Wilfredo Mármol A.
Nació en Santiago,
en el seno de una familia fiel linaje de Los taytes o caciques de la etnia pipil de los
Nonualcos,
pueblo indígena en el departamento de La Paz.
No nació líder,
necesidad de todo un pueblo humillado lo hizo,
organizador nato constructor de un batallón de 3,000 indígenas,
redactó el manifiesto de Tepetitán, franca defensa de las mujeres,
a años luz de teoría de género del Siglo XX.
Magulló a la Santa Madre Iglesia,
al arrebatar la corona del santo invasor de la moral indígena,
en un templo de Austria y Lorenzana,
cuando aún el pontificio bendecía las Encomiendas y Reparticiones de indios,
con el agravante de tributar a la nueva clase dominante,
con dispensa de trámite al Rey peninsular.
Ni con el comandante de la vecina ciudad de San Vicente, Juan José Guzmán,
quien recibió órdenes de sofocar la rebelión,
en el primer intento terminó emboscado.
su última derrota, el afamado comandante se dio a la fuga,
Ni el jefe Mariano Prado y sus fusiles a caballos detuvieron al líder,
desde El Tacuazín puso a temblar a criollos y ladinos
enmascarados de próceres
empoderados de adjetivos “los mismos de siempre”
enarbolados por poetas malinches vende patrias.
En los Nonualcos aún se recuerda al primer revolucionario latinoamericano
que dirigió la insurrección de los Nonualcos,
levantamiento campesino en El Salvador,
República Federal de Centroamérica.
Anastasio Aquino, VIVE
Y Analco, también.
Zacatecoluca, había procreado una de las familias prominentes que se vieron
involucradas en la Independencia de 1821, la Familia Cañas, pues acá había
nacido José Simeón Cañas “El Libertador de los esclavos”, quien nació el 18 de
febrero de 1767 y falleció el 4 de marzo de 1838. José Simeón Cañas y Villacorta,
realizó sus estudios en el Colegio San Francisco de Borja, en la Pontificia
Universidad de San Carlos Borromeo en Guatemala, (1802), llegó a ser rector.
Filósofo, teólogo, y también uno de los humanistas más connotados de su época,
en el año de 1811, fue rector de la Conspicua Universidad de Carolingia. Saúl
Flores, en Lecturas Nacionales de El Salvador; se refiere a los Cañas; “Era
miembro de las familias más acaudaladas de la provincia de El Salvador; poseía la
valiosa hacienda “Paredes” y durante la estación lluviosa se trasladaba Guatemala
para regresar en la estación seca a Zacatecoluca, a fin de atender a sus trabajos
agrícolas. Posteriormente se radicó en Guatemala con el propósito de velar por la
educación de sus hijos Pablo, Domingo, José Simeón, Nicolás e Ignacia.” Tomado
de Cuentos y relatos Viroleños, 2019. Wilfredo Mármol Amaya
ANASTASIO AQUINO.
Nació en Santiago Nonualco el 16 de abril de 1792, y murió en San Vicente, el 24
de julio de 1833, considerado Prócer de la lucha de la patria indígena, la figura de
Anastasio Aquino se levanta como ejemplo y conciencia de nuestra identidad
cuscatleca, a quien se le rinde homenaje en uno de los edificios significativos al
interior de la Universidad Tecnológica y El Recinto Universitario “Anastasio
Aquino” (RUAA) Universidad de El Salvador, que también lleva su nombre; logró
entre los años de 1832 y 1833 y bajo el lema tierra, medio de producción y
libertad, hubo una rebelión indígena como respuesta a la usurpaciones de tierras,
al reclutamiento militar forzoso y al incremento de impuestos. Se dice que en el
cementerio general de San Vicente mantienen la tumba de Anastasio Aquino,
limpia y pintada, gracias al Comité Anastasio Aquino – Memoria histórica de
Anastasio Aquino.
Oscar Martínez Peñate, ha realizado una investigación fotográfica que pone al
descubierto las causas fundamentales del levantamiento indígena liderado por el
caudillo Anastasio Aquino.
