Isaac Bigio
Por primera vez en la historia se reunieron los mandatarios de EE.UU. y Corea del Norte. Esto se dio a poco que ambos protagonizaron un duelo en el que mutuamente se amenazaron de lanzar misiles nucleares entre ellos.
Esto último ha hecho que muchos en el mundo vean dicha cumbre con alivio y optimismo. Sin embargo, un analista objetivo debe buscar ver qué hay detrás de dicho encuentro y qué puede pasar.
Kim
Lo primero a destacar es que los acuerdos iniciales son vagos y que allí se evidencian los progresos de Corea del Norte. Hasta hoy esta era considerada una república paria que merecía el bloqueo global y posiblemente un ataque atómico preventivo.
Hoy Trump ha suscrito con Kim un acuerdo similar al que en las semanas previas habían suscrito los mandatarios de las dos Corea en la frontera entre estas, lo cual demuestra que, en cierta medida, Kim ha tenido la iniciativa.
La realización de dicha cita ha evidenciado que Trump le ha dado más importancia a esta república de menos de 30 millones de habitantes que a sus vecinos latinoamericanos que tienen 600 millones de personas, a cuya cumbre panamericana de Lima en abril no asistió por concentrarse en el tema norcoreano. Trump tuvo una extensa conversación con Kim, luego de la cual le ha garantizado que no va a buscar deponerlo sino mantenerlo en el poder, que en cierta manera le acepta dentro del club nuclear y que quisiera ganarlo como aliado mostrándole cómo en la historia universal otros encarnizados enemigos devinieron en buenos amigos.
Al culminar la cumbre Trump mostró su admiración por cómo Kim desde los 26 años de edad ha sido capaz de timonear a su país y decidió cancelar las constantes maniobras militares entre EE.UU. y Corea del Sur, algo que tomó por sorpresa a sus aliados de Seúl y que había sido el principal clamor norcoreano durante décadas. Trump admitió que dichos ejercicios eran muy costosos y “provocadores”.
Si bien ambas partes se comprometieron a una desnuclearización de la península coreana, ambos entienden ello de manera diferente. Para Kim ello implica desmantelar todas las bases norteamericanas del Sur y eventualmente retirar sus casi 30 mil efectivos militares de allí. Para Trump implica la destrucción del arsenal nuclear norcoreano.
Kim ha logrado evitar que haya inspectores u observadores de EE.UU. que verifiquen su desarme unilateral, como antes pasó con Irak, Libia o Siria. Él preserva su total hermetismo y secretismo.
Las lecciones de Corea del Norte son claras para Irán. Aquellos países que, como Irak o Libia, autodestruyeron sus armas de destrucción masiva para evitar ser invadidos al final sí fueron invadidos. En cambio, cuando un país más chico persiste en tener las armas más letales y de mayores alcances, es aquel que obliga a EE.UU. a respetarle y negociar con él.
Trump
No obstante, Trump no ha levantado ninguna sanción afirmando que su concesión fue parar con las nuevas sanciones que se venían. El cancelar el bloqueo y posteriores inversiones de EE.UU. a Corea del Norte va a depender de futuras concesiones y de desarmes norcoreanos.
Si bien Kim ha logrado progresos, Trump también ha conseguido avances.
Hasta hoy Corea del Norte viene teniendo la economía estatizada y planificada menos abierta al mercado mundial. Hace un siglo, cuando se dio la revolución soviética de 1917, el objetivo de Lenin era que ese modelo sirviera como primera fase a una expropiación mundial del capitalismo, pero ahora, más bien, todo el antiguo bloque socialista viene restaurando el capitalismo. Corea del Norte ha sido una excepción, aunque en este país el partido único ya no se proclame “comunista” ni “marxista” o “leninista” sino que pregona la figura del abuelo y del padre de Kim. Corea del Norte estuvo creando zonas francas abiertas a China o al mercado mundial pero de manera limitada, Trump les ha ofrecido fomentar estas más y transformar las playas norcoreanas de ser emplazamientos militares en ser puertos libres o productivos o zonas turísticas.
En cierta manera los republicanos con Trump quieren hacer lo mismo que en los 70 hicieron cuando su presidente Nixon fue a la China de Mao. Entonces, Beijing era la tercera potencia nuclear del planeta y era muy hostil al “imperialismo yanqui”, mientras que EE.UU. había vetado su ingreso a las Naciones Unidas e incluso le había matado a cientos de miles de ciudadanos suyos e incluso casi le lanza bombas atómicas en la guerra coreana de 1950-53.
Tras el acercamiento Nixon-Mao China fue adoptando un modelo de retorno al capitalismo por la vía de un partido comunista único, ejemplo que Trump muestra hoy a Kim.
China
Si hace más de 4 décadas Washington se acercó a Beijing para aislar a Moscú y dividir el “bloque socialista mundial”, hoy Trump se acerca a Kim para aislar a Beijing y dividir a los viejos aliados de la guerra coreana.
Trump quiere que Corea del Norte sea la nueva Vietnam. Esto es un Estado que siga preservando al aparato del partido único fundado por el stalinismo pero comprometido a crear una economía de mercado y en choques con la vecina China.
Para Trump su enemigo principal hoy es China, su principal rival económico, la cual le viene sobrepasando en inversiones en continentes tan estratégicos como África o Sudamérica.
Y mientras Trump se reunía con Kim en Singapur los EE.UU. reabrían su embajada no oficial en Taipéi, la capital de Taiwán, la isla china anticomunista que Beijing quiere anexar y que Washington va a defender. Este es el Instituto Americano, cuyo relanzamiento tras una inversión de $US 250 millones se dio al mismo tiempo de la cumbre.
La estrategia global de Trump pasa por proteger su mercado interno promoviendo altos aranceles a las importaciones chinas y rodeando a este gigante asiático (que es amigo de sus enemigos Rusia e Irán) con gobiernos aliados. Mongolia, Pakistán, Corea del Sur, Japón, Australia y Nueva Zelanda son socios globales de la OTAN, pese al carácter europeo de dicha alianza, mientras que Washington protege a Taiwán, Filipinas e Indonesia y quiere que los otros dos partidos stalinistas únicos gobernantes (los de Vietnam y Corea del Norte) se vuelquen contra Beijing.