José Roberto Osorio
Sociólogo
Se supone que –por lo menos- las instancias y personas que tienen como modus vivendi la política, estarían obligadas a leer de manera crítica y objetiva, los resultados de las elecciones del 3F, con miras a sacar conclusiones y lecciones que les sean útiles, uno para gobernar y los otros para rehacer su vida institucional y pública; en particular por que no es primera vez en la historia del país, que tras perder las elecciones y salir de la administración pública, los partidos políticos prácticamente desaparecen.
Antes de ofrecer a la posible discusión algunas reflexiones en el sentido apuntado, es conveniente mirar los hechos. Con arreglo a cifras oficiales, los votantes sumaron 2,733, 178, número equivalente al 51.88 % del padrón electoral, siendo la segunda votación de la posguerra con el menor número de votantes.
Los sufragios válidos se establecieron en 2,701,992. Las adhesiones para el candidato ganador sumaron 1,434,856 votos (53.10 % del total); la segunda posición fue obtenida con la cantidad de 857,084 (18.2 %) y el candidato que se ubicó en la tercera posición obtuvo 389,289 sufragios (14.41 %). El candidato ganador, aventajó en 577,772 sufragios al que obtuvo la segunda posición y en 1,045,795 votos, al tercero. El candidato de la segunda posición superó en 467,795 votos, al que se ubicó en la tercera casilla.
Algunas lecciones que pueden derivarse del análisis son, por ejemplo.
1.- Las encuestas funcionan. Por más esfuerzos realizados para desestimar los resultados de las continuas encuestas realizadas, los resultados finales avalaron las estimaciones. 2.- La mala gestión pasa la factura. Los ciudadanos son capaces de valorar la gestión realizada, y castigar con su voto a lo que consideran la gestión realizada. En particular las percepciones de corrupción e incapacidad son elementos definitorios en la decisión de voto. 3.- Los tiempos de gestión se acortan. ARENA gobernó veinte años, el FMLN, la mitad de ese tiempo. 4.- Regalar ya no funciona. Las personas toman los regalos, pero no venden su dignidad ni su voto. Los salvadoreños quieren seguridad y trabajo decente. Ganarse honradamente la vida y no que se les otorguen dádivas. 5.- La gerontocracia tiene sus límites. Los partidos deben renovarse, ampliar su membresía y refrescar sus dirigencias. Oligarquías internas no producen buenos resultados. 6.- Fortalecer la democracia interna. Los partidos deben mejorar sus procesos internos y hacerlos verdaderamente democráticos. A falta de condiciones democráticas internas las “primarias”, son prácticamente elementos destructivos de los partidos. 7.- La locura de las repeticiones. Se atribuye a Einstein la frase: “…locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados”. Ganó el candidato de la campaña más creativa, usando la tecnología disponible, dirigiendo sus mensajes a la juventud. Ya no se puede participar en elecciones usando modelos tradicionales. 8. Los principios cuentan. Conviene que los políticos practiquen efectivamente la axiología que predican. Los votantes identifican cuando se trata solamente de posturas falsas. 9. Escuelas de democracia y de gestión pública. Los partidos deberían convertirse en escuelas de democracia y de generación de “cuadros”, capaces de realizar una buena gestión pública, si son elegidos. Se debe atraer a profesionales, científicos, personas capaces, inteligentes y éticas que otorguen credibilidad a los partidos.
Sin embargo son los especialistas, los que con mejor criterio pueden iluminarnos con sus reflexiones sobre el tema.