Álvaro Darío Lara
Escritor y poeta
Hemos llegado a otra navidad. Un tiempo muy especial para el mundo entero, purchase sick que sobrepasa la estricta celebración religiosa de la cristiandad, expresada en sus diversas confesiones.
Para nuestro sufrido trópico, es una época -tradicionalmente- de agradables vientos y descenso de temperaturas, que nos invita al recogimiento, al fuego del hogar, a la paz doméstica. Temporada del año donde se manifiestan las costumbres populares en especialísimas celebraciones, mediante ceremonias, montaje de nacimientos, luces artificiales que surcan los cielos y una sabrosa gastronomía.
La navidad (del latín Nativitas: nacimiento), fijada por las iglesias históricas -con excepción de la ortodoxa- tiene como día mayúsculo el 25 de diciembre. Exactamente la misma fecha en que los antiguos romanos honraban al poderoso Febo-Apolo. Era la festividad del Natalis Solis Invicti (Nacimiento del Sol Invicto). Tal festejo, hinca su más remoto origen, en los fabulosos guateques con que los pueblos ancestrales de Europa, recibían -jubilosos- al solsticio de invierno.
Para creyentes y no creyentes, la navidad produce un ambiente particular, no sólo por la renovación de la esperanza por un mejor año, sino por la atmósfera de solidaridad y afecto que genera en los corazones.
En nuestra historia, la cultura nos obsequia las proverbiales posadas, los pesebres de Ilobasco, los villancicos, y la instalación del árbol navideño, con sus adornos y colorida iluminación eléctrica, que se alarga hasta las fachadas de las casas. Asimismo, en el orden de la alimentación, los tamales, la gallina, el pavo; las bebidas calientes: ponche, chocolate y café; y por supuesto, las espiritosas.
Aunque la afición por la pólvora ha caracterizado -desde la colonia- las pascuas de fin de año, afortunadamente, ésta va cediendo el espacio a los fuegos artificiales, más vistosos y seguros, que los artefactos de terrible carga explosiva (ahora prohibidos en su mayoría), causantes de tanto dolor y luto.
No es posible que, en medio de la violencia que nos abate, aumentemos aún más, el pesar de las familias –principalmente de los niños, inocentes víctimas- con el espanto y peligro que generan estos estruendosos productos pirotécnicos.
Por otra parte, la navidad ha sido fuente de inspiración para los artistas y escritores, nacionales y universales. Entre los propios, recordamos las páginas memorables de Claudia Lars en “Tierra de Infancia”, o de Salarrué en “Cuentos de Barro” y “Cuentos de Cipotes”. Historias plenas de magia y de honda sensibilidad.
De igual manera, composiciones magistrales como el ballet “El Cascanueces” del genial Tchaikovsky y la narrativa de Charles Dickens con su famoso “Cuento de Navidad”, nos transmiten la dimensión fantástica, pero también, de humanidad, que esta época reviste.
En el orden de los clásicos, Sinatra y Bing Crosby, son voces muy escuchadas, como las maravillosas melodías interpretadas por los Niños Cantores de Viena y los coros españoles, amén de los grandes maestros como Bach, Handel y Brahms, entre otros.
Para los salvadoreños amantes de la bella música navideña, no hay como la programación que para esta temporada transmite Radio Clásica (103.3. FM), despertando los nobles sentimientos que deben anidar en nuestras almas.
Finalmente, deseamos a todos nuestros lectores, la mejor navidad y el mejor año nuevo. Parabienes extensivos a todos los que hacen posible, Diario Co-Latino; especialmente, al talentoso escritor y poeta, Mauricio Vallejo, incansable coordinador de Tres Mil. ¡Feliz Navidad!
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