Por Wilfredo Arriola
Detenerse a pensar de vez en cuando es un boleto a la nostalgia. Uno define al ayer por las dimensiones en que fue tomando forma y así, se consolida en el presente. Lo fugaz de la primera clase de la carrera que se cursa o se cursó, de la primera vez en un aeropuerto, de aquella partida formidable en el deporte que uno practica, lo fugaz de ese viaje inolvidable o del último abrazo con aquel amigo entrañable o quizá por ponernos sentimentales con aquella persona que partió y ahora ya descansa de su cuerpo. Lo fugaz del tiempo, ese que solo se sabe contar ya en memorias.
Somos fugaces, en definitiva, el tiempo lo es, de tal manera que las decisiones que se toman abren una puerta para los grandes cambios de lo que nos acótense. Tomar una elección es sin duda ponerle la ficha al destino, para que, desde ahí cada paso o minuto, o día se vaya desvaneciendo con lo elegido. La estadía en un nuevo país, ese miedo del primer negocio, un nuevo empleo, la batalla de aprender un nuevo idioma. Comenzar y dejar que el tiempo desenvuelva lo tomado. No siempre se está en total acuerdo con lo sucedido, sin embargo, uno lucha para que esa senda se vuelva menos tormentosa y hacer del fango algo de libre transito, en lo seleccionado uno se vuelve parte para transformar la dificultad en oportunidad. Y claro, todo parece fue hace un momento, un atisbo para de ahí tomar fuerza para lo venidero.
Pasa lo que tenga que pasar, y como todo siempre hay tropiezos y aciertos, tornándose así, una lucha en contra de uno mismo y la palabra de aliento de los que nos incentivan en ese proceso, sin lugar a duda son agua en el desierto personal. Hoy que es enero, y se revalidan procesos, se continua lo iniciado, muy a nuestro ritmo, que generalmente es muy peculiar… en la fugacidad del tiempo, ahí se va formando nuestra historia, a estas alturas lo que fue breve en elección, en el presente tiene el fruto de lo labrado. Una semilla, una palabra, una actitud, ese es el inicio del todo y ese, generalmente es el que cuesta. Iniciar. Lo fugaz que es el eslabón de los grandes ejemplos en la vida. Tenemos muchos, unos con acierto, otros se ven pasar como una hoja navega en el agua luego de su caída, un barco que se pierde en el horizonte y la mirada que lo atestigua se vuelve ese destello que es el escenario para tomar por fin una decisión, la de tu vida. Fugaz el decir si, voy por ello.