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Foto oficial de los líderes de la Unión Europea que participan en la cumbre del 60 aniversario de la firma del Tratado de Roma. [Foto T.Barchielli/www.governo.it]

Líderes de UE renuevan sus votos en Roma, pese al divorcio con Reino Unido

Por Kelly Velásquez

Roma/AFP/PL

Los 27 líderes de la Unión Europea (UE) rubricaron este sábado en Roma su compromiso con el proyecto europeo, pese al futuro divorcio con Reino Unido, en una Declaración conjunta en la que afirman: «Europa es nuestro futuro común».

«Después de Roma, la unión debe ser más que antes una unión con los mismos principios, una unión con soberanía externa, una unión con unidad política», urgió el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, a los líderes reunidos en el imponente Capitolio de la Ciudad Eterna.

Uno tras otros, y entre aplausos, los mandatarios europeos y los líderes de las instituciones comunitarias rubricaron su declaración conjunta, en la misma sala decorada con frescos del siglo XVI, donde se firmó el tratado constitutivo el 25 de marzo de 1957.

«Hay firmas que perduran», afirmó el presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, antes de plasmar su nombres en este documento con la misma pluma utilizada hace 60 años por su predecesor al frente del gobierno de su país.

La gran ausente de la ceremonia fue la primera ministra británica, Theresa May, quien se prepara para anunciar el miércoles la decisión de Reino Unido de abandonar a sus 27 socios, dando paso a un complejo proceso de divorcio de dos años.

«Ella escogió no estar aquí. Los británicos escogieron otro camino, pero debemos mantener una buena relación», dijo el mandatario francés, François Hollande, quien anunció su objetivo de buscar que «Reino Unido siga siendo un socio de la Unión, aunque este pagará necesariamente las consecuencias» del Brexit.

La declaración reconoce varios retos, entre los cuales menciona los conflictos regionales, el terrorismo, las crecientes presiones migratorias y las desigualdades económicas y sociales.

Asimismo expresa la determinación de ‘enfrentar los desafíos de un mundo en rápida transformación y ofrecer a nuestros ciudadanos seguridad y nuevas oportunidades’.

Finalmente, resume en cuatro áreas los objetivos para los próximos 10 años: seguridad interna y de las fronteras, prosperidad sostenible, compromiso social y una Europa fortalecida en el escenario global.

‘Aprendimos la lección’

Hace 60 años, los mandatarios de Alemania, Francia, Italia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo sentaron las bases de una vida económica común en la sala de los Horacios y los Curiacios con el fin de dejar atrás décadas de guerras en el continente.

Y, pese a la actual crisis que atraviesa el bloque, los líderes de la UE plasmaron negro sobre blanco su apuesta por una Unión que es «indivisa e indivisible», según la Declaración.

La conmemoración de la Unión Europea resulta también una ocasión para reflexionar ante la discordia, las dudas y la desconfianza popular que genera actualmente el proyecto, en pleno auge de los movimientos antieuropeístas y ultraderechistas en el continente.

«Nos detuvimos y esto provocó una crisis de rechazo en la opinión pública, el reflorecimiento de los nacionalismos que pensábamos haber desterrado al olvido», declaró el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni. «Aprendimos la lección», añadió.

La víspera, el papa Francisco había advertido a los líderes europeos en el Vaticano que la UE «corre el riesgo de morir», si deja de defender los ideales de los padres fundadores, entre ellos la «solidaridad».

Una Europa a ‘varias velocidades’

El homenaje a una nueva unidad tiene en cuenta la difícil realidad marcada por el Brexit, la crisis migratoria o los ataques yihadistas, en un contexto de recuperación económica moderada tras el crash financiero de 2008.

Incluso la administración del presidente estadounidense Donald Trump, encarnación del triunfo del populismo y partidario del Brexit, felicitó a la UE  e hizo hincapié en el compromiso común de promover la «libertad, la democracia y el Estado de derecho».

Entre las vías para evitar la desintegración de la UE aparece el escenario de una Europa con diferentes grados de integración. Esa vía ganó progresivamente terreno en las discusiones sobre la declaración, defendida principalmente por las grandes economías del bloque: Alemania, Francia, Italia y España.

La Europa a «varias velocidades», el litigio más controvertido, se convirtió en la Declaración de Roma en una Europa con «distintos ritmos», pero con la «puerta abierta» a aquellos países que deseen unirse «más adelante» al grupo de miembros más avanzados.

Un párrafo que fue escrito cuidadosamente para tratar de tranquilizar a los países de la exórbita soviética, como Polonia, que temen quedar relegados a miembros de segunda de este «club», después de oponerse en los últimos años a los proyectos de Bruselas sobre la crisis migratoria.

La canciller alemana, Angela Merkel, intentó este sábado tranquilizar de nuevo a sus socios: «Una Europa a varias velocidades no quiere decir que no haya una Europa común a todos».

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