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22 noviembre, 2024
Seducidos por la promesa de la gloria en las grandes ligas europeas, de estadios llenos y de una vida cómoda, muchos jugadores expatriados se encuentran aislados lejos de sus familias en este periodo de confinamiento para protegerse del nuevo coronavirus.
La pandemia del COVID-19 ha suspendido de manera brutal todas las competiciones deportivas, trastocando el día a día de los futbolistas, sin perspectivas concretas de reanudación y entrenamientos en solitario como única posibilidad de mantenerse en forma o, en el mejor de los casos, sesiones por videoconferencia con el objetivo de mantener una especie de espíritu de equipo.
«Es una manera de mantener el contacto con unos y otros, de preservar una forma de rutina, porque creo que es importante», explicó el entrenador del Brighton Graham Potter, que anima una sesión matinal de grupo por vídeo.
«Todos nuestros chicos están acá, en el Reino Unido. Es por esto que es importante que permanezcamos en contacto y que comuniquemos regularmente para asegurarnos que todo el mundo está bien».
«Ellos están lejos de sus familias, les echan de menos, es algo que entendemos. Somos conscientes, pero hemos pensado que es más seguro limitar los desplazamientos internacionales y que se queden en casa por seguridad», añadió.
‘Atrapado entre dos mundos’
Otros clubes han dejado a sus estrellas regresar a sus países de origen, como el París SG, que autorizó a Neymar y Thiago Silva volver a Brasil o a Edinson Cavani a Uruguay, antes de que se aplicaran restricciones de desplazamientos por el confinamiento.
En el caso de Neymar, el delantero ha publicado en sus redes sociales fotografías con sus amigos, lo que ha provocado críticas en la prensa española por no respetar las medidas de distanciamiento social. Medios brasileños, en cambio, salieron en defensa del astro del PSG, destacando su participación en una campaña de donación de alimentos y productos para habitantes de las favelas brasileñas.
Al contrario que estas estrellas sudamericanas, la mayoría de los jugadores expatriados se encontraron atrapados en sus casas cuando los primeros casos de COVID-19 se declararon en equipos profesionales.
Es el caso del extremo español del Chelsea Pedro Rodríguez, obligado a aislarse en su domicilio londinense cuando su compañero Callum Hudson-Odoi se convirtió en el primer jugador de la Premier League en estar afectado por la enfermedad.
«Es duro no poder ver a mis hijos» que viven en Barcelona, explicó a la emisora española Cadena SER, «pero imagino que hay mucha gente como yo».
«Sólo les pido que se queden en casa y que les echo de menos», añade.
El entrenador español del Birmingham (segunda división inglesa) Pep Clotet eligió enviar a su familia a España antes de que se decretase el estado de urgencia, aunque él se quedó en el Reino Unido para estar cerca de su equipo.
«Estoy atrapado entre dos mundos. Tengo la sensación de no hacer correctamente mi trabajo. No paro de decirme ‘¿quizá debería volver a casa?’, pero no puedo hacerlo porque tengo que trabajar».
Una de las principales dificultades en esta situación excepcional es ocupar todo ese tiempo libre dejado con la desaparición del fútbol.
‘Echo de menos el fútbol’
«Evidentemente, me aburro un poco porque hace ya dos semanas que empezó en casa la cuarentena», explicó el arquero polaco de la Juventus Wojciech Szczesny al canal Sky Sports Italia.
«Estoy solo en Turín porque mi familia regresó a Polonia. Aunque he de admitir que estoy más bien tranquilo. Duermo mucho», añadió.
En cambio, para otros jugadores este parón inesperado es bien recibido al permitirles pasar más tiempo con sus familias, lejos del ritmo frenético de los partidos para los internacionales.
«Es extraño porque habitualmente siempre hay fútbol», explica a la AFP el internacional argentino (65 seleccionados) del Sevilla Éver Banega.
«Cuando para la Liga, hay partidos internacionales. Incluso en verano, tenemos los partidos de pretemporada», detalla.
«Te pierdes muchos momentos con tus seres queridos. Ahora se puede decir que lo que más hago es aprovechar el tiempo con mis nenas, con mi mujer, disfrutar de la vida en familia», explica.
Y cuando en un futuro por definir se retome la competición, algunos mirarán de una manera diferente el terreno de juego.
«Nos despertamos y no sabemos qué hacer», lamenta el defensa francés del Celtic Glasgow, Christopher Jullien.
«Nos damos cuenta de lo que sería nuestra vida habitual sin el fútbol. Echo de menos el fútbol», admite