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Los 22 años de los acuerdos de paz y las elecciones presidenciales del 2014

HUGO FAJARDOHugo Fajardo Cuellar*

El 16 de enero de 1992  se firmaron los Acuerdos de paz entre la entonces fuerza guerrillera del Frente Farabundo Martí para la liberación Nacional (FMLN) y el gobierno en turno de aquella época, cure dirigido por el partido político Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), treatment por lo que este 16 de enero del 2014 asistimos al aniversario número 22 de la firma de tan histórico acontecimiento, buy viagra solo que en esta ocasión, dicho aniversario se conmemora en el marco de las elecciones presidenciales del 2 de febrero para elegir al futuro presidente de El Salvador en el periodo: 2014-2019.

En ese sentido, es necesario rescatar el significado histórico que los Acuerdos de paz tienen para comprender la transición política económica y social de nuestro país, ya que pareciera ser que después de tantos años de dicho acontecimiento, estos ya quedaron en el olvido, a tal grado que fue el tema totalmente ausente en el recién pasado “Primer Debate Presidencial” realizado el 12 de enero del año en curso. Sin embargo las diferentes coyunturas políticas por las que viene atravesando El Salvador posterior a los Acuerdos, no pueden ser analizadas al margen del objetivo fundamental de tales acuerdos, el cual fue, no solo el terminar con el conflicto Armado; sino también sentar las bases fundamentales para la consolidación de la paz, la Democracia y La justicia social y económica para las grandes mayorías.

Bajo ese contexto, se plantean algunas reflexiones sobre las elecciones presidenciales del 2 de febrero de 2014, en el marco del objetivo ya mencionado trazado por los acuerdos de paz, puesto que dicho objetivo quedó inconcluso después de 20 años de gobiernos de ARENA  y actualmente  sigue siendo también, el gran desafío y la tarea aun inconclusa para el actual gobierno en turno.

Las Elecciones del 2 de febrero constituyen entonces, el termómetro político para los diferentes partidos políticos en contienda, principalmente para el FMLN, para quien está en juego la continuidad o ruptura de su primera gestión gubernamental al frente del actual gobierno, bajo la conducción de Mauricio Funes. Es decir estas elecciones tienen como elemento novedoso, no solo la implementación del voto residencial en todo el país, sino también el hecho de  que por primera vez en la historia electoral de El Salvador, un gobierno de izquierda enfrenta el reto o desafío de reelegirse para un segundo periodo de mandato  presidencial.

Bajo la óptica del sistema capitalista, las elecciones son el principal instrumento de la Democracia, en tanto que supuestamente el pueblo tiene la oportunidad de elegir de manera libre a sus gobernantes. Sin embargo a nuestra democracia le falta bastante para ser realmente democrática; porque aun cuando hay avances en materia de participación ciudadana en las elecciones, pero el pueblo sigue siendo utilizado como votante solo el día de las elecciones, mientras que el resto de los 364 días del año, la gran mayoría de ciudadanos están al margen de la participación en la toma de decisiones importantes de la dinámica política nacional, la cual está reservada para las elites de los partidos políticos. Por otra parte las elecciones presidenciales en nuestro país no están al margen de las condiciones políticas y económicas impuestas por el desarrollo del mercado neoliberal, que sigue imponiendo las reglas del juego democrático, pues pese a tener un gobierno de izquierda, el poder económico de la Empresa Privada en alianza con las megaempresas transnacionales, siguen condicionando las políticas sociales y económicas de cualquier gobierno que gane las elecciones. Tal como lo decía Lenin: “La República Democrática y Burguesa es la cuna institucional ideal para que las relaciones capitalistas obtengan en ella su máxima expresión”. No obstante los Acuerdos de paz han contribuido al proceso de democratización de nuestra sociedad con la creación de instituciones básicas para dicho proceso, como la Policía Nacional Civil (PNC), la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH), El Tribunal Supremo Electoral (TSE) y otras, todavía hay acuerdos pendientes de cumplir y que son indispensables para la consolidación de la democracia, como por ejemplo, el Cumplimiento de las recomendaciones  del Informe de la comisión de la Verdad, para resarcir daños a las víctimas de violación a los derechos humanos durante la guerra y la creación del Foro de Concertación Económico Social, para sentar las bases de un modelo económico más justo y equitativo para todos. En tal sentido las elecciones presidenciales plantean para cualquiera que sea el ganador, el gran reto de avanzar en el proceso de consolidación de la democracia sobre la base de la reunificación de la sociedad salvadoreña en el marco del espíritu de los Acuerdos de Paz.  Ese es el gran desafío para cualquiera de los partidos políticos que gane las elecciones, principalmente para el actual partido de gobierno, que de reelegirse, no solo debe profundizar los cambios iniciados, sino también impulsar los cambios que aún están pendientes, tales como: la democratización de la economía, la generación de más empleo digno, la mejora en el ingreso per cápita, el combate frontal a la corrupción y al crimen organizado y más inversión para mejorar la calidad de la Educación y la Salud, entre otros.

De ahí que las elecciones presidenciales 2014 constituyen como ya se dijo, el termómetro político fundamental para retomar la tarea aun inconclusa del horizonte trazado por los  Acuerdos de Paz, de reconstruir y reunificar la sociedad salvadoreña sobre los cimientos de un proceso de democratización orientado a sentar las bases de una justicia social y económica en beneficio de las grandes mayorías de nuestro país.

  * Sociólogo, Docente de la Universidad de El Salvador,
Facultad  Multidisciplinaria de Occidente y miembro
de la Asociación Salvadoreña de Sociología (ASS).

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