Por Mussa Hattar/Kamal Taha
Sweimeh/Amman/AFP
Los dirigentes árabes iniciaron este miércoles una cumbre anual en la que intentan superar sus divisiones sobre numerosas crisis que afectan a Medio Oriente, en particular las guerras en Siria y Yemen.
«Debemos tomar la iniciativa para hallar soluciones a todos los desafíos que se nos plantean, para evitar así las injerencias extranjeras en nuestros asuntos» dijo el rey de Jordania, Abdalá II, al iniciar la reunión.
Sin embargo los expertos no esperan que se tomen decisiones importantes sobre Siria o sobre otros conflictos, en momentos en que la Liga árabe está socavada por grandes rivalidades.
«Esta cumbre no será diferente de las precedentes. El orden [político] en el mundo árabe es débil, está dividido y funciona mal desde hace muchos años», declaró a la AFP Oraib Rantawi, director del Centro Al Quds de estudios políticos.
Veintiún países participan en esta cumbre ordinaria de la Liga árabe, de los que 15 están representados por su presidente o monarca, entre ellos el rey Salman de Arabia Saudita, peso pesado regional.
El secretario general de la ONU Antonio Guterres y su enviado especial para Siria, Staffan de Mistura, están presentes en Sweimeh, lo mismo que altos representantes de Estados Unidos, Europa y Rusia.
Guterres había exhortado a los países árabes el martes, durante una visita al campo de refugiados sirios de Zaatari en Jordania, que dejaran de lado sus diferencias e hicieran frente a la crisis siria. «Cuando están divididos, ello permite a otros intervenir, creando inestablidad, favoreciendo conflictos y (la emergencia) de organizaciones terroristas» dijo.
Sin Asad
El gran ausente de esta cumbre es el presidente sirio Bashar al-Asad ya que su país perdió desde 2011 su escaño en la Liga árabe.
Pero el conflicto en Siria está en el centro de las preocupaciones regionales, junto a los de Yemen y Libia, así como la lucha contra el grupo Estado Islámico (EI), sin olvidar el insoluble conflicto israelo-palestino.
Un llamado a los países árabes a desempeñar una rol «más activo» en Siria fue hecho ya el lunes por el jefe de la Liga árabe, Ahmed Abul Gheit.
Más de 320.000 personas han fallecido y millones han tenido que abandonar sus hogares desde que el conflicto sirio estalló a raíz de las protestas pacíficas contra Bashar Al Asad, en marzo de 2011.
El año pasado, Marruecos renunció a acoger la cumbre árabe pues temía que se diera «una falsa impresión de unidad y de solidaridad (…) en un mundo árabe que atraviesa un período difícil». La cumbre se celebró finalmente en Mauritania.
También está en la agenda la guerra en Yemen, que ha dejado más de 7.700 muertos, en su mayoría civiles,y 40.000 heridos. Además, el país sufre la peor crisis humanitaria del mundo, según la ONU que alerta sobre todo de un riesgo de hambruna.
Al margen de la cumbre, el presidente palestino Mahmud Abas se entrevistó el martes por la noche con el enviado del presidente de Estados Unidos Donald Trump, Jason Greenblatt, pocos días antes de visitar Washington.