Álvaro Darío Lara
Escritor y docente
Así reza una interesante reflexión, que mi amigo el Maestro de Metafísica y conferencista motivacional, Javier Álvarez, nos hizo llegar, recientemente, a un grupo de personas que asistimos con regularidad a sus charlas. Su autor es anónimo, pero su enseñanza, es de especialísima utilidad.
Por ello, la comparto: “Hubo un momento en el que la noche parecía eterna y hoy todo eso parece tan lejano. /Hubo un momento en el que nada de lo que hacías resultaba, cuando de pronto apareció la respuesta. /Hubo un momento en el que dejaste de creer en el amor y de repente tu corazón, con más intensidad que nunca, lo encontró de nuevo. / Hubo un momento en el que por el desierto se esparcían tus palabras y hoy dan retoño sus semillas. /Hubo un momento en el que creíste que era lo peor que te podía pasar y hoy agradeces tu destino. / Hubo un momento en el que jurabas que no podrías pasar esa prueba y hoy es tan sólo un paso más. /Hubo un momento en el que creíste que no podías hacer algo y hoy te sorprendes de lo bien que lo haces. / Hubo un momento en el que los monstruos y los ogros intimidaban tu vida y hoy sonríes al ver cómo tus miedos engrandecían sus sombras. /Nunca olvides que la vida es más grande que tus miedos, que tu fuerza es mayor que tus dudas, aunque tu mente esté confundida, tu corazón siempre sabrá la respuesta, y con el tiempo, lo que hoy es difícil, mañana será un tesoro”.
Ese gran tesoro, indudablemente, es la experiencia de la vida, que nos hace aprender cada día de la cantidad de problemas que enfrentamos. En la magnífica novela “La esfinge desnuda” de mi querido amigo, el escritor Carlos Balaguer, existe un apartado donde un arquero, el héroe en cuestión, tiene que pasar por un peligroso camino, asediado por los “asuras”, unas diabólicas y horrendas criaturas, que lo devorarán inmisericordemente. Sólo que existe un secreto: los asuras se nutren del miedo de sus víctimas; por lo tanto, el guerrero es advertido, y gracias a que éste logra controlar sus temores, los asuras son aniquilados a su paso.
Los humanos, vivimos presas de cantidad de asuras, de fantasmas, que son alimentados por nuestros propios pensamientos. Creemos que nuestras preocupaciones serán eternas.
Cuánta razón, entonces, asiste a Juan en su primera epístola, cuando dice: “Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.
Ir hacia nuestro Dios interior, indagar en nuestros fondos y buscar el apoyo de los amigos y de los profesionales de la salud mental, será también un prodigioso bálsamo. Y nunca olvidar: “Lo difícil también pasará”.