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Llamado a la rebelión cívica

Vencer la pandemia
Defender la democracia
Lograr alianzas creativas

Iosu Perales

VENCER LA PANDEMIA. El país está viviendo momentos difíciles, de incertidumbre, ante el avance de la pandemia del Coronavirus. Se trata de una amenaza real ante la cual, El Salvador, como otros 200 países del mundo, debemos mostrar unidad del pueblo y fe en la victoria, convencidos de que conseguiremos derrotar al virus. Todas y todos juntos, cooperando de manera decidida con las medidas sanitarias dictadas por las autoridades mundiales como la Organización Mundial de la Salud y por nuestros equipos sanitarios, los cuales son los verdaderos héroes y heroínas desde su dedicación incondicional a protegernos y curarnos. 

Estamos viviendo un tiempo crítico en el que es especialmente importante informar a la población de manera completa, didáctica y cuidadosa, sin alarmismos, con transparencia y con verdad. También es importante que la credibilidad de la ciudadanía se sustente cada día en base a buenas decisiones sanitarias de las autoridades. Para ello, es imprescindible que tales decisiones sean dictadas y transmitidas a la opinión pública con el aval de la ciencia y de los científicos, y no de acuerdo a intereses políticos partidistas. Los partidos políticos y las instituciones tienen su espacio en la implementación de medidas sociales y económicas, así como en actuar de acuerdo con las indicaciones de la ciencia en materia de salud. Debemos despolitizar la lucha contra la pandemia.

La ciudadanía puede hacer mucho en esta batalla contra el Coronavirus, implementando en los barrios y municipios y cantones, una solidaridad que nos proteja. Hagamos una cooperación en el seno de la comunidad, ayudándonos mutuamente, prestando cuidados a las personas mayores, y en general observando con atención dificultades que puedan tener familias, personas próximas y vecinos. En esta línea será muy beneficioso que surjan redes de jóvenes voluntarios que debidamente protegidos, ayuden a nuestros mayores visitándolos, dándoles apoyo logístico, trasladándoles medicinas y otros bienes de primera necesidad.

La lucha contra la pandemia debe ser un espacio de cooperación entre instituciones y fuerzas políticas. Ningún Gobierno podría vencer al Coronavirus sin contar con las demás fuerzas sociales y políticas del país. Nos pongamos como nos pongamos esta es la realidad. Si la COVID-19 nos está cambiando la vida, no tiene sentido que la política no cambie también. Nos preocupa que el Gobierno no cambie de actitud y asuma sin vacilación la transparencia en su gestión de la pandemia, así como la cooperación inter-partidaria.

Pero las medidas no deben ser sólo sanitarias. La lucha contra el Coronavirus requiere de la movilización de todos los recursos. También de los económicos y sociales a fin de apoyar a los sectores más necesitados de la economía informal, las pequeñas y medianas empresas (PYMES), autónomos y familias numerosas. A tal fin se deberá aprobar una batería de medidas del tipo de: moratorias en el pago de hipotecas de personas y familias afectadas por el Coronavirus; avales públicos para pedir créditos por pequeñas empresas y autónomos; blindaje de empresas nacionales frente a OPAS extranjeras.

Todos los apoyos y modalidades cooperativas son necesarias. Una cooperación que debe cumplir los criterios de respeto mutuo y espíritu permanente de llegar a acuerdos. El virus será derrotado con el concurso de todos y todas, con el comportamiento heroico de familias que mantienen confinamiento en condiciones de habitabilidad extremas. A los sectores sociales más débiles del país les ofrecemos nuestra voz y nuestra capacidad de gestión a fin de mejorar en lo posible sus condicione de vida.

Es el momento en que el ingreso vital mínimo debe ser asegurado por las instituciones. Ninguna familia debe pasar hambre y graves penurias. La Asamblea Nacional debería aprobar una batería de medidas que ayuden económicamente a los cuentapropistas, pequeñas y medianas empresas, agricultores, pequeños negocios, economía informal, desempleados sin cobertura. Estas medidas serán públicas, de orden fiscal, de préstamo sin intereses, de subsidio y donación, según los casos.

La mejor rebelión cívica contra la pandemia, es la que cumple con las medidas de seguridad para evitar los contagios.

DEFENDER LA DEMOCRACIA. El momento que vivimos es especialmente grave para la continuidad de la libertad y la democracia. La pandemia abre nuevas brechas de desigualdad al amparo de la crisis, y la política queda asimismo afectada por el anormal funcionamiento de instituciones y de la división de poderes. Las herramientas democráticas deben preservarse en todo momento: La libertad de expresión, de crítica, de reunión y manifestación, deben estar a salvo de cualquier intención de restringir libertades y recortar derechos. Por eso defendemos el funcionamiento normal e independiente de la Asamblea Nacional como órgano de control del Gobierno y la fiscalización de las cuentas públicas. Todo el engranaje democrático del Estado debe funcionar adecuadamente.

La jornada del 9 de febrero, muy lamentablemente, quedará para la historia como uno de los momentos más tristes desde el final de la guerra en 1992. Triste y humillante para el país y la democracia. La ocupación militar de la Asamblea, bajo el mando del presidente Nayib Bukele, recibió las condenas de todo el mundo y dejó la imagen de El Salvador sumida en la vergüenza. Lo peor es que el presidente amenazó con volver a repetir la afrenta. Un hecho similar en cualquier país democrático hubiera supuesto la destitución inmediata del presidente y la apertura de un proceso judicial. Que no haya ocurrido esto, va en perjuicio de nuestro país y revela su baja calidad democrática.

