Licenciada Norma Guevara de Ramirios
La Universidad Rey Carlos III y el ministerio de derechos sociales y agenda 2030, ambos de España, desarrollaron el seminario “Los Acuerdos de Paz en El Salvador 30 años después, en el marco de la Agenda 2030”.
En el evento participó el Doctor Álvaro de Soto, quien jugara un papel decisivo como representante del secretario general de Naciones Unidas en el proceso que, por dos años, llevaron al establecimiento del acuerdo que puso fin al conflicto armado interno que vivió nuestro país.
También participaron Oscar Santamaría y Nidia Díaz como firmantes de los Acuerdos; Rubén Zamora y Lorena Peña Mendoza, ambos participantes en los procesos de dialogo y negociación; Federico Mayor Zaragoza, ex director general de la Unesco; David Morales, ex procurador de derechos humanos en nuestro país; el padre José María Tojeira (por internet) y Marisela Ramírez, líder juvenil y una de las voceras del Bloque de Resistencia Popular.
Se reafirmó la importancia de los Acuerdos de Paz, su celebración y su valoración, y se lamentó la descalificación de los mismos por el presidente Nayib Bukele, los incumplimientos y la pérdida de oportunidad de aprender de nuestro proceso para avanzar en la construcción democrática y con justicia social.
La importancia del proceso de diálogo y negociación ocurrido en El Salvador, en el que se involucró la ONU por primera vez, representó y representa un precedente útil para resolver otros conflictos que existieron en Guatemala y Colombia y existen ahora, incluso en Europa.
Los Acuerdos fueron posible en un contexto de empate estratégico, en el que el gobierno salvadoreño, EEUU, los militares, dejaron de creer que podían derrotar militarmente al FMLN luego de la ofensiva de 1989, y aseguraron que el FMLN comprendió que era importante y posible una salida negociada. El resultado es un parteaguas en la historia, que dio lugar a una reforma política profunda en la que se desmontaron estructuras de represión, y la construcción y reforma de instituciones que hicieron posible el respeto a derechos humanos.
Los señalamientos de la imperfección de un acuerdo de esta naturaleza, de las fallas en la ejecución, no restan validez, a juzgar por las exposiciones hechas por los ponentes. Rubén Zamora destacó el cambio de condiciones para vivir que ellos representaron, recordando de su propia experiencia la persecución por portar un libro, o la cárcel y asesinato de campesinos; Lorena Peña señaló la ausencia de enfoque de género a la hora de negociar, pero cómo en el marco de los acuerdos sí fue posible que las mujeres, tanto de la sociedad civil como ex combatientes, se organizaran para situar en la agenda los importantes problemas de las mujeres, los logros obtenidos y el retroceso con el actual gobierno.
David Morales señaló la importancia de desmontar estructuras de represión y la fundación de instituciones como la policía nacional civil y la procuraduría para la defensa de los derechos humanos, y criticó el retroceso que vive el país a partir de la destitución ilegal de la Sala de lo Constitucional y el nombramiento de magistrados usurpadores en dicha Sala, las reformas negativas de la actual asamblea para concentrar el poder judicial y ponerlo en manos del presidente.
El padre Tojeira señaló que las celebraciones son necesarias, pero que en los inicios las celebraciones excluyeron a entidades que habían jugado un papel destacado, como la iglesia católica, las víctimas y la sociedad civil, que eso creó descontento y ahora la descalificación del presidente, que no comparte, limita que en el presente aprendamos de aquel proceso.
Don Alvaro de Soto valoró la importancia que para el pueblo salvadoreño tenía resolver de ese modo un conflicto y el aprendizaje para otros procesos en el mundo, criticó el incumplimiento por el gobierno del informe de la Comisión de la Verdad con la aprobación de la ley de amnistía, pues un proceso tan dramático requería sanar heridas y poner fin a la impunidad.
Marisela Ramírez se declaró hija de esos Acuerdos, y luchadora actual contra un régimen de dictadura que arrebata programas sociales y logros institucionales que habíamos ganado, llamó a mantener atención sobre lo que vive nuestro país.
Resulta, al menos lamentable, que en otros lugares se valore la importancia de un proceso vivido y de unos acuerdos que después de la independencia, en 1821, marcara tanto cambio para las posibilidades de construir una vida democrática y con justicia social, mientras en nuestro país, el gobierno de turno se empeña en negar su valor, descalificarlo y destruir la institucionalidad para profundizar el neoliberalismo que el ahora presidente criticaba antes. ,
Pero como dice la sabiduría oriental, este momento pasará, y debemos empeñarnos en recuperar para nuestro pueblo y sus jóvenes y niños, la construcción de una sociedad democrática, justa y en paz. Gracias a las entidades españolas que nos facilitaron conocer estas reflexiones, como recordación del evento más grande de la historia política reciente de El Salvador.