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Los 175 años de la universidad de El Salvador que se niega a morir

Dr. Víctor M. Valle

El 16 de febrero de 1841, pilule el mismo poder que creó el Estado de El Salvador, viagra fundó la Universidad de El Salvador. Por casi 125 años,  la UES tuvo la exclusividad de la educación universitaria en el país. En  1965  la Asamblea Legislativa, manejada por el gobierno militar, aprobó una ley de universidades privadas para contrarrestar la UES,  “un nido de comunistas y terroristas”.

La Universidad de El Salvador tiene una consubstancialidad con el Estado salvadoreño, pues la fuente de legitimación y legalidad fue la misma: un poder constituyente para un nuevo Estado que también cumple en este año 175 años de existencia.

Muchas figuras intelectuales destacadas de El Salvador  pasaron por la Universidad como autoridades, académicos y estudiantes.

Farabundo Martí, Alfonso Luna y Mario Zapata, fusilados en febrero de 1932, habían sido estudiantes de Derecho.

Durante la dictadura de Hernández Martínez la autonomía universitaria fue suprimida. Los primeros dirigentes de los estudiantes universitarios agrupados en la Asociación General de Estudiantes Universitarios Salvadoreños (AGEUS) fueron perseguidos, encarcelados y maltratados hasta que algunos de ellos tuvieron que emigrar.

Estudiantes universitarios se alzaron contra el gobierno militar de Osmín Aguirre y Salinas en diciembre de 1944 y algunos cayeron como héroes en combates desiguales en San Miguelito (San Salvador) y en los Llanos del Espino (Ahuachapán).

Figuras como Francisco Chávez Galeano y Hebert Lindo quedaron por varios años en el recuerdo de los estudiantes y los luchadores por la democracia en El Salvador. Fue tan altamente ponderada  la gesta del 12 de diciembre de 1944 que un congreso estudiantil latinoamericano decretó que el 12 de diciembre de todos los años venideros, sería el Día del Estudiante Latinoamericano, en honor a esos héroes y mártires universitarios salvadoreños. El tiempo ha hecho lo suyo y actualmente nadie celebra ese día y pocos recordamos esos nombres.

En medio de tanta inequidad y actos represivos, la UES ha tenido diversos períodos. El Rector Carlos Llerena, que terminó su mandato por presión de una huelga estudiantil en 1950, había introducido reformas importantes. En su tiempo se fundó,  a fines de los años 1940, la Facultad de Humanidades y la Facultad de Economía y se fundó una entidad que fue muy prestigiosa internacionalmente en el mundo académico y científico: el Instituto Tropical de Investigaciones Científicas del cual no queda rasgo alguno: se hundió en la niebla de la incomprensión y la mediocridad.

El Rector Romero Fortín Magaña dio una batalla política vigorosa al gobierno de turno del coronel Lemus en defensa de la autonomía universitaria, consignada en la Constitución de 1950; pero que vivía amenazada por la espada de Damocles de la fuerza de los gobiernos militares.

Al Rector Napoleón Rodríguez Ruiz le tocó el fatídico turno de recibir una golpiza casi fatal, cuando el gobierno del teniente coronel Lemus decidió invadir la Universidad que, en 1960, funcionaba parcialmente (la Rectoría y la Facultad de Humanidades) en la séptima avenida, cerca de la calle Arce. Fue noche triste y trágica. La Policía Nacional entró a sangre y fuego y a garrote limpio y apaleó a estudiantes, profesores y autoridades. Fue el 2 de septiembre de 1960. Un estudiante, que quedó como símbolo de las víctimas de la  barbarie –Rodolfo Esquivel Salguero- murió después de una despiadada garroteada.

Fue tal la sed de crueldad en esa noche de sangre y lágrimas que unos policías o guardias agredieron con sus yataganes unos cuadros que tenían los retratos pintados de Francisco Gavidia, nuestro gran escritor, y Juan Lindo, presidente de El Salvador y fundador de la Universidad de El Salvador.  Las fotografías de los cuadros con las rasgaduras salieron en un folleto que publicó el periodista Adrián Aldana titulado “Lo que no se pudo decir”, pues en los últimos meses del gobierno de Lemus hubo fuerte censura sobre los medios de comunicación.

En los 1960 hubo un vigoroso programa de reformas impulsado bajo el liderazgo de Fabio Castillo Figueroa, quien llegó a la Rectoría de la UES el 1 de marzo de 1963, Después llegó con la idea de continuar las reformas el Rector Ángel Góchez Marín, quien renunció por motivos de salud antes de terminar su período, dando paso a Rectores interinos, José María Méndez y Gonzalo Yánez Díaz.

