José Luis Aguilar Moreno, F.R.C.
(Pasado Gran Maestro de la Gran Logia de Habla Hispana para las Américas)
Sacerdotes, filósofos, educadores
Sacerdotes, sabios, magos y herbolarios, son algunas de las cualidades de los antiguos druidas. No dejaron testimonio escrito de su sabiduría para protegerla a fin de que no cayera en manos equivocadas.
A la vez que los romanos abrazaban las religiones mediterráneas, intentaban también eliminar algunas sectas que se extendían al Norte del imperio. En los bosques de Galia (ahora Francia) y en las tribus inglesas, las tribus celtas reverenciaban al árbol del roble.
Los secretos de esta fe eran guardados por sacerdotes llamados druidas, quienes desempeñaban un papel primordial en la sociedad de los celtas. La palabra druida viene de drus, palabra ancestral con la designaban al árbol del roble.
Al parecer, los druidas existieron del siglo XII a. C. hasta el siglo V d. C. Según los pocos testimonios de la literatura grecorromana que sobrevivieron, los druidas eran sacerdotes, filósofos, educadores, árbitros y curadores.
Dueños de una misteriosa y enigmática cultura, los druidas transmitían de forma oral sus conocimientos. Si poseían la escritura, desafortunadamente, esta era utilizada solo para las inscripciones funerarias, las monedas y el comercio. Los druidas consideraban que los conocimientos debían conservarse en la memoria y ser transmitidas así a lo largo de las generaciones. De esta manera dedicaban su vida a memorizar las leyes celtas y los poemas épicos.
Su base era familiar, el padre hacía las veces de jefe y varias familias integraban una tribu gobernada por un rey elegido entre los miembros de la familia real, al que asesoraban en asuntos de estado y de guerra. Su organización social se dividía en tres: la sacerdotal o “druidas: la de la guerra, y la del pueblo, cuya misión principal era la de producir los suministros.
Había otros miembros que eran los recitadores de poesía sagrada y druidas. Con el tiempo, los tres grados pasaron a conocerse por el nombre genérico de druidas; este riguroso entrenamiento podía durar más de veinte años.
Conocían las hierbas; tenían un elixir para el olvido y plantas para tratar ciertas enfermedades y practicaban ciertos métodos para la adivinación.
Conocían el movimiento de los astros
“Los druidas enseñaban a la juventud el movimiento de los astros, la magnificencia del mundo y de la Tierra; la ciencia de la Naturaleza y la fuerza y el poder de los dioses inmortales” (Cesar).
En cuanto a los poderes “mágicos” que les atribuyen las leyendas, son enormes; según algunas de ellas, los druidas dominaban los poderes de la ilusión; hacían levantar vientos y tempestades; a fin de provocar la confusión entre sus enemigos cubrían de niebla las tierras. Eran maestros en el arte de transformar cuerpos y capaces de tener visiones a distancia. Asimismo, poseían los secretos de las hierbas para hacer el elixir para olvidar. Y, si bien los druidas creían en un Dios único, esto no les impedía adorar a varios dioses al mismo tiempo, los cuales podríamos comparar a los santos cristianos. Este Dios único era imposible de ser presentado por la mente humana, y su única presentación visible era el Sol. Seguía en importancia la “Madre Tierra”, la “Virgen Madre”, la ahora presentada la “Virgen Negra”, (la cual sigue siendo adorada por el cristianismo). De esta manera, Dios y la Virgen Madre eran para los druidas, uno al mismo tiempo.
En el año 54 d. C. se emitió un decreto aboliendo la religión druídica, y siete años más tarde se lanzó una campaña para erradicar los últimos vestigios de la secta pagana.
En el ano 300 d. C. el cristianismo suplantó al druismo y a las antiguas religiones, como la fe oficial del Imperio Romano y las tribus asentadas en la ahora Gran Bretaña parecieron abrazar la nueva creencia con mas diligencia que otros pueblos, debido quizá a que en sus comienzos el cristianismo tenía algunos puntos comunes con el druismo, como la inmortalidad del alma, la creencia en los milagros y la fe en la vida eterna. No obstante, el druismo continuó practicándose hasta el siglo V d. C.