fue en las elecciones de hace cinco años. Suprimió publicidades innobles y promovió un primer debate presidencial que, aunque con limitaciones serias, fue sin duda equitativo en tiempos y preguntas. También, a pesar de las agrias discusiones, la campaña fue menos agresiva en la actualidad que hace cinco años. Los propios medios de comunicación, especialmente los más grandes, que participaron hace cinco años en una campaña asquerosa, fueron más equitativos con la información en esta oportunidad. Todo hacía presumir una votación masiva, y sin embargo la participación ciudadana porcentual bajó notablemente.

No es fácil dar con la respuesta exacta, pero podemos avanzar algunas ideas. Los candidatos no ofrecían mayor novedad, al ser viejos gladiadores políticos, incrustados en las políticas tradicionales de sus partidos. Partidos a su vez que han mostrado una severa incapacidad a la hora de solucionar con rapidez y eficacia problemas clave como la violencia, la crisis económica o los problemas y deficiencias serias en el área de salud y educación, a pesar de algunos avances notables en las últimas áreas, como los ECO y la Escuela de tiempo pleno, que generalmente todos los partidos coincidían en la necesidad de mantenerlos y ampliarlos. Probablemente había desencanto con el tipo de candidatos, poco originales y sin un perfil que añadiera novedad a la realidad salvadoreña. Y para terminar de rematar el asunto la campaña, en vez de centrarse en los problemas estructurales del país, acabó concentrándose en ataques de tipo personal entre el partido ARENA y el Presidente de la República. La palabra acuerdos nacionales, que cada vez más número de personas ve como indispensable para salir de la situación de crisis del país, brilló por su ausencia durante una campaña que no puede catalogarse más que como pobre.

Con todo y lo dicho, la fuerte diferencia de votos en favor del FMLN parece reflejar la voluntad de los salvadoreños hacia un estilo de gobierno que se preocupe más por los empobrecidos de nuestro país y por los sectores de bajos recursos. ARENA ha fallado en su propaganda, con frecuencia errática con respecto a algunos de los apoyos a la población. Menospreciar los uniformes y útiles escolares, aunque después dieran marcha atrás, fue, entre otros, un error que se paga. Con mayor o menor acierto, la gente desea un gobierno que se preocupe por los más pobres y por las difíciles circunstancias en las que muchos viven. Y una cierta prepotencia de sectores medios contra los subsidios y apoyos gubernamentales genera miedo respecto a lo que haría un partido con fama bien ganada de ayudar más a los ricos que a los pobres. La misma participación de ciertos sectores de la empresa privada apoyando a ARENA ha reflejado esa idea y ha volcado a un sector de la pobreza, que en un tiempo apoyó a ARENA, hacia las filas del FMLN. El descontento de un sector de la clase media con el FMLN no ha podido compensar la sangría de votos que ha tenido el partido de derechas en los sectores más débiles y desamparados de la sociedad. La clase media, cuando no cree en los políticos, tiene una tendencia mayor a no votar. Acudir a la afirmación general de que las maras no dejaron participar en las elecciones a la gente no es más que otra desacertada manera de reflejar la rabieta de ARENA por los malos resultados.

Salvador Sánchez Cerén, que se mueve mucho mejor en los contextos alegres que en los confrontativos, dijo algo muy importante en su mensaje de final de la primera vuelta. Habló de acuerdos nacionales en el contexto de la oferta de colaboración del expresidente Saca. Al fin la palabra acuerdos aparece en nuestro contexto electoral. Si en esta segunda vuelta los dos partidos contendientes empezaran a exponer en el debate público los que serían según ellos las bases de un acuerdo nacional, nos harían sin duda un gran favor a todos. Porque cada vez está más extendida la idea, a mi juicio correcta, de que ningún partido en solitario puede enfrentar tanto los problemas como los retos y desafíos que el país ya tiene y con los que chocará con mayor dureza en su futuro inmediato. Sánchez Cerén, favorito para esta segunda vuelta, necesita a ARENA como oposición leal y capaz de llegar a acuerdos de nación. Y Quijano, aunque los vientos le estén soplando en contra, en vez de hablar de que lucha contra monstruos, con lo que se victimiza a sí mismo al tiempo que insulta a quienes votaron por el FMLN y magnifica a sus contendientes, haría mucho mejor en concretar sin saña su plan de país. Y ofrecer a la ciudadanía pactos de nación dialogables con el FMLN, tanto desde el gobierno, si llegara a ganar, como desde la oposición. Nadie gobierna un país insultando a la mitad del mismo. Hablar de acuerdos necesarios ante los grandes problemas del país, beneficia no sólo a ARENA y al FMLN si lo hacen, sino a todos los que amamos y queremos a El Salvador, aunque pensemos distinto y tengamos diferentes posturas frente a los problemas. La mayoría de la gente buena de nuestra patria, esa gran mayoría que está en la base de todos los partidos, quiere salir de los problemas juntos y con un verdadero espíritu fraterno. Escucharlos es un imperativo ético. Olvidarlos es una mala política.

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