René Martínez Pineda
@renemartinezpi
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El pensamiento de ruptura se basa en la que podemos llamar heterosexualidad de saberes. Pero qué significa eso de “pensamiento epistémicamente heterosexual”. Es heterosexual en tanto es una opción preferencial por la cohabitación de los diferentes, seek enfrentados, look anacrónicos –y hasta antagónicos- saberes colectivos que nutren a los imaginarios sociales y sus teorías; es la idea de que los saberes heterogéneos se unen-completan en el acto de la crítica epistemológica que es la que engendra un saber nuevo.
El saber heterosexual es el opuesto al errado saber teológico que nos hace creer que todo debe tener una causa y un efecto, porque eso justifica la existencia de un dios. El saber heterosexual, mundano por esencia, tiene sus premisas: la primera es nacionalizar la presencia y su nostalgia, o sea nacionalizar la cotidianidad sociológica, armando así una presencia compartida: cotidianidad-teoría. Acá surge la pregunta: ¿qué implica nacionalizar la cotidianidad? Nacionalizar la cotidianidad es traducir el hecho sociológico al idioma de las cc.ss., y esa traducción es un acto epistemológico y cultural, pues lo cultural es lo que permite la nacionalización ya que se conserva la intencionalidad de los hechos consumados, manteniendo vivos a los grupos sociales y sus historias, lo cual es aún más estratégico si estamos frente a grupos étnicos o a hechos remotos.
Así, nacionalizar la cotidianidad es platicar con ella de igual a igual (teoría y mitos) porque todo pensamiento es concreto y eso le da significado objetivo y humano al tiempo-espacio; porque todo pensamiento es concreto, no importa si estamos frente a conceptos científicos o, más comúnmente, frente a los sueños pedestres, utopías de sociedad, pasiones emancipadoras, entusiasmos efímeros de la transición o a las agonías delirantes de la pobreza consuetudinaria que el científico social comprometido ya no puede racionalizar y entonces opta por ser objetivo sin ser neutral, porque la realidad que estudia no es neutral. Lo anterior implica, por un lado, no pedir asilo en el dogmatismo ideológico; y, por otro, decidir si se está del lado de los explotadores o del lado de los explotados, lo cual es una decisión fundamental.
Esa presencia compartida significa, en la teoría social crítica, optar por hacer equitativo –aunque no igualitario- el tiempo y el espacio. Si el tiempo y el espacio se abordan como equitativos (tiempo-espacio) el pasado, el presente y el futuro coexisten en el hecho sociológico, tanto en el imaginario social como en las condiciones de vida, y eso explica que personas que comparten un mismo espacio (digamos un país o una ciudad) vivan en tiempos distintos al mismo tiempo: a 150 metros del centro comercial más lujoso del país (La Gran Vía) en el que se puede comprar lo mejor que ofrece la sociedad capitalista, dormita una comunidad (“La Cuchilla”) en la que aún no se ha inventado el agua potable ni la luz eléctrica. La racionalidad burguesa destruyó, por conveniencia hegemónica, la idea de que el tiempo y el espacio son hechos físicos distintos y por eso el campesino pobre, el indígena exiliado en su propia tierra, la mujer explotada, el trashumante, el niño de la calle es contemporáneo del burgués, pero no es simultáneo de él.
La presencia compartida es vital para superar a Newton desde la perspectiva del tiempo-espacio del sociólogo que ya emigró del Siglo XIX. Para superarlo era inevitable esa conversación. La idea-ruptura de la heterosexualidad teórica supone e impone recurrir a la prodigiosa pluralidad epistemológica del mundo, en tanto que la teoría sociológica es tal como resultado de los múltiples conocimientos de lo social y en lo social, razón por la cual no es posible comprender la sociedad desde un escritorio, tenemos que vivirla en su totalidad para empaparnos de esos conocimientos y de la ignorancia, es decir conocer y reconocer que la memoria está llena de olvidos, pues éstos son los recuerdos codificados. En ese sentido, en la heterosexualidad de saberes la erudición (teórica y empírica) y la ignorancia total o funcional disfrazada de sentido común son –retomando a Marx y su método de la economía política- el punto de partida y el punto de llegada, porque la nueva teoría social que rompe paradigmas produce nuevos conocimientos (superación de la ignorancia) que van decodificando los olvidos para convertirlos en memoria propia, o sea en nostalgia sociológica.
Al reflejo, puede parecer que la heterosexualidad de saberes –así denominada al hacer uso de una licencia metafórica- es un alejarse de la ciencia, pero en realidad es un volver a sus fuentes y sus partes integrantes. En verdad, las cc.ss. son un cúmulo de conocimientos muy importantes que han propuesto o promovido cosas fascinantes para el mejor desempeño de la sociedad, la mayoría de las cuales han sido plagiadas y mal usadas por los políticos y los abogados, pero este es el momento de hacer un uso subversivo de ellas si queremos descolonizarlas. Las cc.ss. (la ciencia en general) son muy útiles para ciertos menesteres, pero son una traba para otros más mundanos; y eso significa que sólo son un saber entre otros, siendo esos otros los que le han servido a la humanidad para sobrevivir tal cual es hoy y hasta donde es hoy, este hoy en el cual la ciencia ha servido para tomar fotos de las posibles fuentes de agua en Marte, mientras dos tercios de la población mundial no tiene acceso al agua potable, y eso es un acto tan incorrecto como perverso e irracional -haciendo uso de lo más avanzado de la racionalidad científica- pues con los recursos invertidos en esas fotografías se pudo sacar de la miseria a muchos millones de habitantes del planeta, pero eso iría en contra de la lógica del capital, al servicio del cual se han puesto todas las ciencias, incluidas las sociales. En ese sentido, la ciencia en general y las cc.ss. en particular (así como el sentido común y los imaginarios populares) pueden ser: perversas o civilizatorias; ennoblecedoras o degradantes; libertarias o esclavizadoras.
Así de simples y lapidarios son los nuevos desafíos de las cc.ss. la mayoría de los cuales no se pueden enfrentar sin una previa y profunda auto-reflexión que parta del supuesto de que el conocimiento de lo social, además de ser concreto, es un conocimiento completo si retoma todos los conocimientos afines y antagónicos (científicos y empíricos), muchos de los cuales no son propiedad exclusiva de los científicos sociales.
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