Ulises Sánchez
Escritor joven
No se puede negar que el problema social más grave que El Salvador afronta en la actualidad es la inseguridad y los altos niveles de violencia que asechan y destruyen hogares a diario. Estamos conscientes de los esfuerzos que las instituciones del gobierno está haciendo para combatirlas, aun así este problema persiste sin controlarlo en su totalidad, sus iniciativas no han sido suficientes… pero pudo haber sido peor si no hubieran hecho los ajustes pertinentes.
Sin embargo, hay más piedras en el zapato. Cada problema social es una piedra en el zapato y si bien es cierto hay unas piedras más grandes e incómodas que otras, se les debe de prestar atención y cuidado a todas, porque puede que una de estas piedras rompa el zapato y el precio por reparar esa rotura sería demasiado costoso.
Hoy me quiero enfocar en esa piedra que está vinculada a la crisis de agua. La escasez del vital líquido ha sido una realidad desde hace muchísimos años y siendo honestos, la cobertura mediática y política que se le ha dado a este problema es mínima, por no decir nula. El Salvador no cuenta con una Ley que defienda y garantice la distribución eficiente y equitativa de los recursos hídricos.
La evidente distribución desigual del agua es una realidad en nuestro país. En el área urbana, hay zonas que reciben el servicio todo el día y otras, en su mayoría los sectores populares, en las que se tiene acceso por unos cuántos minutos e incluso, por días. No es un mito que hay gente que de madrugada lavan ropa, se bañan, llenan grandes barriles y cubetas y hacen todas aquellas necesidades que conlleva el uso del agua. Hay casos extremos como en San Bartolo, en el municipio de Ilopango, departamento de San Salvador, donde han llegado a pasar meses sin acceso al agua y en donde las comunidades se han visto obligadas en contratar pipas quienes cobran en promedio entre uno y tres dólares por barril que contiene 200 litros.
En el lugar la comunidad es la responsable de ver cómo se distribuirá el recurso y ver de qué manera se logra que alcance para todos y todas. En otros sectores del mismo lugar, la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA) ha ubicado tanques compartidos y los habitantes son los responsables de ir a por ella hasta tres veces al día. Esta es la realidad en muchas colonias, comunidades e incluso residenciales de las áreas urbanas de nuestro país. Mientras que en el área rural muchas familias siguen abasteciéndose de fuentes abiertas de agua o haciendo largas filas frente a chorros públicos o cantareras para luego transportarla, en su mayoría a pie, hasta sus viviendas que en ocasiones está a kilómetros de distancia.
Ejemplo de la realidad de muchos salvadoreños.
Si se hace memoria, hace algunos años, nuestros ríos eran útiles para consumo humano y animal. Hoy en día, cuándo se habla de ríos, lagunas u otras fuentes se habla también de contaminación. Hay que hablar y decir que en muchos de nuestros terrenos agrícolas se da el uso excesivo de pesticidas que terminan contaminando el recurso agua. Esto sin mencionar la incesante tala indiscriminada de árboles que causa grandes alteraciones en los caudales hidrográficos que dañan la calidad del agua. Podríamos continuar; hay un sinfín de otros problemas que conlleva esta crisis hídrica a la que nos enfrentamos. Los problemas antes mencionados son sólo un pequeño ejemplo.
Muchos olvidan la importancia del Río Lempa.
Me gustaría destacar algunas soluciones básicas que humildemente considero son fundamentales para que empecemos a encarar este problema. Geográficamente, y en general, a pesar de todos los problemas sociales con los que lidiamos, somos un país bendecido. Nuestros volcanes son los principales abastecedores de agua subterránea. Es por eso que mantener la vegetación de los volcanes es fundamental para el mantenimiento de nuestros mantos acuíferos. Somos un país que anualmente captamos altos volúmenes de agua lluvia y es por eso que debemos asegurarnos y garantizar que el agua lluvia termine en los bosques y en los ríos. Según detalló un periódico matutino el pasado 13 de Abril de 2016 actualmente el país capta solamente el 10% del agua lluvia, debido a la impermeabilización de las construcciones, es decir, se pierde el 90% restante. Se tiene que dar la creación de políticas públicas fuertes y sostenibles en él tema. A las nuevas generaciones: hay que empezar a promover una cultura que cuide, defienda y ahorre los recursos hídricos. Hay que evitar la tala de los bosques, pero sobre todo, tomar conciencia y luchar para la aprobación de la Ley del Agua en la que se trate y se le dé cobertura a toda la problemática a la que ésta crisis nos está conduciendo.
La distribución responsable y equitativa de este recurso nos dará una victoria a todos y todas y sobre todo, a nuestras nuevas y próximas generaciones.