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Los banqueros se apoderan sigilosamente del agua

Ricardo Martínez Martínez

En el año 2008, el poderoso grupo financiero estadunidense Goldman Sachs se reconvirtió de un conglomerado de inversiones de capitales a un gigante de inversiones comerciales, lo cual le permitió incursionar en el negocio de empresas lucrativas de este nuevo rubro, sobre todo en aceptación de depósitos, préstamos a empresas y productos básicos de inversión.

Fue un respaldo ipso facto del gobierno estadunidense para evitar que esta marca de capitales cayera en bancarrota, como sucedió con otros bancos en el colapso de la burbuja financiera inmobiliaria e hipotecas de ese año.

La Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) lo salvó del estallido financiero con proporciones y consecuencias globales aún dramáticas para la población mundial.

En este contexto, Goldman Sachs Group Inc. convocó apresuradamente a un cónclave de urgencia y dictó una conferencia ante grandes inversores y élites mundiales. Identificó, según él, “cinco de los grandes riesgos del siglo XXI”, además de la crisis financiera mundial. Señaló “una escasez de agua calamitosa” y sentenció que el vital líquido se convertiría en “el petróleo del siglo XXI”.

A grandes líneas, ese conglomerado financiero dio el banderazo de salida para convertir el agua en la mercancía más codiciada del planeta, la cual sería el salvavidas del sistema capitalista durante las siguientes décadas. En este potencial nuevo mercado, anudó su liderazgo con las firmas Blackstone Group, Apollo Management y Ondeo Nalco, las cuales a este año 2018 ya controlan suministros de agua potable, productos químicos en procesamiento de agua, venta de agua purificada a emporios de sodas como Coca Cola y cuenta con operaciones en 130 países.

Entre otras sociedades bancarias en la carrera por el control de los mercados de agua están JP Morgan Chase, CitiGroup, UBS, Credit Suisse y Deutsche Bank.

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