Martínez Peñate realizó un hecho histórico trascendental, al redescubrir la
sepultura donde se encuentra el cuerpo decapitado de Anastasio Aquino, en el
Cementerio General de la ciudad de San Vicente. Tomado de Oscar Martínez
Peñate, escritor y politólogo salvadoreño en su obra literaria Redescubrimiento de la
tumba de Anastasio Aquino. Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA), en Costa
Rica, en 1984.
DE PUEBLO A BARRIO ANALCO, SIEMPRE COMBATIVO
Jorge Larde y Larín, historiador salvadoreño presenta el testimonio del año 1740
del General Manuel de Gálvez Corral, quién al hacer descripción geográfica de la
Zacatecoluca, también ubica a Analco: “A distancia de diez y seis leguas de la
capital, San Salvador, por el mismo rumbo sur-este, se halla el pueblo de Santa
Lucia de Zacatecoluca, y un barrio de éste, que llaman San Sebastián Analco,
viven 12 vecinos españoles, 410 indios y 450 mulatos y mestizos, que son
soldados de dos compañías que sirven para la guarda y custodia de aquella. Los
pocos españoles ya dichos, son los oficiales militares de las dos compañías que
son vecinos moradores de este pueblo y dueños de las haciendas que se hallan
inmediatas; tiene el referido pueblo por frutos: maíz, gallinas, ganado, cerdos,
algodón; el terreno es de barro colorado, muy caliente y dañoso”. (Jorge Lardé y
Larín. 31 de diciembre de 1920 – +8 de mayo de 2001) Ver a Wilfredo Mármol
Amaya. Cuentos y relatos viroleños.2019.
ANALCO SIEMPRE EN LAS GESTAS HISTÓRICAS.
La historia de Santa Lucía Zacatecoluca recoge a San Sebastián Analco, que ya
existía como tal en la época precolombina. En náhuat, Analco significa «lugar en la
otra orilla del río». San Sebastián Analco está separado de Zacatecoluca tan sólo
por una quebrada, que corre de Norte a Sur. Según informe estadístico de 10 de
mayo de 1858, Analco tenía una población de 1,484 habitantes, alojados en 230
casas, de las cuales 14 eran teja y las restantes pajizas. Sus vecinos, además de
agricultores, eran excelentes «tejedores de rebozos y otras ropas de la tierra». En
1890 tenía 1,810 almas y, según don Guillermo Dawson, «El principal patrimonio
de sus habitantes consiste en la fábrica de tejidos de seda e hilo y de muy buena
clase de cestos». Durante la administración del general Tomás Regalado y por
Decreto Legislativo de 8 de mayo de 1900, se extinguió el municipio de San
Sebastián Analco y, en concepto de barrio, se anexó esta población a la ciudad de
Zacatecoluca. En 1770, el Obispo y Doctor Petro Cortez y Larraz, manifiesta que
“el añejo pueblo de Analco, esta contiguo a la cabecera de la parroquia de Santa
Lucia Zacatecoluca. En 1807, el corregidor intendente de San Salvador, Don
Antonio Gutiérrez y Ulloa en su descripción, manifiesta: “Analco”, pueblo accesorio
al de Zacatecoluca. Analco, es un pueblo de origen Yaqui o Pipil. No se sabe a
ciencia cierta, cuando fue fundado; pero ya en 1740, se mencionaba en los
reportes del General Manuel Gálvez Corral, donde manifiesta que “El pueblo de
Zacatecoluca tiene como vecino al tal pueblo que los indígenas y ladinos llaman
San Sebastián Analco”.
HEREDEROS COMBATIVOS DE ANASTASIO AQUINO EN EL BARRIO
ANALCO
Era un pueblo independiente de Zacatecoluca, que tenía su propia iglesia y su
propia industria; es probable que la siembra de la vara de castilla y el bambú y la
elaboración del canasto hayan sido parte de esta cultura autóctona, por algo
Zacatecoluca fue también conocida como la “Ciudad del canasto. En los años 60 y
70 del siglo XX, era común encontrar en el Barrio de Analco talleres de canastos
en las casas de los vecinos dedicados a su elaboración; Se recuerdo a Don Andrés
Colocho, quien murió en el año 1986, elaboraba sombreros, tumbillas, lámparas,
prendas para la cabeza unas especies de cachuchas a partir de vara de castillas.
