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Logros y desafíos de la clase trabajadora

Licenciada Norma Guevara de Ramirios

Antes de cada derecho de los trabajadores, hay lucha, sufrimientos, sacrificios  y victorias de personas visionarias y tenaces que han empujado siempre hacia delante por la justicia social; y recordarlos es el sentido del Día Internacional de los Trabajadores y Trabajadoras, que la inmensa mayoría de países celebra el 1 de mayo.

Y es que en la contradicción existente entre dueños de medios de producción y trabajadores, es una realidad que a conveniencia de los primeros trata de ser negada; y esa contradicción de dos factores que crean bienes, servicios y riquezas cuando es reconocida por los trabajadores, que se ven como clase en sí y para sí, da origen a la organización y la lucha, el sentido colectivo en esa visión aporta el sentido de victoria.

Organizarse como trabajadores, para ser reconocidos como fuerza productiva determinante y con derechos, es lo que para cada colectividad ha permitido avanzar paso a paso y en algunos de esos pasos, que han sido verdaderos saltos, el resultado de la lucha  ha cobrado sentido universal.

El derecho a una jornada de trabajo, que permita el tiempo para la familia y la recreación  costó  vidas. A los mártires de Chicago se les recuerda justamente por eso, porque gozar de ocho horas como jornada de trabajo en vez de 12 o 14, requirió que trabajadores  hicieran uso de su poder, tener convicciones de la perspectiva de su lucha.

Los tiempos y las conquistas de cada lugar sin embargo son desiguales; se logran y se conservan siempre que alcanzan a ser consignados ciertos derechos en el orden jurídico de los países, si se mantiene la vigilancia para su cumplimiento; por ello es indispensable la organización.

En nuestro país, el derecho a la sindicalización llegó apenas a la mitad del siglo pasado, pero le antecede la organización  que entre indígenas, campesinos, artesanos y obreros habían producido ya, verdaderos  movimientos revolucionarios e insurreccionales. Aunque el país hubiera suscrito tratados internacionales como el de la OIT, que demandaba que sus países miembros aseguraran a todos los trabajadores el derecho a organizarse en sindicatos, tardó nuestra legislación en reconocer ese derecho. Además reconocerlo en la carta magna, sin que la ley secundaria lo regulara, lo dejaba como un derecho nulo o mutilado.

El derecho a la seguridad social, a la sindicalización en el sector público, y los márgenes que regulan la protección del trabajo, registra avances algunos recientes y requiere de  mejoras sustanciales.

Pero además de conciencia de clase y de organización, se requiere unidad en la lucha de la clase trabajadora para preservar derechos, libertades y reconocimiento justo en cada tiempo al papel que juega en el desarrollo de nuestra sociedad. Pues la contraparte, la burguesía, las oligarquías si tienen bien claro como dominar y aprovecharse mediante la explotación de los trabajadores, parte de esa claridad les lleva a diseñar estrategias para desestimular la organización y promover la división.

En El Salvador de la última década, debemos reivindicar como logros: el aumento al salario mínimo, la legislación que protege de riesgos laborales, la sindicalización en el sector público y la celebración de varios contratos colectivos, las mejoras salariales del sector público al que llegó primero un mínimo de $300.00; el crecimiento de la organización sindical entre otros.

Como desafíos en el presente, está el defender logros no salariales que en forma de protección social asegurada con programas de gobierno,  representan para la familia de los trabajadores con menores ingresos, un alivio económico; como la salud y educación gratuita, protección  al consumidor, subsidios de energía, gas propano, transporte y agua.

Con esos programas estatales, se compensa en parte, los bajos salarios del sector privado a los trabajadores. Si se perdieran por decisiones políticas de la derecha, que los consideran como populismo, representarían un daño a la colectividad, un retroceso inmerecido.

El sentido de la historia nos reta a más avances y para ello, saludemos y fomentemos más organización, conciencia e identidad histórica y de clase para seguir avanzando en justicia social, en justicia laboral.

Traigamos al presente, las luchas de la clase trabajadora salvadoreña, de los pueblos originarios, de los artesanos, de los campesinos, obreros, de profesionales; fortalezcamos con identidad y memoria, la lucha en el presente.

Recordamos entre otros a Fidelina Raymundo, a Gilberto Martínez Carranza, a Saul Santiago Conteras, a Rafael Aguiñada Carranza, a Apolinario Serrano, a Juan Chacón, a Silvia Olivares Olan y tantos y tantas luchadores, que iluminaron a las organizaciones de las que fueron parte y dieron todo para sembrar esperanzas y victorias.

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