Por Alfons Luna
Londres/AFP
El gobierno británico aprobó la construcción de una central nuclear en Hinkley Point, la primera nueva en Europa occidental desde el desastre de Fukushima, y cuya paralización amenazó las relaciones con China justo cuando el país busca nuevos socios comerciales.
Se trata además de la primera central nuclear en el Reino Unido en más de 20 años, desde la de Sizewell B, que entró en funcionamiento en 1995.
La decisión se produce cinco años después del desastre de la central nuclear japonesa de Fukushima, en 2011, a consecuencia del sismo y un tsunami, y que hizo que Alemania renunciara definitivamente a la energía atómica.
La construcción la llevará a cabo la compañía francesa de energía EDF con un tercio de capital chino que provocó enorme recelo en el Reino Unido.
«Hemos decidido ir adelante con la construcción de la primera planta nuclear en una generación», dijo el secretario de Estado de Energía y Empresas, Greg Clark, en un comunicado.
Es el primer pedido en Europa después de Fukushima», dijo el secretario de Estado de industria francés, Christophe Siruque.
El nuevo gobierno británico de Theresa May anunció a finales de julio que necesitaba un tiempo para «examinar cuidadosamente» el proyecto y se dio plazo hasta octubre.
La construcción, que tendrá un costo de 18.000 millones de libras (23.600 millones de dólares, 21.200 millones de euros), tiene un fuerte apoyo del gobierno francés, que posee 85% de EDF, pero también incluye inversiones del grupo chino CGN, que aportará un tercio del capital.
El «relanzamiento» de la energía nuclear en Europa
«La decisión del gobierno británico de relanzar la construcción de Hinkley Point C significa el relanzamiento de la energía nuclear en Europa», se congratuló el presidente de EDF, Jean-Bernard Lévy.
«Demuestra», añadió, «el deseo de liderar el combate contra el cambio climático».
La de Hinkley se sumará a las 185 centrales nucleares repartidas por Europa (incluyendo las cinco en la parte asiática de Rusia), según ENS, la Sociedad nuclear europea.
«Estamos muy contentos de la luz verde del gobierno británico», aseguró por su parte la empresa china CGN.
Para otros, sin embargo, la construcción de Hinkley, que tiene que entrar en funcionamiento en 2025, tendrá que salvar todavía muchos obstáculos.
«A los sindicatos franceses no les gusta el proyecto, ni a algunos de los probables candidatos a la elección presidencial francesa del año que viene, las finanzas de EDF no están en su mejor momento, y el organismo regulador nuclear francés está examinando fallos en el acero usado para un reactor similar», explicó Richard Black, director de Energy and Climate Intelligence Unit (ECIU), una organización de análisis británica.
«Quizás la decisión no sea tan ‘definitiva’ como parece ahora», sentenció.
Temor a que Pekín controle el interruptor
La implicación china era vista como una amenaza a la seguridad británica por algunos sectores, pero, al mismo tiempo, Londres temía airar a la segunda economía mundial en un momento en que busca nuevos socios después de que los británicos votaran a favor de abandonar la Unión Europea.
«Es incomprensible» que Londres haya permitido la participación de empresas estatales chinas que permitirán a Pekín «paralizar a su voluntad la producción energética británica», dijo el año pasado Nick Timothy, el principal asesor de Theresa May.
En el anuncio de este jueves, el secretario Clark aseguró que se «introducirán una serie de medidas para reforzar la seguridad y garantizarán que Hinkley no puede cambiar de manos sin el acuerdo del gobierno».
En un comunicado separado, el gobierno afirmó que había un «acuerdo revisado con EDF» y que se aprobarán nuevas leyes para controlar la participación extranjera en infraestructuras estratégicas.
«Los poderes legales existentes, y el nuevo marco legal, significarán que el gobierno puede intervenir en la venta de la participación de EDF una vez Hinkley sea operativo», añadía este comunicado.
May anunció personalmente el miércoles al presidente francés, François Hollande, la luz verde de su gobierno, anunció el Elíseo.
Oposición popular
Los reactores cubrirán el 7% de las necesidades eléctricas del país y ayudarán al Reino Unido a combatir el cambio climático.
Sin embargo, la construcción tiene una fuerte oposición popular y este jueves May se encontrará sobre la mesa un manifiesto con 300.000 firmas reunidas por la organización ecologista Greenpeace.
«Los consumidores se dan cuenta de que es un proyecto inconstruible, requiere grandes subvenciones y generará electricidad demasiado cara para su uso», argumentó en un comunicado Sue Aubrey, la portavoz de la plataforma Stop Hinkley.
El temor a la energía nuclear se acrecentó por la tragedia de la central atómica japonesa de Fukushima, en 2011.
«Los delirios nucleares del gobierno tratan de frenar la revolución de la energía renovable que se está produciendo en todo el mundo», añadió Aubrey.