Lourdes Argueta
Integrante de Comisión Política FMLN
Qué le espera a nuestro país ahora que el oficialismo además de cinco años más al frente del ejecutivo, contará con una aplastante mayoría parlamentaria y de concejos municipales, espacios desde los que no tendrán ninguna excusa para no hacer, o para seguir en la mediocridad; será la población la que deberá vigilar su actuación y si las mismas se corresponden con las necesidades del país, o, por el contrario, están en función de las elites del poder económico emergente.
Lo cierto es que ya se vislumbran algunas cosas como los despidos masivos en alcaldías, y como parte de esa crisis que viven los empleados municipales, han salido ayer a marchar para exigir estabilidad laboral ante el cambio de alcaldes por la nueva composición administrativa territorial, exigen también el pago de prestaciones laborales que les adeudan, como reflejo de la mala administración municipal que hay en el país. ¿Será que les darán respuesta a las exigencias de los empleados municipales?
Lo cierto es que ante diversos problemas a resolver, lo que hay es silencio por parte del gobierno ante las necesidades de la población, que día a día se enfrenta al alto costo de la vida sin que se conozca ninguna medida para regular el incremento acelerado y sistemático de los precios de alimentos y demás servicios elementales como el de la energía eléctrica, o ante la amenaza del sector transporte de incrementar el costo del pasaje, por los atrasos del pago de subsidio gubernamental.
Esa realidad que golpea a las y los salvadoreños, es la que legitima la existencia de la izquierda en la sociedad, y la necesidad que la misma logre unificar criterios y esfuerzos en una sola dirección. En tal sentido, nuestro partido, como instrumento político de la izquierda, cuenta con una base y estructura territorial probadas hasta en los momentos más complejos y adversos, y se destaca el alto nivel de compromiso y la voluntad por seguir luchando junto al pueblo y todas las expresiones sociales progresistas y de izquierda, con quienes compartimos vínculos históricos y puntos de encuentro o de llegada en común.
Un tema que nos debe convocar a la izquierda es el proyecto de reforma a la constitución, del que maliciosamente no dicen nada aún, pero que aprovecharán introducir en las últimas plenarias del actual período legislativo para aprobar y de inmediato ratificar con la asamblea entrante, el cual buscan imponer en un abrir y cerrar de ojos, excluyendo a la sociedad del debate necesario para definir las normas jurídicas de mayor jerarquía que rigen la vida política, jurídica, administrativa, económica y social del país, y en las que el Estado, entre otras cosas, asume la promoción y respeto a determinados derechos y garantías fundamentales.
Paradójicamente, este gobierno se ha caracterizado por violentar derechos humanos y retroceder en materia de inversión social, en contrasentido al desarrollo económico y social que alardea ante la comunidad internacional, en donde presenta al país como en vías de desarrollo, cuando es totalmente a la inversa desde el punto de vista humano, pues la calidad de vida digna no se mide en relación a ilustraciones fantasiosas que no son sostenibles en el tiempo, y habiendo problemas como el derecho a la alimentación y nutrición, acceso irrestricto a la salud, educación, vivienda, trabajo, entre otros, que no han empezado ni a abordar.
Es lógico, por lo tanto, la necesidad de debatir el contenido de dichas reformas constitucionales, porque si las mismas no van a generar cambios radicales en la sociedad a fin de revertir el orden actual de un sistema jurídico, económico y político injusto, no se habrá cambiado nada sustancial, sino solo una cualificación o perfeccionamiento del Estado opresor, conservador y arcaico, que privilegia a las elites sociales, económicas y políticas en detrimento de las grandes mayorías.
Lo correspondiente es que la sociedad participe y encause esas reformas a las necesidades reales de jóvenes, mujeres, campesinos, obreros, profesionales, y de todos aquellos actores y sectores comprometidos con el desarrollo político, económico, social y cultural del país. Pero si lo que pretenden es una imposición, ya podemos advertir el tipo de reformas que buscarán imponer.
Del proyecto de reformas a la constitución que presentaron y engavetaron, sabemos que hay una nueva versión que han ido afinando en base a los intereses del grupo que gobierna. Sin embargo, hay elementos en el primer borrador que ameritan ser analizados a partir de la finalidad que persiguen, y que en un siguiente artículo relacionado al tema abordaré con mayor precisión, por el momento solo hago una enunciación de situaciones que se ven venir y para lo que la izquierda debe estar en pie y en unidad, y lograrlo significan muchas cosas por superar.
A mi criterio, debemos superar demasiado subjetivismo, sectarismos y otros males, que nos empañan, enmarañan y nos restan fuerza y capacidad de direccionar una sola estrategia en común frente a los verdaderos enemigos de clase y los adversarios políticos que se mueven al ritmo de sus propios intereses particulares y de la elite de poder económico y político que representan. Solo necesitamos dar un paso para encontrarnos y abrir una mesa de debate permanente, basada en la confianza, el respeto, la honestidad y transparencia en todos los sentidos. La izquierda es necesaria en el país y todas las fuerzas debemos tributar a una representación digna ante el pueblo y ante el momento histórico que vivimos y lo que se viene.
En el FMLN hay una representación importante de mujeres y hombres claros de que lo que está en peligro es el proyecto histórico de transformación profunda en la sociedad, que por años la izquierda ha enarbolado a costa de muchos sacrificios y de la vida de nuestras hermanas y hermanos de lucha que en diferentes épocas han dado su aporte para avanzar a etapas superiores del proceso revolucionario salvadoreño. Hay raíces que deben fortalecerse para nutrir nuestra identidad de izquierda y construir un nuevo acumulado social y político en función de un proyecto colectivo.