Con antorchas y velas la Comunidad Indígena de Izalco conmemoró a las víctimas del etnocidio de 1932. La caminata concluyó en El Llanito, lugar donde fue abierta una fosa común para sepultar a las víctimas. Hasta hoy en ese lugar, según testimonios, aún reposan los restos de miles de masacrados.
La caminata con antorchas para recordar a los “tatas y nanas” asesinados por la dictadura martinista. Foto Josué Parada
Los descendientes de los indígenas rindieron homenaje a la memoria de sus antepasados. Foto Josué Parada
El pito y el tambor acompañaron la caminata. Foto Josué Parada
La Comunidad Indígena de Izalco aún conserva las tradiciones ancestrales. Foto Josué Parada
Durante la caminata se visitaron tres lugares que fueron fosas comunes y se dejaron ofrendas. Foto Josué Parada
En “El Llanito” terminó la caminata. En ese lugar se ubica la fosa común más grande. Foto Josué Parada
En “El Llanito” se preparó un altar con flores, velas e incienso. Foto Josué Parada
El sonido del caracol acompañó la ceremonia a los cuatro puntos cardinales. Foto Josué Parada
En la ceremonia ancestral se hicieron ofrendas al sagrado fuego. Foto Josué Parada
El sonido del pito y tambor es sinónimo de vida en la conmemoración.
Foto Josué Parada
Frente al altar los indígenas hicieron sus peticiones. Foto Josué Parada
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