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Alma Vilches
@AlmaCoLatino
En la misa dominical celebrada en la Cripta de Catedral Metropolita, se recordó el mensaje de Monseñor Romero, quien señaló que cuando la sociedad florece hay muchos vicios, lujos ofensivos al pobre e injusticia social, lo cual es característica de los falsos profetas.
“Los laicos se constituyen testigos y les dota del sentido de la fe y de la gracia de la palabra, para que la virtud del evangelio brille en la vida diaria, familiar y social, cada seglar, padre de familia, cada laico, hombre y mujeres, están llamados a una función profética; y les ha dado también la gracia de la palabra”, expresó en ese momento.
Si el pueblo acepta la paz vendrá, pero quien como comunidad no quiso acoger el mensaje para formar una sociedad y fraternidad que no sea la convivencia de lobos contra lobos, de gente con miedo una con otra, sino que admite el mensaje de la fraternidad cristiana, entonces será bendita.
A la vez, el religioso dijo que la palabra sencilla del padre de familia que aconseja, del amigo y esposo si va ungida del sentido de la responsabilidad profética, es eficaz para que el reino de Dios se implantara en la familia, el gobierno, comercio y economía.
“Todavía es tiempo de que aceptemos no sólo como individuos, sino como fraternidad salvadoreña el mensaje de Cristo que nos está mandando a través del pueblo cristiano y profético”, aseguró Monseñor Romero cuando fungía como arzobispo de San Salvador.
Según Monseñor Romero, una condición del verdadero profeta es el espíritu de pobreza, cuando hay tanto sentido de egoísmo, codicia, envidias de bienes materiales, Cristo enfatiza en la figura del peregrino, que predica el reino de Dios no por ganar dinero.
“Nadie es tan libre como el que no está subyugado al dios dinero, y nadie es tan esclavo como el idólatra del dinero, Cristo quiere rompe esa idolatría y dice: no se preocupen, confíen en la Providencia que dará pan, vestido y todo lo necesario”, manifestó hace más de 46 años.
Asimismo, enfatizó que quien es verdaderamente libre en su interior, aunque sea el promotor de las carreteras y los edificios, le sabrá dar un verdadero sentido justo y severo, pero sobre todo ponerla al servicio del bien común.
