Por Thomas Cabral/Brigitte Hagemann
Pedrógão Grande/Lisboa/AFP
Más de 1.000 bomberos seguían tratando de controlar un gigantesco incendio forestal en el centro de Portugal, que costó la vida a por lo menos 62 personas, causando una fuerte emoción en el país.
Tras un fin de semana en el que se alcanzaron los 40 ºC en varias regiones, las temperaturas bajaron ligeramente pero el fuego, declarado el sábado por la tarde en Pedrogao Grande (centro), seguía propagándose hacia las regiones vecinas de Castelo Branco y Coimbra.
El número de focos se redujo a 35 el domingo por la noche en todo el país, pero los medios movilizados seguían siendo prácticamente los mismos, con más de 2.000 bomberos y 660 vehículos. «El riesgo de incendio es máximo» en el centro, avisó Protección Civil.
«Portugal llora por Pedrogao Grande» o «En memoria de las víctimas» titulaba la prensa. «¿Cómo ha podido ocurrir esto?», se preguntaba el Jornal de Noticias. «¿Por qué?», interpelaba Publico.
«Nuestro dolor es inmenso, como nuestra solidaridad con las familias de la tragedia», declaró el domingo por la noche el presidente, Marcelo Rebelo de Sousa, todavía conmocionado por el siniestro más mortífero de la historia reciente de Portugal.
«Tenemos una sensación de injusticia, pues la tragedia ha afectado a esos portugueses de los que se habla poco, de una zona rural aislada», añadió.
El último balance oficial era de 62 muertos y 62 heridos, incluyendo cinco en estado de gravedad, un niño y cuatro bomberos. Pero las autoridades no descartan encontrar otras víctimas en los pueblos devorados por las llamas.
En las colinas situadas entre las localidades de Podrogao Grande, Figueiro dos Vinhos y Castanheira de Pera, que 24 horas antes del fuego estaban tapizadas de eucaliptos y pinos, la devastación era total en las áreas quemadas.
‘El fin del mundo’
Según las autoridades, gran parte de las víctimas murieron en sus vehículos al verse rodeados por las llamas cuando circulaban por la nacional 236 que enlaza Figueiro dos Vinhos con Castanheira de Pera el pasado sábado.
«Era verdaderamente un infierno. Creí que había llegado el fin del mundo. Creí que no iba a salir viva», contó a la televisión portuguesa Maria de Fatima Nunes, que fue rescatada.
Se descubrieron cuerpos en viviendas situadas en zonas aisladas. Al menos tres pueblos cercanos a Pedrogao Grande fueron evacuados.
La mayoría de las víctimas identificadas «murieron en su casa, que no habían dejado a tiempo», subrayó el primer ministro, Antonio Costa, instando a la población a respetar las órdenes de evacuación.
«Si dejo mi casa, todo arderá, pues no tenemos a nadie que nos ayude», declaró Fernando Pais, un agricultor de 50 años que vivía con su mujer y su hijo en Trespostos, una aldea próxima al pueblo de Campelo.
La familia Pais no quiso abandonar su vivienda y desde hace más de 24 horas lucha sola contra las llamas con una simple manguera.
«Conocía a varias víctimas. Una de mis colegas perdió a su madre y a su hija de cuatro años porque no logró sacarlas de la parte trasera del coche», dijo Isabel Ferreira, de 62 años, habitante de una localidad de la zona.
Refuerzos europeos
La policía judicial «pudo determinar que una tormenta seca causó el incendio», descartando la pista criminal, tras haber hallado un árbol alcanzado por un rayo.
Cuatro aviones contraincendios tipo Canadair españoles y otros tres franceses llegaron el domingo para ayudar a los bomberos portugueses. El lunes, llegarán dos aviones españoles y dos italianos, así como refuerzos terrestres, en el marco del mecanismo europeo de protección civil, activado a petición de Lisboa.
Por su parte, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, prometió a Lisboa «toda la ayuda necesaria» para combatir el fuego.