Caralvá
Intimissimun
En mis años de formación, las lecturas de la universidad norteamericana era el estudio del Capital de Carlos Marx, un estudioso vilipendiado y degradado a calificativos peyorativos que hacen gala los ignorantes de ciencias sociales; el estudio de la economía fue desarrollada por Marx en Inglaterra, ni siquiera en Estados Unidos, donde las formas clásicas de aquellos años permitían caracterizar al modelo como un sistema capitalista en plena revolución industrial, eran años donde Estados Unidos era subdesarrollado, no obstante Inglaterra y Europa tenían la iniciativa comercial mundial.
El fondo de la discusión capitalista no es la pasión que despiertan las escuelas económicas, sino el valor de la moneda, el comercio internacional, la hegemonía financiera, la acumulación tecnológica y científica, los convenios económicos entre naciones o la competencia entre ellas; así nos encontramos con el patrón oro que dominó el intercambio mercantil hasta 1929, luego otro convenio lo sustituye por el dólar estadounidense, finalmente el desarrollo del capitalismo mundial se plantea la hegemonía del modelo a nivel global, es una novedosa propuesta única en la historia de la humanidad, un sistema original que habla en los términos similares desde Estados Unidos hasta China, del Océano Pacífico al Atlántico, todos comerciando bienes, valores, productos, intercambios financieros etc. parecía un sueño de paz mundial, pero hubo un fallo que hizo despertar a la humanidad, fue la crisis del año 2008 con los bonos subprime, una historia triste y trágica que se puede resumir en la ética de los banqueros y el engaño a millones de personas con créditos dudosos.
Desde de mi punto de vista el verdadero esquema vicioso es el valor monetario representado en el cambio de bienes y servicios, puesto que, si todo ese volumen se orienta hacia bonos, acciones, préstamos en créditos sin límites, la representación real de la moneda o el capital se pierde en promesas infinitas, llegando al absurdo de un valor basura.
Ahora nos encontramos en una línea muy parecida, donde el valor representativo monetario se pierde en las criptomonedas, si en el año 2008 eran papeles con un valor ficticio, ahora el valor es un algoritmo en un Blochaim (una cadena de bloques, que permite llevar un registro de operaciones digitales) es un mecanismo que capta dinero y lo traduce en token (o representaciones virtuales en una plataforma digital, como fichas de casino) pero no tiene control de los bancos, ese es alma de ese esquema, sin rastro alguno tampoco existe un retorno posible si cae el valor de los tokens.
La caída de la criptomoneda Terra Luna en un 98% de la noche a la mañana terminó con las fortunas de muchos inversores, de ahí que muchos foros posean una línea contra el suicidio, es un esquema dramático que recuerda la crisis de la bolsa de valores de 1929 en Wall Street, en el año 2008 bonos subprime, la quiebra del Lehman Brothers etc., si observamos entre líneas y el fondo del problema es la pérdida del valor de sus “acciones”, éste es el factor común… ¿qué respalda a un algoritmo en su referencia con el Dólar estadounidense? ¿Cuándo se pierde la paridad o su representación en un token?…frente a tantas preguntas sin respuesta de respaldo, miles de inversores pierden su capital, millones se pierden de un día para otro, pero también existen aquellos que ganan, la historia es pródiga en estos eventos, ganan aquellos que tienen información privilegiada, los que retiraron sus fondos antes de la crisis, aquellos que perciben que el mercado no es sostenible y derivan sus acciones corruptas… el documental “La gran apuesta” ilustra sobre el tema… quizás repetimos ese esquema con las criptomonedas, la propuesta de ese documental es precisa, si el modelo quiebra en 2024 ¿por qué no comprar un seguro contra la quiebra? ¿vender los token e invertir en commodities?
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