Por Céline Serrat
París/AFP
Una asociación de protección de cetáceos ha creado un sistema de comunicación entre grandes barcos que pretende salvar a las ballenas del Mediterráneo de las colisiones, principal causa de mortalidad de esta especie protegida.
El proyecto, que se llama Repcet, ha sido creado por la asociación francesa Souffleurs d’ecume («Sopladores de espuma») y abre una vía para evitar estos accidentes.
Hace dos semanas se encontró un rorcual, una ballena con aleta dorsal, muerto en una playa de las isla francesa de Córcega, con el cuerpo cortado por las hélices de una estación petroquímica.
Según los estudios entre 8 y 40 ballenas mueren cada año en estas circunstancias, a pesar de que sólo se registran la mitad de las colisiones en el Mediterráneo, indica Pascal Mayol, director de Souffleurs d’ecume.
Estas cifras son importantes, explica a la AFP Denis Ody, responsable de los océanos en la ONG WWF, ya que hay una población global de entre tan solo 1.500 y 2.000 individuos en la parte septentrional de este mar que es prácticamente cerrado.
El hecho de que sean tan pocos preocupa a los especialistas en estos cetáceos, que pueden llegar a medir 20 metros y pesar entre 40 y 70 toneladas.
También está preocupados por la contaminación sonora, la contaminación de las aguas, el aumento de las temperaturas y su impacto en los ecosistemas.
En el proyecto Repcet cuando «un oficial detecta una ballena, informa de ello a través de una aplicación, el servidor calcula la zona de riesgo y transmite la información a los barcos asociados que pueden modificar su ruta» para esquivarla, explica Pascal Mayol.
Sensibilizar a las compañías marítimas
Por el momento el sistema Repcet está centrado entre el norte de la isla de Cerdeña y el Foso Chiarone, en las costas toscanas. En esta zona de 87.000 km2, a la que las ballenas vienen a alimentarse y reproducirse, Francia, Italia y Mónaco ya han tomado otras medidas de protección.
El sistema Repcet ya funciona en diez barcos mercantes pero para que cumpla su objetivo tiene que tener una mayor implantación.
Hace unos días el proyecto recibió el premio Fundación Salins, con una dotación de 20.000 euros y apoyado por el Instituto Oceanográfico Paul Ricard.
«Esto nos permitirá seguir sensibilizando a las compañías marítimas, especialmente las italianas y españolas», asegura Pascal Mayol.
«Nuestro objetivo es tener al menos 30 barcos equipados antes del verano de 2015», señala.
El coste del sistema es de entre 250 y 300 euros por barco al mes. El mayor problema es que las embarcaciones deben reducir la velocidad en las zonas de riesgo, lo que va en contra de los intereses económicos de las empresas.
«Pero Repcet es el único medio que conocemos para evitar las colisiones entre cetáceos y navíos», exclama François Sarano, especialista de la fauna marina y miembro del jurado del premio de la Fundación Salins. «Hacer que todo el mundo entienda que la vida de una ballena es mucho más valiosa que unas horas en un trayecto entre Córcega y el continente es un trabajo a la larga», añade.
Otro argumento que podría convencer a los armadores, que ya han tenido que lidiar con las complicaciones ocasionadas por el choque con una ballena, es la seguridad de sus propias embarcaciones.
El proyecto Repcet ha sido concebido por un excomandante de la Sociedad nacional Corsa Mediterránea, Frederic Capoulade, que se convirtió en el presidente de Souffleurs d’ecume.