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Los desafíos de las Ciencias Sociales hoy (1)

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René Martínez Pineda
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Orden. Caos. Conciencia. Alienación. Consumo. Pobreza. Caverna. Democracia. Evasión. Emancipación. Utopía. Ciencia. Compromiso. Apatía. Realismo. Magia. Norte. Sur. La sociedad no puede comprenderse obviando los extremos referenciales que sólo las ciencias sociales saben hilvanar. De entrada quiero dejar una salida: el desafío actual de las ciencias sociales (cc.ss.) es auto-desafiarse, pills cialis sale tratando de rehacer los conceptos de pueblo y revolución social -que fueron su pecado original- para rehacerse a sí mismas, purchase y para que éstos alcancen a los problemas consuetudinarios que, con cristiana resignación, enfrentamos los ciudadanos. Ahora bien, es tarea de los intelectuales rehacer esos conceptos porque -a fuego lento, sin que nos demos cuenta- se está refundando el capitalismo y su democracia tutelada, y tal refundación es un problema teórico, epistémico, ético y político-práctico que no se debe ni se puede evadir, en la medida en que tiene que ver con la pertinencia y el compromiso social de las cc.ss. Para resolver esos problemas es necesario desafiar lo dado y reflexionar sobre nuestro conocimiento y nuestro desconocimiento; sobre nuestro punto de partida y nuestra partida.

Seguramente, los paradigmas teóricos que usamos no son los más acertados y ágiles para enfrentar los nuevos desafíos, ni para buscar las soluciones del futuro de la sociedad, un futuro que sabemos que no está en el capitalismo, pero que paradójicamente nos es muy difícil imaginar sin él, antes y después de él. Dentro de los problemas teóricos que la comunidad de cc.ss. enfrenta están: la irrelevancia de las teorías, los conceptos y las categorías que -para comprender la sociedad y los imaginarios- usamos a diario, principalmente porque fueron escritas y desarrolladas de mediados del siglo XIX a mediados del siglo XX en Europa y EE.UU. para decodificar sus realidades, no las nuestras; para alabar e idealizar sus imaginarios populares, vulgarizando los nuestros. Esa irrelevancia se evidencia, por un lado, en el hecho de que tales ciencias no son consultadas ni forman parte de las políticas públicas del país; y, por otro, porque los conceptos fundacionales de las cc.ss. plasmados en su partida de nacimiento (familia, pueblo, burocracia, democracia, cotidianidad, Estado, sujeto social, realidad, etc.), no se adecuan a nuestra realidad concreta debido a que no parten de los mismos imaginarios ni tienen los mismos puestos-supuestos objetivos.

Entonces, necesitamos de otros conceptos, necesitamos inventar nuestros propios conceptos para decodificar al detalle, primero, y comprender al por mayor, después, nuestra sociedad en las coordenadas correctas. De no hacerlo, los foros, debates, discusiones, coloquios, convenciones, aniversarios y congresos que montemos serán infecundos, pedantes, vocingleros e inútiles, tales como ponerse a discutir si en El Salvador existe la clase media, o si estamos subiéndonos al último vagón de la globalización, pues esa discusión sobre conceptos o fraudes ideológicos (en la realidad no existe ni la una ni la otra como especificidad sociológica, y ni siquiera como subsunción formal) se produce cuando hacemos una aplicación mecánica de la realidad europea o norteamericana, y eso nos convierte en una comunidad de cc.ss. ingenua y neo-colonizada.

Pensar en lo que no debemos pensar y cómo debemos pensarlo, o discutir que debemos autodesafiarnos para definir nuestros nuevos desafíos, debe llevarnos a discutir otros hechos sociológicos realmente relevantes, en lugar de estar jugando a diferenciar, en una peregrina epistemológica, la modernidad del modernismo y el status de la clase social. Entonces, lo primero que quiero establecer es que las cc.ss. llevan la inadecuación de los conceptos básicos como pecado original en su genoma teórico, de eso me di cuenta desde que, en medio de las balas, inicié mis estudios en la universidad pública. Lo segundo es que no podemos seguir creyendo que las cc.ss. están hechas a imagen y semejanza de la cultura norteamericana, porque esa creencia nos imposibilita analizar y comprender las “otras” realidades (las existentes y las posibles), dentro de las que está la realidad latinoamericana, cuyo acto fundacional está anclado en el colonialismo, el que, contradictoriamente, fue objeto de estudio de los países colonialistas. En tercer lugar, pienso que las cc.ss. regionales –subsumidas en la lógica capitalista que  disimulan con la pedantería erudita del ladino- no han incorporado en sus cuerpos teóricos la noción moderna del tiempo-espacio como relatividad social (retomando a Einstein y a Hawking), y eso provoca que el pasado no coincida –como continuidad histórica- con el futuro común y corriente, o sea con la acumulación de humanidad que se gesta en el presente bajo la forma de utopías, y las cc.ss. no pueden desarrollarse sin utopías y sin utopistas.

Ese error teórico-metodológico de apreciación del tiempo-espacio, deja a las cc.ss. a merced de la falsa noción del progreso y de la ideológica noción de la movilidad social capitalista y, con ello, las ilusiones del presente son incapaces de superar la barrera de la regularidad empírica y, por tanto, son incapaces de emanciparse de los principios rectores-productores del capitalismo: el Estado subyugado que le teme a los ricos; el mercado voraz omnipresente; y el individualismo. Y es que -desde la perspectiva de las cc.ss.- la emancipación es un problema político-práctico que pasa primero y después por el infierno de la racionalidad cognoscitiva (la vigencia pragmática de las ciencias), pues en él se construye la identidad de clase y la identidad cultural, moral, artística, literaria y política de la sociedad, haciendo de toda práctica dada un conocimiento dándose. Sólo entonces, y refiriéndose a ellas mismas como a la sociedad, las cc.ss. logran delimitar quiénes son los “otros” y quiénes somos “nosotros” para salir del colonialismo cognoscitivo, lo cual es válido también cuando hablamos de enfoques teóricos. En ese sentido, uno de los nuevos desafíos de las cc.ss. es salir airosas del enfrentamiento sin tregua ni cuartel entre el control teórico (que tiene como gendarmes al orden y el progreso) y la emancipación intelectual que conduce, tarde o temprano, a la emancipación político-económica.

En todas las ciencias –en especial en las cc.ss.- siempre cohabita el conocimiento que rompe (emancipación, revolución) y el conocimiento que ata (orden, control) y el nuevo-viejo desafío es decidir con cuál de ellos suscribimos un contrato social. Por el momento (eso es evidente en las temáticas de muchos congresos de sociología y en la forma en que se realizan las relaciones sociales entre “sociólogos iguales”) el conocimiento que ata es más fuerte, por eso resulta difícil, embarazoso o jurásico para muchos sociólogos usar los vocablos: burguesía, revolución, capitalismo y, en el límite de la neocolonialización, hasta el vocablo pueblo.

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