Don Andrés Colocho también fue el productor de las famosas VIROLAS, una
especie de gran canasta, mucho más grandes que las llamadas tumbillas. Otros
artesanos fueron, Manuel Naranjo; Miguel “Chipe”, hacía canastos, Víctor Gómez
“La vaca” y todos sus hijos Ovidio, Víctor, Chungo, Neto y Mino, participaban de
dicho proceso; Don Benjamín, a quien le decían Don Mincho fue el comerciante
que compraba la producción, forman parte de esta ancestral industria que en
manos de los viroleños hacían magia.” Tomado de Wilfredo Mármol Amaya. Cuentos y relatos viroleños.2019
Miguel Ramos Peña, “Miguel Chipe” Oriundo de Zacatecoluca, nacido según su
familia, en diciembre de 1883. En tiempos del dictador Martínez, Don Miguel fue
soldado, dice que era muy diferente a los soldados de ahora, recuerda que le
proporcionaron como vestuario un pantalón abierto de las rodillas y en vez de
botas unos caites viejos. Comenta que, en esos años, les mandaban a hacer “unas
grandes zanjas, donde cabían parados los soldados, y que llevaron grandes
ametralladoras y que, en las tardes, cuando la gente se avispó las mataron a
todas, quedó una gran “tendalada” de gente tirada en el suelo”; “el General
Martínez (Fue quien ordenó en el occidente del país, en 1932, un genocidio de
30,000 personas), era bueno y malo a la vez, incluso dicen que hasta mandó a
matar a su propio hijo…hoy nombre, a los delincuentes los tienen en las cárceles
bien gordos, tienen comida y todo…antes no…” Don Miguel Ramos Peña, “Miguel
Chipe” como se le conoce, ha vivido 10 años del siglo XXI, algunos años del siglo
IXX, todo el siglo XX, es un héroe anónimo viviente y su sonrisa irradia la ternura y
los sueños de las generaciones venideras. (Esto es parte de lo conversado con
don Miguel el 6 de noviembre de 2017). Don Miguel Ángel Ramos Peña, “Miguel
Chipe”, él murió el pasado 5 de enero de 2014, a sus 129 años de vida”. Tomado
de Wilfredo Mármol Amaya. Cuentos y relatos viroleños.2019
Versos posteriores a la rebelión de Anastasio Aquino de 1833 (Anónimo)
El indio Anastasio Aquino
Le mandó decir a Prado,
Que no peleara jamás
Contra el pueblo de Santiago.
Aquino lo dijo así,
Tan feo el indio, pero vení.
También le mandó decir
Que los indios mandarían
Porque este país era de ellos,
Como el mismo lo sabía.
Aquino lo dijo así,
Tan feo el indio, pero vení.
Yo seré el rey poderoso
Que matará á los ladinos
A españoles y extranjeros
En venganza de mis indios.
Aquino lo dijo así,
Tan feo el indio, pero vení.
Devastaré las ciudades
Que los blancos hoy gobiernan,
A quienes maltrataré
Quitándoles cuanto tengan,
Aquino lo dijo así,
Tan feo el indio, pero vení.
Porque todo lo que existe
En la extensión de estas tierras,
Pertenece a mis hermanos.
Que se hallan en la miseria.
Aquino lo dijo así,
Tan feo el indio, pero vení.
Perdonaría yo á Prado,
Y á San Martín yo le diera
Una parte de estas tierras
Si no me hicieran la guerra.
Aquino lo dijo así,
Tan feo el indio, pero vení.
Mas no hay que esperar cuartel
Del ladino y español,
Por tanto, es mejor morir
En el campo del honor.
Aquino lo dijo así,
Tan feo el indio, pero vení.
No hay dudas, nuestros indígenas natos nunca han sido reconocidos como los
verdaderos guerreros con derechos y poseedores del patrimonio del pueblo,
siempre manipulados y marginados aun por los que se han autodenominados
liberadores y reivindicadores de ellos. Respetemos y reconozcamos su grandeza.
Anastasio Aquino, VIVE
y Analco, también.