Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino
La búsqueda de personas desaparecidas es una demanda vigente de los familiares que esperan el retorno de su ser querido, y que no distan en los sentimientos que se generan por su ausencia ni la fecha, ni las circunstancias o la latitud en la que se encuentren por ahora.
La Asociación Pro-Búsqueda de El Salvador y el Centro de Estudios de Justicia de Colombia han unido esfuerzos, y de su trabajo colaborativo han nacido “Los Caminos de la Búsqueda”, un micrositio que reúne diez historias de ambos países latinoamericanos que comparten los rumbos y pasos que transitan quienes buscan a sus familiares desaparecidos.
Incertidumbre, impotencia, desesperación y culpa. Es el sentimiento que suele ser el mismo sin importar el contexto geográfico ante la desaparición de un ser querido y tiene muchos rumbos y caminos posibles, explica el comunicado conceptual de este trabajo solidario de ambas organizaciones con las víctimas desaparecidas y su grupo familiar. “El contexto de la desaparición y de la búsqueda es muy distinto en estos dos países, algunas realidades son comunes, como la desesperación al momento de recibir la noticia, la frustrante interacción con el Estado, el apoyo de la sociedad civil o la firme convicción de que la búsqueda siempre continúa”, cita del texto.
Sobre el contexto salvadoreño, 12 años de guerra civil (1980-1992), marcó la práctica de raptar niños y niñas de familias rurales para darlos en adopción a militares o extranjeros, que se hizo común y sistemática. Y confirman que fueron las fuerzas armadas quienes ejecutaron esta vulneración, a partir de la estrategia “Tierra Quemada”, que buscaba acabar con la guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
Por lo anterior miles de familias salvadoreñas se han dedicado por décadas a buscar a hijos, sobrinos, hermanas o primos. Y en este camino de búsqueda de justicia la Asociación Pro Búsqueda ha tenido un papel primordial acompañando a las víctimas, realizando reencuentros y exhortando a la reparación moral, social y económica de las mismas, al suplir la obligación del Estado salvadoreño de garantizar sus derechos.
Mientras, en Colombia este flagelo se describe como “Un delito a Manos de Muchos”, es la desaparición forzada como respuesta del Estado al surgimiento de las guerrillas. Y se ha dirigido contra los campesinos, jornaleros, agricultores y obreros de nuestro país”, señala el Informe Hasta Encontrarlos del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).
“Aunque la desaparición forzada se conocía internacionalmente como un Crimen de Estado, en Colombia no ha sido exclusivamente así. Los grupos paramilitares han sido sus principales perpetradores, pero la guerrilla, las bandas criminales y las Fuerzas Armadas también han cometido este delito. Y aunque este es un país en democracia, sus cifras de desapariciones, más de 120,000 personas según la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, superan las que dejaron, sumadas todas las dictaduras del Cono Sur”, reafirmaron.
En el micro sitio: http://www.probusqueda.org.sv/caminos-busqueda/ con el lema “Un recorrido guiado por la Esperanza”, resume en nueve gráficas informativas el proceso que viven los familiares de las víctimas desaparecidas que inicia con: La noticia de la desaparición; la organización de quienes lo buscan, la búsqueda solitaria, la búsqueda acompañada por la sociedad civil, el contacto con el Estado, cuando el Estado busca encontrar los restos mortales; el reencuentro, la noticia del paradero sin el reencuentro y la búsqueda siempre continúa. Este fenómeno de la desaparición forzada “muta por muchos factores”, puede ser como estrategia política, como herramienta de control territorial o desaparecer con fines económicos, y, quienes lo realizan son el Estado, paramilitares, guerrillas, grupos delincuenciales.
Mientras a los familiares la desaparición sin importar el punto geográfico en que se encuentren, enfrentan dolor, incertidumbre, impotencia y desesperación.
El caso del movimiento feminista Estamos Listas de Colombia, que han acompañado 28 casos de niñas y jóvenes y mujeres desaparecidas en Medellín, han documentado “esos temores y primeros pasos urgentes tras la noticia de una desaparición”, en busca de un cambio para las familias y las víctimas.
Similar ejemplo con el trabajo del Centro Forense “Equitas” que pone a disposición de los familiares de las víctimas, con la innovación de la búsqueda, disponer y dar acceso a soluciones científicas para avanzar en la búsqueda de personas desaparecidas en Colombia.
Nicolasa Rivas, en El Salvador, ha sumado 40 años buscando a sus cinco hijos que fueron arrebatados por militares en el operativo militar que generó la Masacre La Conacastada, uno de los primeros casos de Pro Búsqueda, en 1995, y aunque no ha obtenido respuesta del paradero, no ha renunciado a su misión de vida, el reencuentro con sus hijos.
“Cada paso, cada pista, cada nuevo aliado le da una motivación para seguir buscando. Su testimonio se ha escuchado en la Fiscalía General, en los Juzgados de San Vicente, en la Sala de lo Constitucional, en la Comisión de la Verdad y en incontables actos simbólicos”, reiterando que su caso se encuentra en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), a la espera de justicia y resarcimiento moral.
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