@arpassv
El Presidente Salvador Sánchez Cerén declaró que su gobierno “dará otros pasos” en rechazo a la destitución de la presidenta brasileña Dilma Rousseff, porque “no debe permitirse ninguna modalidad de golpes de Estado”.
La semana pasada el gobierno se solidarizó con Rousseff y rechazó su destitución, aunque no la calificó de golpe de Estado ni anunció ruptura de relaciones con la administración golpista de Michel Temer.
En el comunicado expresó su “más enérgico rechazo a la manipulación política que llevó a la destitución de la Presidenta Dilma Rousseff, sin haberse comprobado ningún crimen de responsabilidad, que es la causal para el impeachment establecido en la Constitución brasileña”.
También consideró que “esa decisión (el impeachment) atenta contra los avances políticos y sociales alcanzados por Brasil en los últimos años y representa una seria amenaza para la democracia, la paz, la justicia, el desarrollo y la integración latinoamericana”.
En tal sentido, generan expectativas las declaraciones de Sánchez Cerén sobre dar “otros pasos” en el rechazo al golpe perpetrado por la derecha brasileña. Ojalá no se quede sólo con el anuncio y concrete en acciones una postura más contundente frente a este atentado contra la democracia en el Continente.
Por su parte, el gobernante partido FMLN deber aprender las lecciones del golpe en Brasil. Atilio Borón recomienda tres:
Primera: cualquier concesión a la derecha por los gobiernos progresistas sólo sirve para precipitar su ruina. “El PT (Partido de los Trabajadores) cometió ese error favoreciendo al capital financiero, a ciertos sectores industriales, al agronegocio y a los medios más reaccionarios”, señala el politólogo argentino.
Segunda: no olvidar que los procesos políticos no sólo transcurren por canales institucionales, sino también por “la calle”. “El PT desmovilizó sus militantes y simpatizantes y los redujo a la inerme condición de base electoral”, señala Borón; y agrega que, “cuando la derecha se lanzó a asaltar el poder y Dilma esperaba una multitud de apoyo, apenas había un puñado de descorazonados militantes, incapaces de resistir la ofensiva institucional de la derecha”.
Tercera: las fuerzas progresistas no pueden caer en el error de apostar todas sus cartas únicamente en el juego democrático-electoral. “No se debe olvidar que para la derecha la democracia es sólo una opción táctica y descartable”, advierte el intelectual de izquierda.
Por eso recomienda que las fuerzas del cambio tengan siempre “un plan B” para enfrentar las maniobras de la burguesía y el imperialismo, que manejan a su antojo la institucionalidad estatal. “Y esto supone organización, movilización y educación política del conglomerado popular”, afirma Borón.