Coatzacoalcos / AFP
El periodista que había recibido amenazas por su trabajo y había sido secuestrado el miércoles en el estado mexicano de Veracruz fue liberado la madrugada del jueves, cuando sus captores lo iban a cambiar de casa de seguridad, informó el gobernador Cuitláhuac García.
Marcos Miranda, reportero y director del periódico digital Noticias a Tiempo, fue rescatado en un operativo cuando era trasladado en un automóvil cerca del puerto de Veracruz, informó la secretaría de Seguridad de Veracruz.
«Según (los secuestradores), me iban a cambiar de casa de seguridad, pero yo pienso que me iban a dar piso (muerte)», dijo Miranda en un video difundido en Noticias a Tiempo.
Cuando los oficiales detectaron el automóvil sospechoso y marcaron el alto, unos de los pasajeros abrió fuego contra los uniformados y se dieron a la fuga.
El periodista fue secuestrado el miércoles en la mañana por hombres armados en presencia de su hija de 10 años, cuando se encaminaba a dejarla a la escuela.
Al reportar el plagio, su esposa, María del Pilar Gasca, aseguró que Miranda había recibido amenazas del actual secretario de gobierno del estado de Veracruz, Eric Patrocinio Cisneros Burgos. «Quería que hablara bien de él o sino ya sabía lo que le podía pasar», dijo Gasca.
Ya en cautiverio, «primero me dijeron que eso me había pasado por chismoso, después decían que se habían confundido de víctima», recordó en el video.
El secuestro de Miranda causó conmoción en las redes sociales.
Un día antes de su secuestro, la reportera Norma Sarabia, colaboradora de varios medios de comunicación, fue asesinada a balazos cuando intentaba entrar a su casa situada en el municipio de Huimanguillo, Tabasco, a unos 400 km de Boca del Río, en el estado de Veracruz, donde fue secuestrado Miranda.
México es uno de los países más violentos para ejercer el periodismo, con más de 100 comunicadores asesinados desde 2000.
Según datos de la organización Reporteros Sin Fronteras, con la muerte de cinco periodistas hasta el mes de mayo, México se sitúa en 2019 como el país «más mortífero del mundo para la prensa».