“La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos”.
“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidos por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y han sido legadas por el pasado”
El dieciocho brumario de Luis Bonaparte, Karl Marx.
Francisco Américo Mejía
A las diferentes generaciones les ha tocado vivir grandes acontecimientos que han marcado su vida y la historia de nuestro mundo.
Así, las personas que nacieron a principio de 1,900 vieron horrorizados, a los 13 años de edad, el desarrollo de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), fue principalmente una guerra que afectó a la juventud de Europa (Alemania, Austria, Hungría, Italia, Reino Unido, Francia, Rusia, pero también participaron Turquía, Japón y los Estados Unidos, que se incorpora a ella en 1917). Las consecuencias: 10 millones de soldados muertos y 20 millones de soldados heridos, más 7 millones de civiles muertos. También apareció el fascismo y el nazismo. Se dio la revolución en Rusia en octubre de 1917 y nace la Unión Soviética. Además, como desenlace de la guerra se creó la Sociedad de las Naciones. A nuestro país le fue bien con esa guerra ya que la paralización de la producción en Europa, demandó, especialmente alimentos, que los países de América Latina proveyeron. Lo que les enseñó la Primera Guerra Mundial a las potencias fue que, la que tuviera mayor desarrollo científico, tendría mayor posibilidad de ganar las futuras guerras.
A las generaciones de la postguerra les tocó vivir la Gran Depresión de finales de la década de 1920. En nuestro país, luego del asesinato del Dr. Manuel Enrique Araujo en 1913, se instauró la dinastía Meléndez-Quiñonez que agotó la forma jurídico política de la nación con sus fraudes electorales, esto los obligó a entregar el poder al Dr. Pío Romero Bosque en 1927, permitiendo en 1930, elecciones libres, que ganó el Dr. Arturo Araujo, quien era un hombre ilustrado y progresista, que proponía mejoras para la clase trabajadora, lo que fue mal visto por la naciente burguesía salvadoreña conservadora, que apoyó el Golpe de Estado del General Maximiliano Hernández Martínez contra Araujo. Es de destacar que desde 1924 creció la organización obrera en Centroamérica y el país. En diciembre de 1930 nace el Partido Comunista de El Salvador (PCS). La depresión significó para nuestro país la caída de los precios del café, a tal grado que la burguesía terrateniente no cortó las cosechas de 1930 y 1931; la pobreza se generalizó y ni siquiera a los empleados públicos se les pagaron sus salarios. Sumado a la crisis económica, las ideas de la Revolución Bolchevique (“la revolución es posible si se unen los obreros, los campesinos y los soldados”), más la idea zapatista de la Revolución Mexicana “la tierra debe ser de quien la trabaja” dieron pie a la Insurrección de 1932 liderada por Farabundo Martí y el PCS, que se cerró con el asesinato de cerca de 30,000 campesinos indígenas y los obreros del PCS por la naciente dictadura; se inicia el régimen de la Dictadura Militar en el país.
Para la nueva generación que continuó, le tocó la Segunda Guerra Mundial; nuevamente fue la juventud europea la que cargó con los mayores costos, especialmente la Unión Soviética que sufrió más de 27 millones de víctimas. El nazismo y el fascismo se lanzaban a la conquista del mundo capitalista. Para muchos, se buscaba que el nazismo venciera a la Unión Soviética, y luego las fuerzas aliadas (Inglaterra, Francia y Estados Unidos) acabarían con el nazismo debilitado. Esta guerra causó grandes penurias a nuestro país, pero también debilitó a la dictadura de Martínez; la crisis económica y en parte por sus simpatías nazi-fascistas, permitieron su caída, que rápidamente fue sustituida por otro miembro que asumiría una nueva cara de la dictadura militar. Para derrocar al dictador -primeramente- los jóvenes militares se alzaron, pero Martínez controló la situación y ordenó fusilarlos; luego, en la juventud universitaria, surgió la idea de la huelga de brazos caídos, que fue acuerpada por toda la población y el dictador huyó del país.
La siguiente generación tuvo la relativa calma de la postguerra (los baby boomers en Estados Unidos), hasta la nueva crisis de finales de los 50 donde triunfa la Revolución Cubana, que va a inspirar a toda Latinoamérica y surgen movimientos guerrilleros por casi todo el continente. El imperialismo se preocupó y lanzó la Alianza para el Progreso, para contrarrestar la influencia cubana. Nace en 1962 el Mercado Común Centroamericano (MCCA), que nos llevaría a la Guerra Honduras-El Salvador en 1969. El regreso de los migrantes desde Honduras aceleró la crisis; en 1970 nacen las primeras organizaciones político militares del país.
Esta generación va a enfrentar a la dictadura, que en la década de los 70s cobraría su forma más criminal y repulsiva: masacres en el campo y luego en las ciudades, asesinatos y desapariciones hasta culminar en el asesinato de monseñor Romero. La represión comenzó despidiendo a profesores de ANDES 21 de junio y a trabajadores sindicalizados, continuó luego con golpizas y capturas de maestros, obreros, campesinos, estudiantes, hasta llegar a los asesinatos, desapariciones y masacres
Esta generación desarrolló la guerra popular revolucionaria que terminó eliminando la forma dictatorial de Gobierno. Los costos: más de 70,000 muertos, miles de desaparecidos y cientos de miles que migraron fuera del país. A esta generación le debemos nuestra joven e imperfecta democracia y los logros que nos dejaron los Acuerdos de Chapultepec, como una Policía Nacional Civil, alejar a la Fuerza Armada del control del poder político, una Comisión de Derechos Humanos, libertad de expresión, elecciones y pluralismo político.
En la actualidad existe preocupación pues se están dando los primeros síntomas de carácter dictatorial, como son, entre otros, los despidos por el simple hecho de militar en el FMLN; el Gobierno ha despedido a más de 4,000 personas, que no son familiares de los antiguos funcionarios, sino militantes del FMLN, independientemente de su capacidad técnica.
Algunos con poca formación y hasta quizá mala intensión no valoran a las generaciones anteriores y en especial a la generación que hizo la guerra y las consideran generaciones fallidas; no cabe duda que existe miopía y nos dice que esas personas no pueden ser buenos guías para llevar al país a mejores condiciones de vida, prosperidad y democracia. La generación actual debe aprender de las experiencias pasadas, que forman nuestro acervo cultural, en especial la juventud obrera y campesina deben atesorar las riquezas que han dejado las generaciones populares anteriores.
En este mes dedicado a la patria y durante todo el año, debemos honrar a nuestros héroes populares.
¡Que vivan los que nos han posibilitado una verdadera independencia y justicia social!