@davidmar2105
Desde lo más profundo de la montaña, en el municipio de Olopa, de Chiquimula, Guatemala, baja con delicadeza un pequeño nacimiento de agua que va recorriendo varios metros en un tubo que le conduce hasta caer en una pequeña poza, líquido que más adelante se convierte en: el río Lempa.
Este caudal recorre más de 400 kilómetros entre los países de Guatemala, Honduras y El Salvador, siendo este último el que más se beneficia, pues una gran parte es utilizada para energía eléctrica y para el consumo humano.
Pero está en problemas. Desde que toca tierra en esta pequeña poza ya está contaminada, y recorre así las tres cuencas de estos países centroamericanos poniendo en peligro la salud de la población y de la fauna marina que en él vive.
No es para menos, desde su nacimiento hasta llegar El Salvador, tiene una presión de 4,5 millones de personas, tomando en cuenta los beneficios de café y parcelas agrícolas, quienes se benefician de él y también lo contaminan. Situación que ha alarmado a la Mancomunidad Trifinio para el Rescate del Río Lempa, entidad nacida en 2007, con el objetivo de lograr preservar el recurso, y que con apoyo de la Unión Europea ha logrado cohesionar a 45 municipalidades que conforman la cuenca alta, para trabajar en la educación de la población y a algunos dueños de los beneficios, de la cuenca alta, para no contaminarlo.
Héctor Aguirre, gerente de la Mancomunidad, asegura que no es sólo tarea de las municipalidades, pues quienes tienen el mayor compromiso y recursos, tanto económicos como técnicos, para que el afluente no entre en una situación de sequía, son los gobiernos centrales de los tres países.
Aguirre hace una crítica constructiva, pero también el llamado a los gobiernos de turno, especialmente al de El Salvador, a prestarle atención, y presionar, para trabajar por la problemática que vive el Lempa.
“Creemos que los gobiernos centrales tienen un compromiso al que no pueden negarse y es necesario que se unan para enfrentar juntos las demandas presupuestarias que tienen los proyectos de preservación del agua, en el caso particular de El Salvador nos preguntamos ¿Por qué el estado no le ha prestado atención debida a un río tan importante como lo es el Lempa? Y nos surge otra interrogante ¿Será que no logran entender que este río es la vida de El Salvador?”, cuestiona.
Pero, ¿Por qué El Salvador es el más interesado? Es que en él está el 56 por ciento del río y utiliza el 40 por ciento para la energía del país, además de abastecer de agua potable a 800 mil personas, sólo del Área Metropolitana de San Salvador.
El esfuerzo no se queda sólo en el gobierno central, también deben acompañar otros actores como la Asamblea Legislativa, que tiene en su seno la aprobación de la Ley de Aguas, la cual duerme el sueño de los justos desde hace un par de años.
“Sabemos que por ejemplo la Ley de Aguas no ha sido aprobada, no porque no se quiera o se necesite, sino que hay muchos intereses económicos que toca esa ley, y a medida que no se dé el visto bueno a ese reglamento seguiremos sufriendo el impacto. Urge que el estado salvadoreño entienda la importancia que tiene esta cuenca para las futuras generaciones y urge que se apruebe la legislación”, aseveró Aguirre.
Mientras tanto, en el recorrido de su cuenca, el Lempa baja contaminado, con basura, aguas mieles emanadas de los beneficios de café, con metales dañinos como el Arsenio, que viene en los agroquímicos usados en las parcelas agrícolas.
Cuestión que ya tiene en alerta a los pobladores de Ocotepeque, al occidente de Honduras. Juan Ramón Polanco es uno de ellos. Tiene 26 años de edad, cuenta que mucho antes pescaba sin problemas, ahora no puede ni bañarse en el afluente.
“Sufrimos porque nos afecta porque llega el mal olor de la pulpa del café hasta la aldea donde vivimos, ya no podemos ni bañarnos ni venir a pescar porque nos da miedo. Para Semana Santa la gente venía a bañarse y ahora ya no lo visitan. Yo tengo una niña de 3 años, pero no la traigo porque me da miedo que se me enferme”, expresó.
Polanco observa con impotencia el afluente más grande que tiene el país vecino, donde se depositan, bajo una densa espuma, las aguas mieles que vierten los beneficios de café, los mayores contaminantes del río.
Más arriba, una quebrada que alimenta de agua al río, se nota el poco trabajo educativo y de conciencia que tienen los pobladores, pues hay hasta un cementerio de reses que ninguna autoridad le ha prestado atención.
Acciones de la mancomunidad
Pero no todo es malo para el río, pues hay acciones que lleva a cabo la Mancomunidad junto a pobladores y algunos dueños de los beneficios de café. El ejemplo más palpable es que se encuentra en el Barrio Llano Bonito, en Chiquimula, Guatemala.
Por allí pasa una vertiente de la cuenca llamada La Quebradona. Arriba de ella está un beneficio de café, del que es dueño Yeovani Guevara, quien últimamente se ha dedicado a construir un muro ecológico hecho de llantas, además de usar como abono orgánico la pulpa de café.
“Este es un proyecto que se llama Fertilombriz, el cual trata de producir abono de la pulpa de café, hace 4 años tuve la necesidad de ampliarlo y movimos un promedio de 2 mil camionadas de tierra, el cual formó un talud que está cubierto con las llantas. Esto surgió la idea por la necesidad de no contaminar el río”, explicó el también cafetalero.
Otras acciones que hay en los 45 municipios por parte de la entidad trinacional está el manejo integral de los desechos sólidos, por lo que la construcción de plantas integrales es de suma importancia para evitar más contaminación en Guatemala y Honduras. El Salvador ha avanzado en este tema.
Asimismo, periódicamente, junto a técnicos de la Universidad de San Carlos de Guatemala hacen estudios de la calidad del agua del afluente, la cual cada vez pierde su condición para la cual fue creada por la naturaleza.
He ahí la importancia de que los tres estados pongan sus barbas en remojo en este tema, pues en un par de años lo que nace como un pequeño chorrito en las montañas, puede dejar de existir y podamos quedarnos sin el líquido que nos ayuda a vivir.
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