La bala en su lugar
ya no explora agresiva el corazón
la carne el vientre
silencio en las campanas
en los rostros añosos de las estatuas
en las cantinas de los barrios
en la casa de la costurera.
Los semáforos en rojo ¡precaución!
lobos y corderos sentados a la mesa
gatos y ratones
acérrimos irreconciliables.
Soy una hormiga en esta plaza
llevando a cuestas
demasiados sentimientos encontrados
presiento a los ausentes
sus cálidas miradas
su contacto tibio en medio del horror.
Me toco
yo también pudiera estar muerta
si no fuera por la cerveza que me tomo
y este cigarro que se quema entre los dedos.
Pero los sobrevivientes
viviremos escindidos
entre la alegría y la culpa
el hallazgo y la pérdida
y cientos de historias
de dolor y ternura
humanas
definitivamente humanas.
Silvia Ethel Matus
Julio 1993