Cuando no se han apagado los ecos de la afrenta del 9 de febrero, salta a la opinión pública las negociaciones secretas del Gobierno con la mara MS-13 para un intercambio de favores: mejorar las condiciones carcelarias por una disminución de crímenes y el apoyo electoral de los delincuentes. El mundo democrático está alarmado y perplejo por esta nueva afrenta al país.

El título de este texto “Llamado a la rebelión cívica” responde a la necesidad de dar respuesta a la crisis de nuestra democracia,  movidos por la conciencia de que siendo de por si débil, está en serio peligro. La presidencia de Nayib Bukele, lejos de darnos esperanza, multiplica nuestras preocupaciones, pues su deriva autoritaria, personalista, amenaza con reducir drásticamente los espacios independientes de la división de poderes mediante la concentración total del poder en sus manos. En sus manos, lo público y lo privado se mezclan y se confunden.

Pedimos y exigimos que se respete la Constitución, la independencia de tribunales y jueces, la actividad soberana de la Asamblea Nacional, los derechos de la ciudadanía y de sus organizaciones sociales, la independencia de los medios de comunicación. No tenemos una especial beligerancia con la persona del señor presidente, pero sí la tenemos con sus políticas despóticas que están llevando al país a una mayor pobreza y la pérdida de democracia. Es mediante una ley de emergencia que se debe gestionar el Coronavirus, de manera que políticas y decisiones se ajusten a las leyes, poniéndose fin a la tensa relación del Gobierno con la Corte Suprema de Justicia y con la Asamblea Nacional. Es también urgente la necesidad de una buena ley de reactivación económica que de forma transparente ordene y regule una nueva normalidad.

El rumbo actual del país beneficia a los poderosos y perjudica a las mayorías sociales que ven como las medidas sociales se revierten y algunas y desaparecen. Lo cierto es que hasta ahora solo la propaganda ha ocultado el verdadero carácter neoliberal del gobierno Bukele. No debemos permanecer cruzados de brazos ante una crisis social, política y pandémica, que pasará a la historia de nuestro país como un tiempo recio, difícil, que pone a prueba nuestra moral colectiva y nuestra determinación de sobrevivir con mayor justicia social y mejor salud pública.

La mejor rebelión cívica para defender la democracia es la que se opone a todo autoritarismo.

LOGRAR ALIANZAS CREATIVAS. En las próximas elecciones de febrero de 2021, una alianza de fuerzas progresistas y de izquierda debe representar una esperanza todavía no alcanzada. El FMLN, junto al movimiento popular y organizaciones sociales, debemos levantar banderas multicolores que reúnan a todos los sectores maltratados del país. El FMLN no puede ni debe intentar alianzas con Nuevas Ideas y con GANA, sería un contrasentido aliarse con quienes buscan la destrucción de la izquierda. Con quienes protagonizan una etapa oscura de nuestra historia, de opacidad y corrupción. Con quienes golpean a la división de poderes y quieren llevar al país a un régimen de autoritarismo y poder concentrado en un presidente populista que no da cuenta de su gestión.

Ninguna tolerancia a la corrupción. Ninguna benevolencia con la concentración de poder y la violación de la división de poderes. Ningún perdón a la opacidad, a la falta de transparencia en la gobernanza. Rechazo total a la utilización política de la pandemia. Ningún acuerdo secreto con las maras que asolan el país, tal y como lo viene haciendo Nayib Bukele con la mara MS-13. Ninguna sumisión a los dictados del gran capital nacional o extranjero. Necesitamos una Asamblea Nacional y unas alcaldías empapadas de pueblo, limpias, honestas, eficaces. Desde estos presupuesto es impensable, siquiera como tentación, buscar alianzas con Nuevas Ideas y con GANA, pues ambos partidos encarnan los males de nuestro país y buscan la destrucción del FMLN.

Creemos en una alianza de fuerzas políticas y sociales, desde el respeto mutuo a la naturaleza e independencia de cada cual. Desde la cooperación para elaborar y proponer propuestas concretas para mejorar la vida del pueblo. Una alianza entre iguales, gestionada con la representación de todas las fuerzas, sin hacer del tamaño un factor selectivo. Lo que interesa son las ideas, las propuestas, las iniciativas, el servicio al pueblo.

Deberían crearse comités de trabajo sobre temáticas de interés nacional y municipal. Ya desde ahora debemos practicar una oposición sólida, firme, y a la vez abierta al diálogo, sobre todo en lo concerniente a la pandemia. Hagamos oposición en asuntos graves como la corrupción y la transparencia, en el combate a las maras, en la lucha contra la pobreza y por mejores políticas sociales, en el rechazo del autoritarismo… Pero en el caso de la pandemia ofrezcamos cooperación crítica.

Vivimos en un S.O.S de país. Necesitamos hacer historia venciendo a la resignación. Venciendo a la demagogia de un gobierno que más allá de la propaganda está fallando al pueblo. Nuestra victoria moral y política debe ser una rebelión contra el pesimismo, contra el derrotismo, contra la pereza. Una rebelión contra ese rumor que dice que obtendremos flojos resultados en febrero de 2021.

Urgimos a una rebelión pacífica, cívica, no-violenta. Una rebelión por la justicia, la salud y la libertad. Miremos con la mirada en alto hacia un horizonte que nos espera, un horizonte de mayor igualdad y justicia, en el que ser salvadoreña y salvadoreño sea un honor y un orgullo. El país necesita un tsunami democrático que deberá afianzarse en las urnas.

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