Alberto Romero de Urbiztondo
@aromero0568
En los medios de comunicación ha circulado la noticia del encubrimiento por el Vaticano de la pederastia de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, poderosa organización católica mexicana. Las más altas jerarquías de la Iglesia Católica, recibieron desde 1943, denuncias de abusos sexuales en el seno de los Legionarios de Cristo. Karol Wojtyła, Papa Pablo II, protegió a su fundador, presentándolo como “guía eficaz de la juventud”, porque le organizo multitudinarios recibimientos en sus vistas a México. Joseph Ratzinger, cuando era presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, antigua Inquisición, a pesar de tener información sobre sus abusos sexuales no lo condenó, hasta que ya nombrado como Papa Benedicto XVI, le oriento retirarse a hacer vida de oración.
Los Legionarios de Cristo tienen amplia presencia en El Salvador, son dueños del Colegio “Higlands”, para familias de altos ingresos. Regentan el Colegio Mano Amiga, para familias de bajos recursos. Promueven el movimiento adolescente “Encuentros, Convicciones y Decisiones” (ECYD), el femenino llamado Giro y el masculino Eagles y organizan el Movimiento Juventud, Familia y Misiones, unas de las organizaciones que se opuso a la despenalización del aborto por causales.
Si bien el carácter laico del Estado garantiza la libertad religiosa y de pensamiento, también debe garantizar el derecho de niñez y adolescencia a una educación que cumpla los principios que contempla la Ley General de Educación, en su “Art. 2.- La Educación Nacional deberá alcanzar los fines que al respecto señala la Constitución de la República: b) Contribuir a la construcción de una sociedad democrática más próspera, justa y humana; c) Inculcar el respeto a los derechos humanos y la observancia de los correspondientes deberes; d) Combatir todo espíritu de intolerancia y de odio”. Para ello es necesario que el Ministerio de Educación y el Consejo Nacional de la Niñez y de la Adolescencia (CONNA), supervisen el trabajo de los Legionarios de Cristo, dado sus prolongados antecedentes de abuso y encubrimiento.