En 1971 hubo un intento nuevo de profundizar las reformas y ponerlas al servicio del desarrollo nacional. Llegó a la Rectoría Rafael Menjívar, quien se hizo acompañar de un grupo plural al interior de las fuerzas progresistas: José Napoleón Rodríguez Ruiz era el vicerrector, Luis Arévalo era el Fiscal, Miguel Sáenz Varela era el Secretario General, Eduardo Badía Serra era el Secretario de Asuntos Académicos, Ivo Príamo Alvarenga era el Secretario del Consejo de Becas e Investigaciones Científicas….

Este intento de reformas nuevas se vio afectado por un período de protestas estudiantiles en el cual la izquierda se fragmentó en varias posiciones que eran reflejo de lo que ya sucedía en la política nacional en torno a los tipos de lucha que había que librar para derrotar la dictadura.

El proceso de reformas fue suspendido abrupta y cruelmente cuando el gobierno del coronel Molina propinó el zarpazo de lesa cultura y ocupó la Universidad de El Salvador el 19 de julio de 1972, cuando tenía menos de tres semanas de haber llegado  al gobierno.

Otra vez, malos hijos de la UES asesoraron al gobierno cómo organizar y justificar la ocupación militar de la UES. Fueron tiempos sombríos, de siembra de vientos para cosechar las tempestades que vinieron después.

A pesar de la represión las fuerzas progresistas de la UES fueron ganando batallas políticas y a fines de los años 1970 hubo una serie de Rectores interinos: Luis Argueta Antillón, Eduardo Badía Serra y Félix Ulloa, quien fue Rector entre 1979 y 1980, y murió después de un atentado de la derecha el 28 de octubre de 1980. Fue Félix Ulloa quien, en el apogeo de su valiente lucha para reformar la UES y defenderla de las  agresiones, después de que la UES fue atacada militarmente el 26 de junio de 1980 y el campus fue ocupado, lanzó la consigna de “La Universidad de El Salvador se niega a morir”. Cuatro meses después moría abatido por las balas de escuadrones de la muerte.

La guerra asoló El Salvador y daba pretextos para que la UES siguiera sitiada y acosada. Sus estudiantes, docentes y autoridades vivieron tiempos de zozobra. Pero la UES seguía firme en su decisión de negarse a morir.

La UES está entrelazada con la historia del país, desde sus orígenes. Más recientemente, en sus aulas y auditorios estuvieron cumpliendo sus obligaciones educativas y políticas, muchos luchadores y dirigentes progresistas. Pienso en Schafik Handal y su oratoria revolucionaria en el Auditórium de la Facultad de Derechos en los 1950s y 1960s, en Eduardo Sancho, Felipe Peña, Joaquín Villalobos, Virginia Peña, Francisco Jovel ingresando a la UES  en los 1960s.

En la UES esos dirigentes fraguaron sus perfiles de luchadores que llevó a algunos de ellos a ser miembros de la plural Comandancia General del FMLN junto al actual presidente de El Salvador Profesor Salvador Sánchez Cerén que libraba luchas similares y hermanas desde la dirigencia de la asociación magisterial ANDES 21 de Junio. Con frecuencia, los miembros ANDES 21 de junio hacían causa común con las organizaciones surgidas de la UES. Había vínculos naturales. Mario López fue dirigente magisterial y fundador de ANDES 21 de junio. Las primeras huelgas de ANDES, como la de 1968,  fueron apoyadas por la comunidad de la UES. Mario López, siendo dirigente de ANDES estudió economía en la UES y devino Venancio Salvatierra del PRTC.

Después de los Acuerdos de Paz llegó otra vez a la Rectoría Fabio Castillo Figueroa, un notable político y educador,  con nuevos intentos de elevar los niveles de calidad académica. Después fue Rectora, por dos períodos, María Isabel Rodríguez, esa asombrosa mujer que, por muchas razones, ha hecho historia en El Salvador

Ahora, la UES cumple 175 años de existencia y, como símbolo de tiempos nuevos y esperanzadores, la Asamblea Legislativa de El Salvador aprobó, con 61 votos,  el jueves 11 de febrero en curso reconocer a la Universidad Primada de El Salvador como “Notable Institución de Educación Superior”.  Este reconocimiento será entregado en una sesión solemne que celebrará la Asamblea para la ocasión. Sería interesante saber quiénes fueron los 23 diputados que no votaron por este reconocimiento y por qué no lo hicieron.

En todo caso, la Universidad de El Salvador  se niega a morir y no puede morir porque es consubstancial al Estado de El Salvador. Es tiempo de hacer de la UES la organización académica y científica al servicio de las transformaciones que urgen en el país.

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