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LIMA SIN ALEGRÍA: UN CANDIDATO CENTRISTA Y BELAUNDISTA OPUESTO A LA UNIDAD IZQUIERDISTA

Isaac Bigio
Politólogo economista e historiador

Muchos peruanos conocen obras de Ciro Alegría (1909-1967), quien fue militante aprista durante 3 décadas hasta que se unió a AP. En las elecciones de 1963 AP logró que sean electos Belaúnde en la Presidencia y Alegría como diputado.

La tradición belaundista pasó de padre a hijo. Gustavo Alegría, también estuvo con AP, en cuyas filas se presentó las 2 primeras veces en que antes fue candidato (2010 y 2011). En el 2010 fue el aspirante de AP a la alcaldía capitalina, donde quedó séptimo con el 2%. Con ello él pudo haber puesto en riesgo el que Susana Villarán se hubiese convertido en la última personalidad de “izquierda” en gobernar Lima. Ella apenas se impuso por menos de un punto porcentual (38.39% a 37.65%) a la socialcristiana Lourdes Flores.

Luego, en 2011, Alegría fue electo suplente del parlamento andino, donde representó a AP dentro de la “Alianza Perú Posible”. Esta fue conformada por 3 partidos que se reclaman de “centro”, pero que son de la derecha no fujimorista: AP, Somos Perú y Perú Posible. Con ese frente ellos quisieron que Alejandro Toledo vuelva a la Presidencia, pero él quedó cuarto con el 15.6%.

En ambas contiendas, Alegría y AP habían buscado torpedear a candidatos que estuvieron más hacia la “izquierda”, los cuales ganaron esos comicios. Paradójicamente, casi todas las fuerzas que antes han compuesto JPP apoyaron en el 2010 a Villarán y luego en el 2011 a Ollanta Humala.

Antes de estos ser electos, Villarán y Humala no tenían fuertes denuncias de corrupción, como sí las tenía el belaundismo o Toledo (hoy fugado a EEUU para evitar ser encarcelado en su patria). Alegría no cuestionó a Susana u Ollanta desde la izquierda o advirtiendo que ellos iban a unirse al establishment; sino desde la derecha, reivindicando a los gobiernos del belaundismo (1963-68, 1980-85 y 2000-2001) y el de Toledo (2001-2006), los cuales mantuvieron o acentuaron la polarización social entre los grandes ricos y una gran masa de desposeídos.

Belaundismo

Alegría podrá decir que 12 años atrás, AP no se había unido al fujimorismo para hacer golpes congresales (como el que Manuel Merino impuso en 2020 o el que Maricarmen Alva fracasó en hacer en 2021-22). Sin embargo, en sus 2 Gobiernos, Belaúnde reprimió sangrientamente varios levantamientos campesinos y rurales y defendió la completa subordinación del país a los EEUU, a sus transnacionales y a sus socios nativos, así como a los grupos de poder, a los hacendados y gamonales y a los grandes propietarios de siempre.

En 1980-85 el arquitecto inició el desmantelamiento de varias nacionalizaciones y reformas sociales hechas durante el “socialismo militar”. En 1990, Belaúnde impulsó el “Frente Democrático” con Mario Vargas Llosa sugiriendo las políticas de shock neoliberal que luego copiaría su rival Alberto Fujimori.

Cuando Alegría es candidato de AP en 2010 y 2011, este partido era tan débil que sacó cifras ínfimas en las 2 últimas presidenciales que compitió solo (1995 y 2000). Con “Vitocho” García Belaúnde, AP en el 2000 no llegó ni al 0.5%. Luego, AP fue en alianzas pero sin quedar bien parado.

Tal vez, para Alegría lo ideal hubiera sido volver a candidatear por AP, pues este partido parecía que se estaba recuperando. Para el periodo 2018-22, AP ganó la alcaldía de Lima, en el 2020 pusieron un Presidente (aunque fue solo por 5 días) y en 2021-22 encabezaron al Congreso.

Sin embargo, todo ello produjo una fuerte crisis. Para las municipales del 2022 AP está tan desgastada y dividida que no ha podido presentar candidato para Lima (pese a detentar su alcaldía). De allí que Alegría decidió postular, ya no por la lampa, sino por sus ex-rivales de izquierda que luego crearon JPP.

