Por Burak Akinci/Ankara/AFP
Los sangrientos ataques de los rebeldes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) contra el ejército turco suscitaron este miércoles la cólera de los nacionalistas y de los simpatizantes del gobierno, que multiplican acciones contra el principal partido prokurdo del país.
Por segunda noche consecutiva, miles de manifestantes nacionalistas atacaron en la madrugada del miércoles numerosas oficinas -incluida su sede en Ankara- del Partido Demócrata de los Pueblos (HDP) acusado por el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan de apoyar al movimiento rebelde.
«Estas campañas de ataques están dirigidas por una sola mano, la del Estado», indicó el miércoles a la prensa el copresidente del HDP, Selahattin Demirtas.
La formación prokurda también advirtió el miércoles que había riesgos de «guerra civil» en el país.
«Un jefe de partido habla de guerra civil. Es una insensatez», declaró Erdogan, quien instó a los dirigentes del HDP a «elegir entre la democracia y el terrorismo».
«Si optan por el terrorismo, habrán de sufrir las consecuencias» de esta opción, subrayó el presidente turco durante una conferencia de prensa conjunta con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en Ankara.
Tusk también dijo estar preocupado por los actos de violencia e instó al Estado turco a reanudar las negociaciones con el PKK.
Estados Unidos, un aliado de Ankara, calificó la violencia como inaceptable.
«No hay lugar en una democracia para manifestaciones violentas, en particular las que están motivadas por enfrentamientos étnicos o sectarios», señaló el portavoz del Departamento de Estado, John Kirby.
Cerca de 7.000 personas se manifestaron el martes por la noche en Ankara para denunciar el «terrorismo» de los rebeldes del PKK. La policía utilizó gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes que bloqueaban una calle.
Otro grupo de un centenar de personas asaltó oficinas del HDP en el barrio de Kavaklidere e incendió parte de las instalaciones.
Según Demirtas hubo «más de 400 ataques» contra su movimiento.
El martes, partidarios del gobierno que reprochan al diario Hürriyet sus críticas al presidente islamoconservador atacaron su sede en Estambul por segunda vez desde el domingo.
Desde el martes por el noche, el primer ministro Ahmet Davutoglu lamentó estos disturbios y lanzó un llamamiento a la calma. «Atacar a la prensa y a las propiedades de partidos políticos es inaceptable» escribió en Twitter.
‘Sentido común’
«Hago un llamamiento al sentido común de mis conciudadanos», declaró por su lado el jefe de fila de la oposición socialdemócrata en el parlamento, Kemal Kiliçdaroglu.
Desde finales de julio, el gobierno turco ha ordenado una serie de bombardeos aéreos contra las bases de los rebeldes kurdos en el norte de Irak, en represalia por los ataques rebeldes contra sus fuerzas de seguridad.
Según un último balance de la prensa progubernamental, desde finales de julio los enfrentamientos han causado la muerte de un centenar de soldados o policías y de un millar de rebeldes.
Esta escalada en los enfrentamientos ha hecho añicos las conversaciones de paz iniciadas en 2012 para poner fin a un conflicto entre el Estado turco y los rebeldes kurdos que dejó unos 40.000 muertos desde 1984.
Además el sudeste de Turquía, donde hay una mayoría kurda, está sumido en un estado de guerra. Cerca del 20% de los 76 millones de turcos son de origen kurdo y viven esencialmente en esta región del país.
El domingo y el martes dos emboscadas causaron la muerte de 30 soldados y policías turcos.
En represalia, cazas F-16 y F-4 de la aviación turca bombardearon varias veces las bases de retaguardia del PKK en las montañas del norte de Irak, y fuerzas especiales turcas ingresaron en territorio iraquí, por primera vez en cuatro años, en pos de rebeldes kurdos.
Esta escalada de violencia preocupa cuando faltan menos de dos meses para las elecciones legislativas anticipadas convocadas por Erdogan para el 1 de noviembre.
En los comicios del 7 de junio, el AKP perdió la mayoría absoluta que tenía en los últimos 12 años en el parlamento. El jefe de Estado espera que su partido la recupere en noviembre para instaurar un régimen presidencialista fuerte.
Demirtas, pero también otras fuerzas de oposición, acusan a Erdogan de avivar el conflicto kurdo para facilitar la concreción de sus ambiciones políticas.