Río de Janeiro/dpa
La jornada del viernes en la piscina olímpica de Río de Janeiro será recordada por la gesta de Katie Ledecky, que completó su trébol dorado con récord mundial en los 800 libre. Sin embargo, la imagen insólita la dejó el podio de los 100 mariposa, donde el gigante Michael Phelps se subió al segundo escalón agarrado de la mano con otros dos nadadores para colgarse una plata compartida por los tres. En su distancia predilecta, Ledecky batió su propia plusmarca en casi dos segundos, dejando a una gran distancia a la británica Jazz Carlin, que se colgó la plata, y la húngara Boglarka Kapas, bronce.
Con su triunfo, la superestrella estadounidense de 19 años completó su trébol dorado en Río después de imponerse ya en el 200 y el 400 libre e igualó la gesta de su compatriota Debbie Meyer en los Juegos Olímpicos de México 1968.
También logró en Río el oro en los relevos 4×200 libre y la plata en el 4×100, lo que la consagran como una de las grandes estrellas de los Juegos brasileños.
Como se esperaba, Ledecky superó por enorme margen a sus rivales, sacándole casi una piscina de ventaja a las últimas. Tocó la pared con un tiempo de 8:04,79 minutos, unos 1,89 segundos por debajo de la plusmarca que había logrado el 17 de enero pasado en Austin (8:06,68).
La española Mireia Belmonte, plata en 2012 y doble medallista olímpica en Río, se despidió de Río con una cuarta plaza. De haber sumado medalla, hubiera igualado con cinco al piragüista David Cal como el deportista español con más preseas en Juegos Olímpicos.
En la última prueba individual de su carrera, Michael Phelps debió conformarse con una medalla de plata, pero fue protagonista de uno de los momentos más curiosos de la natación carioca.
El singapurense Joseph Schooling, de 21 años y debutante en unos Juegos, fue el sorprendente vencedor de los 100 mariposa con un tiempo de 50,39 segundos, nuevo récord olímpico que da además el primer oro de la historia a su país en unos Juegos.
Pero la noticia llegó por detrás. A 75 centésimas del ganador, tres nadadores tocaron la pared al mismo tiempo: Phelps, el sudafricano Chad Le Clos, su histórico rival, y el húngaro Laszlo Cseh. Los tres subieron luego agarrados de la mano al segundo escalón del podio, mientras Phelps reía con claras muestras de divertirse con la insólita situación.
“Un triple empate es bastante salvaje”, dijo Phelps. “Primero vi un segundo junto a mi nombre, luego miré otra vez y me volví hacia Laszlo y Chad como diciendo: ‘uh, hemos empatado’”.
La leyenda estadounidense cerró así con una tercera presea las pruebas individuales que disputó en Brasil tras ganar los 200 mariposa y los 200 estilos. Una cosecha que pocos hubieran imaginado cuando se auto-ingresaba en una clínica de rehabilitación por sus problemas con el alcohol y era marginado de los Mundiales de Kazán.
El nadador de 31 años celebró también en los relevos 4×100 y 4×200 libre de Río, a lo que podría añadir mañana un triunfo en los 4×100 estilos para poner fin a los Juegos -y a su carrera- con un inolvidable “sextete” de medallas.
Venerado como un dios por el público brasileño, a Phelps sólo le queda ahora una última velada junto a sus compañeros de equipo. Y el horario ya está marcado en rojo por todos los amantes de la natación y del deporte: será a las 23:04 del sábado (02:04 GMT del domingo), la última de todas las pruebas de natación en Río. Y la última también del deportista más laureado de toda la historia olímpica.