Hacer que JPP vaya al centro

JPP nació en 2017 como una alianza de los 2 partidos comunistas (“Unidad” y “Patria Roja”), socialistas, Fuerza Social que antes estuvo con Villarán, Nuevo Perú de Verónika Mendoza y grupos más tirados al centro como el Partido Humanista de Yehude Simon, el cual le dio la personalidad legal.

Simons, pasó de ser un castrista radical (que estuvo 8 1/2 anhos preso por “apología al terrorismo”) a ser Primer Ministro en 2008-2009, durante el segundo y más derechizado Gobierno de Alan García. Como Premier fue corresponsable de la masacre de Bagua (5 junio 2009) en la que hubo al menos 33 muertos y 100 heridos, tras que la policía arremetió contra pueblos nativos de la Amazonía.

Simon avaló las políticas represivas y neoliberales del APRA y luego en el 2011 se unió a varios partidos derechistas (como APP, PPC y RN) para promover la candidatura presidencial de Pedro Pablo Kuczynski, quien quiso impedir que Ollanta Humala llegue a la Presidencia con un mensaje similar al del eje “antiimperialista” Venezuela-Ecuador-Cuba-Bolivia.

Pese a la naturaleza centro derechista del humanismo de Simon, este partido sirvió de conducto legal para tratar de crear un frente (JPP) que vaya desde el centro a la izquierda.

En las legislativas del 2020, JPP quedó levemente por debajo del 5% (y por ello no pudo tener congresistas) y en los comicios generales del 2021 quedaron quintos con poco menos del 8% llevando como su candidata presidencial a Mendoza.

El Hulk  del Centro

Tras el triunfo presidencial de Pedro Castillo, JPP empezó a explotar y ha ido perdiendo a la mayor parte de sus componentes, incluyendo su anterior referente Mendoza. Alegría quiere transformar a JPP en un gran partido “centro-progresista”.

De hecho, una década antes de que el ultraconservador Rafael López Aliaga se presentara como “Porky”, él fue el primero en adoptar la farandulera práctica electorera de identificarse con un cómic. En su primera competencia municipal (2010), Alegría se vistió de Hulk para ganar votos, aunque hoy se le enrostra el tener el mismo carácter irritable y violento del colérico verde.

La razón por la cual JPP en 2021 fue rebasado por Castillo, el líder sindical de la huelga magisterial nacional, es por qué grandes masas estaban hartas del establishment y querían alguien con políticas radicales que proviniese de uno de los pueblos más pobres y olvidados.

JPP, en vez de buscar impulsar con el resto de las izquierdas y las organizaciones laborales, vecinales y populares una candidatura unitaria que expresase a los trabajadores, la juventud, los comedores populares o los pueblos jóvenes, y que formulase políticas que movilizasen y entusiasmasen a los de abajo, decidió “moderarse”, moverse aún más hacia la derecha y retornar a la vieja escuela de Simon de identificarse con el establishment.

Alegría no representa a los trabajadores. Vive en un barrio residencial y se ufana de sus dotes empresariales. Llama, además, a privatizar servicios de la seguridad. Él saluda al humanista Roberto Sánchez, el jefe de JPP, quien es el único ministro del actual Gobierno que no ha sido removido o que la derecha no ha buscado sacar. Para Alegría, Sánchez, tiene el mérito de que, como ministro de comercio exterior, ha logrado evitar huelgas en las minas y otras empresas que producen para el exterior.

Lo que ha venido demostrando el inicial triunfo de Castillo en 2021 (así como las de Ollanta en las primeras vueltas del 2006 y 2011) y el actual despegue de Antauro Humala, es que multitudes quieren un cambio profundo para acabar con la miseria, el desempleo y la gran polarización social.

Cuando las izquierdas se apartan de un programa radical para buscar congraciarse con el establishment, estas pierden fuerza (algo que hoy viene pasando con el derechizado Castillo). La falta de un frente de izquierda y la moderación de JPP y de Perú Libre no ha logrado que ninguna de estas fuerzas tengan hoy una acogida de masas a nivel capitalino o nacional.

El desgaste de los golpistas ha hecho que estos empiecen a bajar en las encuestas para Lima. El vacío generado puede dar paso a un masivo voto nulo/blanco o a que a último minuto muchos opten por el mal menor.

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