María Julia Mayoral
Prensa Latina
La economía mundial, en recuperación cíclica, podría crecer 3,9 por ciento en 2018, pero nada indica que ello conducirá a un mejor reparto de la riqueza, evaluaron expertos en el foro de Davos, Suiza.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el alza prevista en el Producto Interno Bruto (PIB) global denota el incremento en los momentos actuales y “el esperado impacto de la tasa de la política de cambios aprobada recientemente en Estados Unidos”.
De cara al Foro Económico Mundial en la ciudad de Davos, el organismo financiero aseguró también que el PIB a escala planetaria registró en 2017 una expansión de 3,7 puntos porcentuales.
Al decir de la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, el crecimiento global se ha acelerado desde 2016 y “todas las señales apuntan a un continuado reforzamiento este año y el próximo”.
Pese al relativo optimismo, la funcionaria reconoció que “aún hay demasiadas personas excluidas de la recuperación”; una quinta parte de los mercados emergentes y en vías de desarrollo bajaron sus ingresos per cápita en 2017, ilustró.
Cálculos de la agrupación humanitaria Oxfam pusieron sobre el tapete en Davos información actualizada sobre la inequidad económica internacional; un mal de vieja data sin soluciones dentro de la lógica inherente al capital.
De acuerdo con la organización no gubernamental (ONG), la fortuna de los más pudientes aumentó en 762 mil millones de dólares durante 2017, cifra equivalente al 82 por ciento de la riqueza total generada durante el año, aunque esa élite representó apenas el uno por ciento de la población mundial.
En contraste, apuntó el estudio, el 50 por ciento de los habitantes del planeta (alrededor de tres mil 700 millones de personas), no percibió beneficio alguno del auge económico.
Durante la última década los salarios de las personas trabajadoras subieron solo dos por ciento como promedio anual; en tanto, la riqueza de los millonarios aumentó 13 por ciento al año, sopesó Oxfam.
Actualmente, estimó la ONG, 42 personas en la Tierra poseen la misma riqueza que los tres mil 700 millones de personas más pobres. En Estados Unidos, por ejemplo, los tres individuos más ricos tienen tanto como la mitad más pobre de la población (unos 160 millones de habitantes).
Pese a la crisis financiera que estalló en 2008, el poderío de la élite económica internacional aumentó a una tasa promedio de 13 por ciento por año desde 2010 hasta la fecha.
Para esa minoría hubo incluso nuevos récords: de marzo de 2016 a igual mes de 2017, tuvo lugar el mayor incremento histórico del número de acaudalados con fortunas superiores a los mil millones de dólares, al registrarse un nuevo multimillonario cada dos días.
Tal acumulación ocurrió a cuenta de ‘la erosión de los derechos de las personas trabajadoras, la excesiva influencia de las grandes empresas en la formulación de políticas públicas y el apremio constante de las empresas por minimizar los costes para, así, maximizar los beneficios de los accionistas’, dijo la denuncia.
A juicio de Oxfam, un impuesto global del 1,5 por ciento sobre la riqueza de los millonarios (con patrimonio de al menos mil millones de dólares) podría financiar la escolarización de todos los niños en el orbe.
“El boom de los multimillonarios no es signo de una economía próspera sino un síntoma del fracaso del sistema económico”, juzgó la directora de Oxfam, Winnie Byanyima.
Un sondeo realizado para Oxfam en 10 países reveló que dos tercios de los 70 mil encuestados consideran como un asunto urgente el abordaje de la brecha entre ricos y pobres.
La encuesta, aplicada en la India, Nigeria, Estados Unidos, Reino Unido, México, Sudáfrica, España, Marruecos, Holanda y Dinamarca, remarcó la inconformidad con un orden económico y social internacional que en vez de propender a la igualdad, ahonda las asimetrías.