Ricardo Olmos
Economista
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En el libro “La economía del sector público”(2012) de Joseph E. Stiglitz, view que por cierto es una novedad y de referencia obligada, check y más con la trayectoria que le es propio a este premio Nobel, cialis argumenta que la eficiencia económica en economías de mercado no es tan cierta, pues lo que prevalece es el desarrollo de la competencia imperfecta, tipificándose ese detalle como uno de los fallos del mercado en donde no se logra la eficiencia económica, pues se afecta a la sociedad con precios más elevados de los bienes y servicios, y por supuesto, aprovechándose determinadas empresas de la posición a veces dominante que se tiene en un mercado de un producto específico, estableciendo niveles de producción que les posibiliten definir los precios a su discreción. Prueba de ello es el caso de la economía salvadoreña como es el caso de la banca, seguros, comunicaciones, industria de la construcción, etc.
El otro componente donde es evidente la notoria insuficiencia de los mercados es en relación con los bienes públicos. En este punto, el autor define que “el hecho de que los mercados privados no suministren bienes públicos o suministren demasiado pocos justifica muchas de las actividades del Estado”.
Al mismo tiempo, otro de los puntos entre los cuales se verifica la existencia de fallas del mercado está referido a las externalidades. Los casos más sonados, en el caso de El Salvador, es el referido la muerte de casi un centenar de pobladores del Municipio de San Luis Talpa, fallecimientos a causa de Insuficiencia Renal Crónica. Este tipo de externalidades negativas están asociadas o vinculados con la salud, costos asociados a la existencia de plantas químicas que como otras empresas lanzan sus desperdicios, sin ningún tratamiento tanto de sus desechos líquidos o sólidos afectando la vida en todas sus manifestaciones. Se verifica entonces que la supuesta eficiencia en la asignación de recursos que realiza el mercado, choca contra la misma sociedad, debiendo el Estado regular y garantizar que las actividades económicas no generen distorsiones que reduzcan la calidad de vida de las personas.
Pero existen otros casos en donde el mercado presenta fallas, y es por la existencia de mercados incompletos. La historia reciente de la economía salvadoreña da prueba de la existencia de fallas del mercado referidas a la provisión deficiente y amañada de seguros y préstamos, en donde el Estado ha tenido que intervenir para reducir los riesgos y paliar las imperfecciones de los mercados de capitales. En este punto Stiglitz señala que “…Esos nuevos resultados demostraron que no existía base científica para suponer que los mercados eran eficientes. Los mercados ofrecen incentivos, pero los fallos del mercado están por todas partes, y existen diferencias persistentes entre los beneficios sociales y privados.”(Stiglitz, Caída Libre, 2012, p.409). Por lo que corregir la disfuncionalidad de los mercados financieros se ha vuelto una prioridad para la economía global por los costes económicos y humanos del desenlace de la más reciente crisis mundial acaecida en el año 2008.
Otras de las fallas del mercado que recoge Stiglitz es el caso de la ausencia de mercados complementarios. La realidad es tan heterogénea que coordinar las preferencias individuales de empresas y consumidores requiere de una máxima tutela del bien común por parte del Estado, situación que de manera imposible logre el mercado y a lo largo de la historia esa frase, buscando el interés privado se consigue el bien común, choca con la realidad de la historia económica reciente. ¿Debemos seguir con la creencia que los mercados funcionan muy bien por sí solos? Entre las nuevas funciones el Estado, tal como se viene proponiendo en múltiples foros principalmente desde la CEPAL y del ILPES se debe, en efecto, pasar de ese Estado pasivo y denominado a veces como “facilitador” de ese Estado que define solamente las reglas de actuación del mercado, a un Estado que propicie y potencie el desarrollo.
Se requiere en definitiva, un Estado Proactivo en donde se combine la orientación de respuestas colectivas entre el Estado con el sector privado con el respaldo de la academia, trabajadores, cooperativistas, etc. para resolver los problemas más acuciantes y estructurales del país y que tales respuestas expresen y viabilicen el bienestar de la gente.
Las economías actuales requieren de esa interacción virtuosa entre Estado, Sociedad y Mercado, buscando que los fallos que tienen los mercados se resuelvan para beneficio de las mismas empresas y de la gente.