México / AFP
Jennifer González Covarrubias / Yussel González
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, pidió el miércoles no entrar en pánico ante el desabastecimiento de carburante en el país, provocado por su estrategia para combatir el robo de combustibles.
«Vamos a resistir todas las presiones que sean y le pido a la gente que nos ayude. ¿Cómo nos pueden apoyar? Actuando con prudencia, con serenidad, sin caer en pánico, sin hacer caso a información alarmista, tendenciosa», dijo López Obrador en su habitual conferencia de prensa matutina.
El izquierdista agregó que «hay gasolina suficiente en el país», pero que no se pueden utilizar los conductos para transportarla porque se crearon redes alternativas a ellos para robar el combustible, una práctica conocida en México como «huachicoleo».
Por ello, la gasolina está siendo transportada en camiones cisterna, lo que genera retrasos en su distribución.
«Estamos en proceso de normalizar el abasto», dijo López Obrador.
– «Los jodidos somos nosotros» –
La estrategia del nuevo gobierno ha generado largas filas de automovilistas que esperaban para cargar gasolina, particularmente en el centro del país.
En Guanajuato, uno de los estados más afectados, muchas personas esperaron durante horas para poder cargar combustible. Otros prefirieron dormir en sus autos.
«No trabajé, soy comerciante, yo salgo afuera, o sea que me afecta mucho. Esto que está haciendo (el presidente) no está bien porque nos afecta a todos, él quiere agarrar a los que están robando y los jodidos somos nosotros», dijo Alfonso Mendoza, quien permaneció más de cuatro horas en fila.
Desde el martes se registraron también largas filas de automovilistas en estaciones de servicio de Ciudad de México, aunque la petrolera estatal Pemex asegura que la capital sigue siendo abastecida de manera regular.
Algunas gasolineras cerraron operaciones y otras restringieron la cantidad de combustible que podían vender.
«NO HAY GASOLINA» rezaban carteles improvisados en pedazos de cartón colocadas en desérticas gasolineras del céntrico barrio de la Condesa.
Y donde todavía hay combustible, las largas filas provocaron la movilización de la policía para destrabar el tráfico de arterias principales.
«No he podido ir a trabajar porque tengo que echarle gasolina al carro. Es frustrante», comentó a la AFP Rodrigo Aranda, un joven abogado que llevaba horas esperando para cargar gasolina en una estación de la francesa Total.
Otros conductores concedían el beneficio de la duda a la estrategia de López Obrador.
«Para mí hay pros y contras porque seguramente el robo de la gasolina era un desastre», reflexionó Franco Belloni, un ingeniero mecánico italiano y jubilado de 77 años.
– Fallas de planificación –
Para el analista de energía Ramsés Pech hubo una mala planeación en la logística de la distribución de combustible a las estaciones de servicio.
«Lo que sucedió es que cerraron el ducto, y la gente que compraba el huachicol -combustible robado- tuvo que regresar a las estaciones de servicio y no tenían el volumen para atender esa demanda», dijo Pech a la AFP.
El experto agregó que no hay suficientes camiones cisternas para distribuir parte de los 1,2 millones de barriles de gasolina y diésel que se consumen a diario en el país.
Por su parte, los analistas del banco privado Citibanamex advirtieron que, en caso de que se prolonguen los problemas de distribución, puede haber un impacto en la segunda economía latinoamericana.
«La extensión en la dificultad del abasto regular en la zona puede llegar a impactar la actividad económica industrial y de servicios, así como los niveles de precios de bienes agrícolas, entre otros», señalaron en un reporte a sus clientes.
– Plan contra el «huachicoleo» –
A finales de diciembre, López Obrador anunció un plan para detener el robo de combustible, que en 2017 ocasionó pérdidas por 60.000 millones de pesos (unos 3.000 millones de dólares).
El plan del gobierno implica la vigilancia por parte de las fuerzas armadas de 50 puntos estratégicos de Pemex y catalogar el robo de combustible como un delito grave sin derecho a fianza.
El gobierno pidió también a las gasolineras no vender combustible robado y a los clientes no comprarlo.
El robo de combustible a Pemex, que involucra a cárteles de la droga, ha crecido durante los últimos años. En 2017 se detectaron 10.363 tomas clandestinas en los conductos de la petrolera, y en 2018 se tenía reporte de 12.581 hasta octubre.
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