FRANCIS FANCI
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La filosofía materialista ve a menudo con demasiada arrogancia y desdén a la visión idealista. Los pensamientos idealistas se dividen entre los indiferentes al materialismo y los que también con arrogancia se sostienen. No creo sea difícil una filosofía que siendo espiritual no sea idealista; es decir, buy que separe lo espiritual de lo ideal.
Los espiritual es una vivencia, una exaltación, una elevada moral, una exigencia así mismo, una disciplina de armonía, una devoción; lo espiritual vibra al mismo nivel que el arte y la ciencia humanística. Lo ideal son los mitos, las exageraciones, las visiones infernales y las promesas de mansiones celestes. Lo ideal gira alrededor de imágenes, de amuletos, reliquias, la teatralidad ceremonial, cuentos, fantasías, castillos en el aire, ilusiones, pajaritos preñados, la inmortalidad del cangrejo.
Uso mi pensamiento racional, mi perspectiva materialista de la naturaleza; las explicaciones fluyen: Leyes, postulados, principios, axiomas. El espacio y la partícula se abren a nosotros, el macrocosmos y el microcosmos son ambos maravillosos. La anatomía humana, antes satanizada, hasta que valerosos rebeldes al anatema de una iglesia retrógrada la liberaron y la tecnología de punta nos permite adentrarnos hasta el último rincón de nuestro cuerpo, y todo tiene una explicación, el por qué tal o cual célula realiza tal acción, cómo y por qué funciona un órgano, como funciona el cerebro, el esqueleto, etc.
Mi lógica materialista me hace aceptar las propuestas de las ciencias naturales; razono el fenómeno físico, el fenómeno químico y aun más, el fenómeno psíquico, y cuando eso hago, me siento abrumado, pasmado, ante como funciona todo. Es precisamente el hecho de que la inteligencia nos ayuda a razonar la naturaleza, que deduzco que detrás de toda la naturaleza existe una inteligencia. No necesito que el mar se abra para ver un milagro, me basta con presenciar su majestuosidad y energía, su constante vaivén, y aun sabiendo cómo está compuesto el mar y por qué se mueve, lo siento y lo veo maravilloso. No necesito creer que el Sol danzó en el cielo o que se detuvo, pues el saber cómo está compuesto, por qué brilla y el poder de su energía, engrandece el milagro ante mis ojos.
NO HAY MÁS VIDA ETERNA QUE ÉSTA QUE VIVIMOS. M. de Unamuno
FRANCIS FANCI. –Centro de Estudios e Investigaciones Filosóficas-